CAPÍTULO 2

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MADELAINE

Me encontraba próxima a llegar a lo que sería mi nuevo hogar acá en "The Hill" ubicado en Hannan, Seúl. Considerado el complejo de residencias más caras del país. Volví a ver a mi hermana adoptiva quién iba con una sonrisa aún más grande que la del gato de Alicia en el país de las maravillas, esta parecía que iba a explotar de la felicidad, no pude evitar el no soltar una carcajada.

-Oye, ¿Por qué te burlas de mí? -me reprochó de forma enojada mi hermana adoptiva, una vez más no pude evitar sonreír.

Empezaré introduciendo a mi pequeña familia, mi mamá a los 17 años a pesar de estar obsesionada con los chinos como a mí me gusta llamarlos, se dejó seducir por según ella un muy guapo pelirrojo, ya que al vivir en un país latinoamericano no iba a poder hacer su sueño realidad de salir con un asiático, y pues ustedes saben a más no haber peor es nada, un año después de ellos estar saliendo ella quedó embarazada y aquí estamos contando la historia. Cuando yo tenía 10 años de edad mis padres se separaron, amaba a mi papá pero no me sentí afectada después de que ellos se separaran, además siempre estoy en contacto con él. Tres años después de que papá dejara la casa yo aún tenía a mi mamá pero a veces me sentía sola, en uno de nuestros tantos viajes a Francia ya que siempre hemos sido una familia económicamente muy bien acomodada se nos dio la oportunidad de adoptar a una chica y traerla a vivir con nosotras acá en Costa Rica fue un proceso sumamente largo pero cuando terminó fue el mejor momento de mi vida, Angélica Le Brun; una hermosa francesa de mi misma edad, cuando me encontraba en el orfanato con mi mamá fue difícil saber a quién de entre todas las chicas adoptaríamos, pero ella simplemente nos escogió a nosotras, no paso mucho tiempo hasta que aprendió a hablar español al principio me parecía gracioso la horrorosa gramática que se manejaba era casi inentendible pero no le tomo un año dominar el español pues esta nos decía que tenía sus similitudes al español y no lo voy a negar gracias a ella no solo se hablar inglés y coreano si no también mi nivel de francés es casi tan bueno como el de un nativo, poco después entendí a lo que se refería con la poca similitud entre los idiomas.

No pasó mucho tiempo para que mi mamá la indujera al mundo de los dramas y actores coreanos, a los 14 años de edad Angélica Le Brun ya era toda una adicta obsesionada por los coreanos así o peor que la obsesión que tenía mi mamá diría yo, siempre tenían su tarde de chicas para ver series y videos musicales de grupos de k-pop, tiempo después esta le pidió a mi mamá que le pagara un curso de coreano era tanta la emoción por aprender el idioma que la hizo una de las mejores de su clase, siempre llegaba a estudiar y además el ver series y escuchar música la ayudó a aprender más rápido, se preguntaran porque yo no sé nada de esas cosas o no tengo una obsesión como ellas pues fácil, odiaba el escucharlos y no poder entender absolutamente nada por eso nunca desperté ningún interés por estas cosas.

Un año después mi madre conoció a Chuando en uno de sus viajes de negocios por Asia, el sueño de mi madre por fin se había hecho realidad tarde pero seguro ¿no?, cuando mi hermana Angélica recibió la noticia de que en dos años nos iríamos a vivir a Corea para la boda de mi mamá y Chuando no paro de gritar por una semana, con un calendario contaba los días para que por fin este día llegara, en mi caso era al contrario claramente.

Solo mi mamá y yo sabíamos lo que Ange había esperado por este día, la verdad me sentía súper feliz por ella, tal vez no compartíamos la misma sangre pero compartíamos un lazo inquebrantable.

-No te enojes enana, solo me da gracia el ver que vas a explotar de la felicidad conforme nos vamos acercando, sabes que te amo demasiado.-dije riéndome aún mas fuerte al volver a recordar su enorme sonrisa.

-¡Te amo más! no puedo creer que mi sueño se esté cumpliendo al fin, ¿puedes creerlo?- replicó alegremente.

-¡Chicas! Llegamos.

No habían pasado ni 6 segundos cuando Ange se encontraba corriendo hacia la mansión que se encontraba frente a nuestros ojos, nada que lograra sorprenderme a decir verdad, solo podía decir que era hermosa. No sé cuánto tiempo paso desde que me quedé admirando la hermosa mansión desde la ventanilla del carro en el que veníamos, cuando reaccioné nadie se encontraba en el carro por lo que decidí bajarme.

Primero que nada quería admirar las mansiones de al frente que me rodeaban, mientras veía hacia arriba y caminaba a la vez intentando ver lo altas que eran estas mansiones, despistadamente sentí como choqué con algo y al mismo tiempo solo sentí un liquido frío como el hielo recorrer por mi pecho, después de esto todo pasó tan rápido que no sé como terminé en el piso.

Cuando volví a ver el causante de mi choque me di cuenta que no era "el causante" sino "la causante" lo primero que noté es que se trataba de una chica asiática, dada la redundancia ya que estamos en Corea, a decir verdad era tan guapa que parecía una muñeca. No pude evitar echarme a reír cuando vi que todo su maquillaje se había corrido haciéndola parecer un mapache, su botella de agua fría fue la causante al chocar conmigo, tal parecía la chica andaba haciendo ejercicio y mientras corría lastimosamente tuvo la suerte de toparse conmigo ups.

-¿De qué se ríe la hueca extranjerucha esta? -expresó en idioma coreano de forma grotesca la chica cuyo nombre desconocía, la escuché nuevamente hablar ante mi silencio. -Se queda callada por que la muy estúpida seguramente ni siquiera entiende lo que le estoy diciendo, tras de que esta de metida en mi país solo viene a causar problemas y robar oxigeno. -dijo la chica de manera aún más enojada.

-Ya déjala en paz Jennie, no fue su culpa que chocara contigo. -dijo su acompañante, cuando dirigí mi mirada hacia él, por primera vez creí entender cuando mi mamá y mi hermana decían que los coreanos eran tan guapos que parecían muñecos sin imperfección alguna en sus perfectos cutis de porcelana. Dios este tipo era hermoso, hay cosas que no se pueden negar.

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