Puedo ser quien tu quieras

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Por la mañana muy temprano antes de las siete Spencer ya se encontraba en la oficina intentando descifrar cualquier cosa que les fuera útil para dar con el asesino. Sólo tenía doce horas y siente minutos para poder evitar pasar la noche con aquel monstruo. Su andar era errático, veía constantemente el reloj y tenia un pésimo humor esa mañana el sólito logró alejar a todos los policías de su alrededor, aprecia un animal salvaje a punto de atacar y claramente aquello no era bueno, en ese lugar los veían como entrometidos y la actitud del doctor realmente no ayudaba en nada a que esa percepción cambiara.

Cuando llegaron los demás agentes y lo vieron en la estación realmente se preocuparon estaba demasiado afectado y todos creían que era frustración por el caso así que Hotch lo llamo fuera de la estación - Reid ¿estas bien?, todos hemos notado tu comportamiento extraño los dos últimos días. Si te sientes mal o el caso te está afectando a nivel personal debes decírmelo- le pregunto su jefe realmente preocupado por el pues si el caso le afectaba a nivel personal era su deber sacarlo de el.

- Estoy bien Hotch, sólo me e sentido un poco mal, este caso esta siendo realmente complicado y he tenido algunas

migrañas- contestó el genio intentando parecer tranquilo pero Hotch no le creyó sin embargo decidió sólo enviarle a descansar el resto de la tarde.

- Bien, por está vez lo dejaré pasar y te daré la tarde libre para que descanses- con esa simple frase acababa de firmar la sentencia de Spencer le acababa de quitar cualquier oportunidad de encontrar a asesino antes de la hora pactada por la rubia, intento hacer cambiar de opinión a su jefe pero este lo ignoró y lo mando a casa - Reid debes ir al hotel a descansar o te sacaré del caso y haré que vuelvas de inmediato a arreglar papeleo a Virginia- no se podía exponer a que seguir discutiendo con su superior, sabia que si seguía hablando lo enviarla a casa lo habia visto hacerlo con otros de sus compañeros así que solo se marcho pensando una manera de escapar a lo que se avecinaba.

El genio volvió al hotel e investigó un poco por su cuenta pero no pudo encontrar nada así que sólo se sentó en un mueble de la sala a meditar como podría evitar aquel encuentro sin provocar la muerte de nadie pero simplemente no venía ninguna idea a su cabeza. Cuando el reloj marco las seis en punto entro a la ducha, estaba decidido, el haría lo necesario para ayudar así tuviera que perder su dignidad en el proceso