c u a t r o

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Los recesos eran extremadamente cortos. No podía pensar sin algún alimento en mi estómago.

Decidí ir a la cafetería. Pedí unas barritas integrales y un café. Esperé a que me entregaran lo que había pedido mirando vagamente hacia mi lado izquierdo. El equipo de básquetbol entrenaba y algunos alumnos los apoyaban con abucheos y porras.

—Unas barritas y un café ¿Algo más?

—No. Gracias.

Me di la media vuelta y me dirigí al salón. Justo a medio camino, me topé con aquel chico. Su mirada de nuevo estaba perdida en el suelo.

Ese mismo día supe tu nombre. ¿Cómo lo averigüe? Una amiga me ayudó con eso, fue fácil.

—¿Tyler?

—Sí —me afirmó ella.

—Es el más chico de su salón. Imposible confundirlo.

—Gracias por decirme —le agradecí.

—¿El chico que dices trae una sudadera azul marino?

—Siempre la porta, ¿por qué? —le respondí.

—Está cerca de la ventana.

Él y cuatro chicos más estaban en el pasillo de la dirección; conversaban muy entretenidos. Fue ahí cuando lo vi sonreír. Me quedé mirándolo por largos segundos. Mi cuerpo se quedó estático y sentí algo extraño dentro de mí, algo así como una lucecita suelta en mi cabeza.

El jardín de mi mente ©  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora