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Una vez que llegaron a su destino no fue difícil para Spencer darse cuenta de la clase de lugar en donde estaban todo en aquel hotel parecía caro y lujoso, después de dejar el auto en el estacionamiento subieron en el ascensor asta el piso 17 donde entraron a un hermoso apartamento, durante todo el traslado el castaño se mantuvo caminando tras de ella y con la mirada baja cuando estaban por el piso siete sintió la necesidad de detener el elevador y salir corriendo pero no pudo era su obligación hacer lo que fuera necesario para salvar vidas. Cuando llegaron a su destino y entraron al apartamento que ella se digno a hablar - toma asiento vamos a hablar- el tono de su voz ya no era distante como el de hacia un rato cuando se sintió rechazada por el genio una sensación con la que no estaba familiarizada ella solía obtener lo que quería sin importar el precio o lo que tuviera que hacer para tenerlo.

-No puedo conversar sobre nada con una persona de la que no conozco siquiera su nombre- contestó el con nerviosismo pero a la ves intentando ser fuerte y no dejar que la situación acabará con sus nervios y es que si seguía alterándose por cada palabra que ella decía terminaría inconsciente en el piso. 

Ella tomo asiento en un pequeño mueble redondo que estaba en medio de la hermosa sala, era un lugar espacioso con un ventanal que daba una hermosa vista de la ciudad, decorada en tonos café y crema, un pequeño bar y muebles modernos de color crema. -cierto que grosera he sido, pero ciertamente no te dije mi nombre porque no lo tengo, como te había dicho antes yo no existo y a lo largo de mi vida e tenido muchos, demasiado nombres tantos que no puedo recordarlos todos. Puedo elegir alguno para que te puedas referir a mi, puedo ser quien tu quieras, mmm que... te parece ¡Alice! ¿es un lindo nombre?- aquella afirmación dejó un poco atrofiado al joven pues le causó una inmensa curiosidad saber de dónde venía aquella hermosa mujer.
-Bien Alice, lo primero, quiero saber la información por la que estoy aquí- habló con una seguridad que a ella le encantó y a él le sorprendió pues no sabía de donde había sacado el valor para decir aquello.
-No quieras correr antes de andar pequeño, es acaso que no confías en que te daré la información acordada- dijo Alice con un tono de voz burlón como si quisiera juguetear con el doctor.
-Dime ¿quién confía en alguien como tu?- aquello no esperaba escucharlo la rubia así que quedó conmocionada unos instantes para luego levantarse del sofá con seguridad intentando dejar en claro que era ella quien estaba al mando, se dirigió hacia la barra y sirvió vino tinto en dos copas de cristal  reluciente, se acerco despacio al doctor y le entrego la bebida después bebió un poco de la propia y la puso encima de la mesita que se encontraba en el centro de la habitación y con un paso lento e intimidante se acercó a el y colocó los brazos a los lados de su cabeza  dejándolo completamente atrapado entre el sofá y ella. Estaban cerca, tal vez demasiado, podían sentir la respiración del otro y entonces en un tono apenas audible y sexy le dijo -deberías aprender a confiar en mi yo jamás faltó a mi palabra así que primero quiero lo que me pertenece y luego te daré lo que quieres dime ¿quieres comenzar aquí o en mi habitación? tu decide donde, de cualquier forma eres mío toda la noche- esas simples palabras fueron suficientes para exaltar al genio de tal manera que se tiró el vino encima quedando totalmente empapado y Alice se sintió satisfecha pues había logrado la reacción que tanto había esperado y buscado desde que lo recogió frente a la cafetería.
De inmediato el se puso de pie muy apenado y ella se volvió a acercar pero esta vez manteniendo el contacto visual, cuando estuvieron cerca lo suficiente como para que sus pechos se rozaran le desabotono el suéter con delicadeza, para cuando terminó de quitárselo el tenía la respiración alterada y las mejillas sonrojadas aquella pequeña reacción de su parte logró ablandar un poco a Alice.
-Sabes deberías ir a tomar una ducha o te pondrás pegajoso, ven te guío al baño- el sólo asintió con la cabeza y ella le tomo de la mano para llevarlo al baño de la habitación principal una ves que estaban hay ella se acercó a el y le deposito un beso en los labios un beso tan pequeño que apenas si pareció un rose -dúchate, en unos minutos te traigo algo para que puedas vestir, dentro hay toallas y jabones usa lo que quieras- al terminar de hablar sólo se dio la vuelta y siguió caminado con sus enormes tacones haciendo ruido.

Puedo ser quien tu quieras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora