VI. Esta sensación...

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—¿Y de dónde eres?

—De Iwagakure —contesto.

—He oído muchas cosas sobre el clan Kawasaki...

—Sí, es normal. La mayoría serán malas.

Ahora, pienso en Kiyoko y Haru. Ellos murieron ese día. Todos murieron. No hay nadie más que represente lo que fuimos en su tiempo. Ja, que irónico. Somos como el clan Uchiha, el odio y el deseo nos llevó a la ruina.

—Oí que... Hace nueve años hubo una "masacre" —me mira expectante.

—Sí.

—¿Tú participaste?

—En primera fila.

Narue guarda silencio. Supongo que no se esperaba que yo hubiera estado allí en ese momento. Pero era cierto, yo participé, y seguramente quité más vidas que cualquier otro.

—Oye, Narue —capté su atención, y giró su vista hacia mí—. Yo soy kunoichi, y eso significa salir de misiones. Y cuando alguna se complica, a veces, es necesario matar para sobrevivir.

Aún no sé por qué le estoy contando todo eso. Narue no necesita saber todo eso, si piensa que soy una asesina, pues que lo piense. Al fin y al cabo eso son gajes del oficio de una kunoichi. A parte, habiendo sido parte del ANBU y de Akatsuki, nunca podría decir que mis manos no estarán manchadas de sangre.

—Lo entiendo —me dice con tono comprensivo—. ¿Y tú Neji? ¿Tú también has matado?

—¿Qué pregunta es esa? —responde algo contrariado.

—Sólo contesta.

—Participé en la guerra, Narue.

Corto un trozo de filete y lo mastico.

—¿Eso es que sí? —a veces la gente me desespera con tantas preguntas chorras.

—Sí.

Y la conversación se estanca. Creo que es intuitivo saber que Neji SÍ ha asesinado alguna vez. Y que ha sido por MÍ. Por Kawasaki _____, la última de su clan, la mejor kunoichi de las cinco grandes naciones, y por nadie más. Todo eso me dan ganas de decirle a Narue, gritárselo a la cara, pero me limito a seguir comiendo, tratando de ignorar ese revoltijo de sentimientos que se está creando en mi estómago.

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—A ver, llevo; armas, papeles bomba, comida, la identificación de Konoha... Creo que no me olvido nada.

Reviso por última vez mi equipamiento, y una vez cerciorado de que llevo todo, salgo de la casa de los Hyuga. En la entrada me encuentro a Neji, el cual carga con su mochila, y se está poniendo sus sandalias.

—¿Misión? —pregunto lo obvio.

—Ajá —contesta sin levantar la mirada de sus sandalias.

—Suerte —digo después de ponerme las sandalias y salir a la calle. A pocos pasos atrás va Neji, con una mirada seria y algo somnolienta.

—¿Dónde es tu misión? —me pregunta, acelerando un poco el paso y poniéndose al lado mío.

—En Iwagakure. ¿La tuya?

—En Iwagakure también. Igual vamos a la misma. 

—Sería divertido —digo sonriendo—. Sólo hacen falta Naruto y Shikamaru para que sea igual que aquella misión en la aldea de las flores.

Sí, aquella en la que me encontré con el hermano mayor de Daiki, encontré el parque de camelias y casi me mata Itachi. Aunque ahora habrá alguna que otra diferencia, como que ese parque ya no significará tanto para mí, que Natsume seguramente viva en otro lugar y que Itachi ya no estará nunca más conmigo. Ah, y que no es en la aldea de las flores.

Ugh, deja de pensar así, maldición.

Llegamos a la entrada, donde dos personas esperan hablando tranquilamente con su equipaje. Nos acercamos a ellos, encontrándonos con la grata sorpresa de que son ¡Shikamaru y Naruto! 

—¡Neji, _____! —exclama Naruto al vernos.

Les saludamos y nos acercamos a ellos.

—¿Misión, no? —pregunto.

—Sí. Estamos esperando a los otros dos —contesta Shikamaru.

—¿A dónde vais? 

—A tu ciudad natal —responde Naruto—. Sólo espero que la misión no se vuelva tan arisca como lo hizo la otra vez... —seguramente piense en esa misión...

—Nosotros también vamos a Iwagakure —informa Neji.

Antes de que podamos decir nada más, una espesa capa de humo nos rodea, y al dispersarse, aparece la silueta de Kakashi.

—Buenos días —nos saluda. Aun siendo tan pronto porta con él su libro erótico—. Veo que estáis todos —dice, posando su mirada en cada uno de nosotros.

—¿Ellos dos eran los que faltaban? —Kakashi asiente.

—Vosotros cuatro vais a ir a Iwagakure en busca de unos pergaminos muy importantes, los cuales portan las firmas de los cinco Kage's, que aceptan la alianza shinobi. Si esos pergaminos fueran perdidos o caídos en malas manos, la paz se destruiría, dando paso a la quinta guerra. Y nadie quiere eso, ¿verdad? —Naruto niega enérgicamente con la cabeza. Aún no sé cómo no se le ha soltado del cuello—. Bien, pues vuestra misión será escoltarlos hasta Konoha. Es una misión de rango A, y esperemos que no se convierta en rango S. Con todo ésto dicho, sólo me queda desearos buena suerte...

—Gracias, Kakashi —digo, bajo la atenta mirada del peli-plata. 

Los cuatro nos despedimos de Izumo  Kotetsu, y nos encaminamos a la salida de la aldea. Si no recuerdo mal, el viaje hasta la aldea escondida de la roca dura más o menos unos cuatro días, sin contar los contratiempos.

NARRA NEJI 

—Mañana saldrás con un equipo en busca de unos pergaminos a la aldea de la roca —me infroma Kakashi—. Allí mismo descubrirás quienes te van a acompañar. A primera hora, quiero verte en la entrada.

Asiento y me voy a casa. Estoy cansado, y lo único que quiero ahora es tumbarme en la cama o ver a _____. Cualquiera de las dos me vale, aunque prefiero la segunda. Entro a casa, y lo primero que veo es a Narue dirigirse a algún sitio que, siendo sincero, me da exactamente igual. Pero como era de esperar, ella me nota y rápidamente se me pega como una lapa. Me recuerda a Mika.

—¡Neji! —eclama con voz melosa y aguda—. ¿A dónde habías ido? 

—El Hokage me había llamado —le contesto.

—¿Tienes una misión? 

—Sí.

Antes de que siga bombardeándome con preguntas, consigo escapar, yendo a la sala de estar, donde me encuentro a _____ tumbada con un libro en la mano. Me siento al lado suyo, y sin previo aviso tomo su libro y se lo quito.

—¡Eh! —exclama molesta.

Me mira y pone una graciosa expresión, la cual a la vez es demasiado tierna. Si es que era cierto que había echado demasiado de menos verla. Me quedo observando su rostro, aún con el libro en alto. En un momento de guardia baja, _____ se me abalanza encima, para coger el libro. Y lo consigue, solo que nos acabamos quedando en una posición algo comprometedora.

Y es que ella está apoyada en mi pecho, con su cara a centímetros de la mía. Nuestras respiraciones se mezclan, y juraría por mi nombre que mi corazón iba a salirse de mi pecho en cualquier momento.

La miré a los ojos, y después de cinco años, por fin tenemos contacto visual íntimo. Apoyo una mano en su cadera, mientras que con la otra rodeo el contorno de su mandíbula, nariz y finalmente, labios. Esos suaves labios que me hacían perder la noción del tiempo.

Poco a poco, acerco mi rostro al suyo, sin quitar la mirada de sus labios. Ella no se opone, sólo se queda esperando mis movimientos. Pero cuando estamos a milímetros de juntar nuestros labios, oigo pasos acercarse a la puerta, y a alguien poniendo su mano en ella para abrirla. Rápidamente nos separamos, dejándome, al menos a mí, una sensación de decepción por no poder besarla.

¿Desde hacía cuánto no sentía yo esta sensación? Ah, sí, ya sé. Desde que ______ no estaba conmigo.

Hyuga, siempre fue Hyuga »Neji y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora