VIII. ¿Niñera, yo?

1.6K 146 30
                                    


-¡A despertar zopencos!

No sé qué hora es, pero a juzgar por la posición del sol, más de las ocho.

-Si queremos llegar a Iwagakure en menos de tres días, hay que aligerar el paso.

-Cinco minutos más -se queja Naruto.

-Sí, cinco minutos más -apoyo su opinión.

Pero parece ser que Shikamaru no, y nos acaba levantando a Naruto y a mí del tirón. Los dos nos quejamos fuertemente, pero acabamos cediendo ante el Nara, y nos levantamos.

Partimos rumbo de nuevo a mi ciudad natal. En parte tengo ganas de volver, pues allí están mis raíces, pero por otra parte, aún tengo miedo del qué dirán. Han pasado casi catorce años desde que ocurrió eso con mi clan, pero ese tipo de cosas no se olvidan, así como la masacre del clan Uchiha.

-¿En qué piensas? -me pregunta Shikamaru.

-En nada importante -le sonrío con dificultad.

Estoy frente a mi distrito.

Hay casas cerradas, y otras con cintas de no pasar. La mayoría están medio destruidas, nadie se molestó en reconstruirlas.

-Ir a recoger esos pergaminos -les digo aún dándoles la espalda-. Yo me quedo aquí.

Estoy en frente de mi casa. La cual alberga mis recuerdos, mis buenos y malos momentos, todo lo que dejé atrás hace años.

-No deberíamos de separarnos -trata de argumentar Neji. Pero aun saliendo de él, no voy a dar mi brazo a torcer. Es mi distrito, mi clan, y por ende, mi herencia.

-Yo me quedaré con _______ -dice Naruto, posicionándose a mi lado, colocando una mano en mi hombro y dándome una bonita sonrisa-. Vosotros ir con el Tsuchikage -hay una pausa, donde nadie habla-. ¡Confiad en mí! -hace un berrinche Naruto-. ¡Tengo veintidós años, no dieciséis!

-Está bien -acepta Shikamaru-. Volveremos en un rato.

Neji y Nara de van, dejándonos solos en frente de mi antiguo hogar. Miro a Naruto, quién me devuelve la mirada poco convencido. Al final, me armo de valor y entro. La casa está tal y como la recordaba. Aunque esté medio en ruinas, todavía se puede apreciar lo que alguna vez fue un hogar para alguien. Entre los escombros, lo primero que encuentro es una foto mía y de Deidara cuando éramos pequeños.

-¿Esos sois...?

-Mi hermano y yo, cuando éramos enanos...

Naruto coge la foto de mis manos, y la observa con detenimiento. Al cabo de dos minutos, me la devuelve.

-¡Eras súper adorable!

-No seas idiota Naruto. Anda, vamos a seguir.

El rubio no suelta foto, sino que se la guarda en el bolsillo de su chaqueta con la excusa de que no tiene fotos mías. Subimos lo poco que queda de escaleras, llegando a las habitaciones. Me quedo quieta en frente de la puerta de la que fue mi habitación. Me da miedo lo que pueda encontrarme, o mejor dicho, lo que no me encuentre. En este distrito están parte de mis recuerdos, buenos y malos, y no sé si ha sido buena idea removerlos así de repente.

-_______, no tienes por qué hacer ésto. Volvamos con Shikamaru -me dice Naruto, pero me niego. Tengo que ser capaz de afrontar mis miedos.

Empujo levemente la puerta, hasta que se abre del todo. Me da tristeza lo que veo, y por un momento, la imagen de esa habitación en su mayor esplendor pasa por mi cabeza. Las paredes rosa pastel, la cama siempre bien hecha, el armario todo desordenado... Ya no está. Ahora son simples escombros, como los de todo mi distrito. Naruto y yo nos ponemos a buscar cosas que hayan sobrevivido entre las otras cosas rotas.

-_______-exclama el rubio llamándome-, mira lo que he encontrado.

Me acerco a Naruto, que sostiene un viejo álbum de fotos. Nos sentamos en la cama, y abro el libro. Está sucio, y hay partes quemadas o rotas, pero aún se distinguen varias fotos. En la primera, aparece Deidara junto al tercer Tsuchikage. Él tiene una gran sonrisa, sin saber lo que le esperaría el futuro. En la segunda página, está él, sosteniendo a un pequeño bebé. Sonríe, mientras tiene el pulgar metido en la boca, y Deidara sonríe enternecido. ¿Así era yo? Qué niña tan alegre e ilusa... Si hubiera sabido en lo que me convertiría en el futuro...

-¡Naruto, _______! -grita Neji desde abajo-. ¡Bajad, que ya hemos acabado!

Guardo el álbum en mi mochila, y doy un último vistazo a la habitación antes de dejarla atrás.

En la salida se encuentran Neji y Shikamaru esperando.

-El Tsuchikage nos ha dado alojamiento para esta noche -nos informa Neji.

-Bien...

-¿Pasa algo, _______? -pregunta Shikamaru.

-No es nada -respondo.

Los cuatro nos dirigimos al hostal donde dormiremos esta noche, y después de dejar las cosas, nos vamos a cenar.

El viaje de vuelta a casa ha sido bastante ameno. Hablábamos de cosas sin sentido, mientras nos reíamos y lo pasábamos bien. Hacía tiempo que no estaba con ellos, y echaba de menos esa sensación de calidez.

-______, quédate un momento, por favor -me pide Kakashi después de que Neji, Naruto y Shikamaru se han ido.

-Dígame usted.

-Me gustaría que participases en una excursión que harán los niños de la academia. Iruka no puede ir porque se ha lesionado, así que necesitamos a alguien.

-¿Y por qué yo? -refunfuño-. Hay muchas otras personas que se les dan bien los niños, como a Sakura o Hinata. ¡Diles a ellas!

-Pero te he dicho a tí, porque sé que eres responsable y te harás bien cargo de los niños -mentira, que lo único que quiere es cargarme a los niños-. Además, soy el Hokage y debes obedecerme.

Y con eso, da la conversación por sentada. Resoplo molesta, pero antes de salir, me para y me dice:

-Dile a Neji Hyuga que vaya contigo. Así habrá más protección.

Ruedo los ojos y me voy. Ale, a buscar a Neji. Alegría... Seguramente esté con Narue pegada como una lapa. Esa chica... Es muy melosa para mi gusto.

Y tal y como pensaba, ahí están, en la sala de estar sentados en el suelo viendo la tele o yo qué sé qué. Otra vez ese molesto revuelo en el estómago.

No puedo evitar fruncir el ceño, ver esa escena me molesta bastante. Y sí, admito estar celosa. Y mucho. Porque si algo que no me gusta es que toquen lo que es mío...

Hyuga, siempre fue Hyuga »Neji y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora