Capítulo 18.

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Fernando: Hola –dijo mirando a la persona que nos abrió-.

Jesús: Pasad, Dani está en el salón, dice que no quiere hablar, pero lo acabara haciendo – dijo con una sonrisa, pero con los ojos llenos de preocupación-.

Pasamos el hueco que separaba la calle de la casa, y seguidamente alguien cerró la puerta detrás de mí. Está a punto de empezar una conversación que no sé cómo la voy a llevar. Tengo miedo a cagarla más y que Daniel no quiera saber nada más de mí.

Celia: Hola –digo en un susurro, inaudible-.

Genial. Daniel ni me mira.

Jesús: ¿Queréis que nos vayamos o nos quedamos? –nos preguntó-.

Miré a Daniel para ver si al menos a su hermano le hacía caso, pero nada. Seguía sentado en el sofá sin moverse, mirando al suelo y sin parar de entrelazar los dedos de sus manos.

Jesús no obtuvo respuesta, por lo tanto decidió irse con mi primo a la planta de arriba. Me senté en el mismo sofá que Daniel, con una separación en la que caben dos personas entre nosotros, por lo menos.

¿Qué hago? ¿Empiezo a hablar? A él no es que se le vean muchas ganas la verdad.

Celia: Si lo prefieres hablamos otro día… -dije mirándole-.

Para mi sorpresa, me miró. Tenía los ojos brillantes de haber llorado.

Daniel: Lo siento. Empieza tú –dijo nervioso y sentándose de una manera en la que nuestras miradas se chocaran-.

Celia: Vale –dije acomodándome en el sofá, me armé de valor y comencé a hablar- nunca se me ha dado bien estas cosas, y como esto no va de quedar bien, rompo el hielo diciendo que te quiero, te quiero muchísimo, en estos días me has ayudado todo lo que has podido y más, has hecho lo imposible para sacarme un sonrisa, y ¿sabes qué? Te lo digo con la cabeza bien alta, y la boca llena de orgullo porque me haces la persona más feliz del planeta cuando estás a mi lado, quiero gritarle al mundo que creo que me estoy empezando a enamorar de ti –hice una pausa, Daniel estaba con los ojos abiertos como platos, y su cara había cambiado completamente, ya no estaba tan triste como la del principio, tras unos segundos de silencio, decidí seguir- yo nunca he sabido demasiado bien como era la persona que quería en mi vida, de hecho no tenía ni puta idea hasta que me crucé contigo. Tengo clavada en mi mente la imagen de la primera vez que te vi y me entró la risa nerviosa, que idiota –al decir esto vi de reojo como se le formaba una pequeña sonrisa, ya que yo lo decía todo esto mirando a un punto fijo, si le miraba a él, me quedaría en blanco- eres las ganas de comerse el mundo, el quiero y lo voy a conseguir cueste lo que me cueste, que la risa va antes que el dolor, las cosquillas antes que ponerse a sufrir, eres energía, pura energía, para mí y para todo el mundo que te conoce, y bendito mi privilegio de poder disfrutar de ti, de tu sonrisa, de tus bromas… -mi voz se estaba empezando a cortar, ¿cuánto tiempo llevaba ya hablando? Él me miraba atentamente, y no se perdía detalle, me solté y seguí hablando- que cada vez que estoy contigo pienso que esto no puede ir a mejor, y llegas tú con todo tu morro y me vuelves a romper los esquemas. Con todo esto quiero decirte que, me da igual lo que pase mañana, pero si estoy aquí hoy contigo, te vivo y te disfruto tan intensamente que es que me da igual todo lo demás. Porqué si Daniel, puedes sentirte culpable de ser tú el que ha dado un vuelco de 360 grados a mi vida. Y supongo que ni tú ni yo lo esperábamos, yo no esperaba enamorarme de esta manera. No voy a darte las gracias, porque aunque deba dártelas prefiero dártelas en besos y haciendo el idiota, termino ya diciéndote que no quiero volver a tener que pasar uno de estos malos ratos contigo, que ya me da igual lo que piense Sara o cualquier otra persona, que si yo soy feliz contigo, los demás que se acostumbren. Y lo siento por comportarme de una manera tan idiota, pero, ¿qué le hago si hasta este momento no sabía lo que sentía? Y si, digo este momento porque todo lo que te acabo de decir no me lo he traído estudiado de casa, me ha ido saliendo sobre la marcha, es todo lo que siento hacia a ti, y joder. –mis lágrimas empezaban a caer de impotencia-.

Lo que pasa en las vacaciones, se queda en las vacaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora