5. Tinta y Papel

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Apareciste un día de llovizna gris,

De pronto me encontré con tu mirada llena de luz,

Volteaste y respondiste al verme sonreír,

Y el mundo fue un planeta un poco más humano y azul.

"Inolvidable"

Flavio César.


En su habitación, Ailian hundía el rostro entre los almohadones, Annie acariciaba su cabello con ternura y Archie miraba molesto el crucifijo roto.

Ya no llores... por favor... - musitaba Annie con voz quebrada

Ailian... déjame ver tu cuello

¡Archie!

¡Ya va Annie!... anda gatita, déjame mirar tu cuello – dijo con suavidad el jóven.

La pequeña obedeció, Archie levantó con suavidad su rostro y tocó con las yemas de los dedos los raspones ocasionados por la cadena de la que pendía la cruz, la niña entrecerró los ojos con dolor y se mordió suavemente el labio.

Justo como lo pensé... fue ella quien te agredió ¿verdad?

Ailian asintió con la cabeza y los ojos hinchados, gimoteando suavemente.

¡Tenemos que decirle a Terry! – replicó indignada Annie

¡No nos creerá! – aseveró su esposo

Pero... ¿entonces? – respondió confundida y abrazando fuerte a su sobrina

Ya encontraremos la manera – contestó entre dientes – juro que pagará por lo que hizo.

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Eleanor escuchaba atenta la versión de Sarah, mientras le aplicaba alcohol en la mordida y la vendaba con suavidad.

¡Te juro Terry que no sé qué le ocurrió!... yo sólo quería ver su pendiente...

El jóven se encontraba de espaldas a ellas, miraba con tristeza y culpa hacia la gente que paseaba por la calle, no sabía en quién creer y eso le molestaba sobremanera.

Hablaré con ella más tarde... cuando estemos solos. – sentenció

¡Oh! ¡por favor!... ¡no la retes!... así son los niños, algo celosos con sus pertenencias... ¡la culpa es mía!

¡Qué dulce que eres querida! – replicó conmovida Eleanor – Terry... quizás no debas ser tan duro... después de todo, creo que ha sido un malentendido ¿no es así Sarah?

Sí Eleanor... no ha pasado de un mal rato – asintió la morena

Siendo así y todo aclarado... los dejo solos.

Eleanor salió no sin darse cuenta de que Sarah la creía de su lado y en esos momentos se arrojaba a llorar en brazos de su hijo.

Así que crees que tienes la partida de tu lado ¿eh?... ¡Qué lista que eres!... pero no más que yo querida, no más que yo.

Eleanor había escuchado en silencio su relato, recreando mentalmente la escena, acumulando detalles que nadie había percibido: la foto arrugada de Candy que soltara Ailian al haber enfrentado a su padre, las llagas en el cuello de la niña y algo más que nadie había percibido, una sortija de compromiso en el anular izquierdo de la actriz.

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Tres meses transcurrieron de la pelea, Ailian se encerraba en su cuarto y no dirigía palabra alguna a su padre, su empecinado mutismo los alejaba día con día. Terrence se sentía culpable, se sentía solo, sin la risa de la niña no podía concentrarse y estaba triste, Sarah se aprovechó de eso.

Terry... ¿no crees que es hora de que hables con tu hija? – dijo Sarah

¿Hablar? ¿sobre qué?

¡Sobre nuestro compromiso obviamente!

Lo haré querida... lo haré.

Creo que tu hija no me quiere – dijo con un leve tono de sufrimiento

Cuando te conozca lo hará.

¿Me amas?

Sí Sarah... te amo – contestó no muy convencido.

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La habitación de la niña era grande, decorada en rosa claro y blanco, muñecas de porcelanas finas y de exóticas vestimentas adornaban los rincones, todas regalos de Albert y Archie, recuerdos de sus continuos viajes.

El dosel de la cama era de seda pura, igual que los sobrecamas, arcones de maderas finas albergaban ropa de dormir, los clósets resguardaban finos vestidos. En el tocador reposaba una sweet Candy casi deshojada y su aroma se confundía con el del perfume con que Dorothy impregnaba todas las cosas de Ailian.

La pequeña estaba sentada frente a la mesilla de estudio, en su libro abierto reposaba la arrugada foto de Candy, sus ojos tristes fijos en las nubes que seguían al sol, una mano en la mesa, la otra sosteniendo su mejilla.

Voy a casarme con Sarah en siete meses – le dijo sin preámbulos

Ailian cerró los ojos conteniendo una lágrima, no respondió.

A veces quisiera que no te parecieras a tu madre – replicó colérico - ¡eres igual de cabeza dura que ella!

La niña no se inmutó. Por un momento, Terry pensó que lo testaruda no era herencia de Candy, sino suya.

Será mejor que comiences a llevarla bien con ella, no toleraré otro incidente más entre ambas... ¿entendido?

Al no obtener respuesta dio media vuelta, cuestionándose por primera vez si no estaría equivocado en su elección. Ailian tomó una de sus muñecas y la aventó con frustración hacia la puerta.

Te odio... te odio... - sollozó – mamá... llévame contigo... por favor...

Esa noche, se celebró el compromiso de Terry con Sarah, toda la compañía estaba feliz de que el actor por fin decidiera rehacer su vida.

Albert estaba al tanto del incidente ocasionado por Sarah, al igual que Archie, Annie y Eleanor, solamente se limitaba a observar y callar, en espera de poder actuar en el momento justo.

¿Cree que eso sea necesario? – musitó Eleanor a Albert

Sí, nos permitirá actuar con mayor libertad – sentenció al tiempo que brindaban por la felicidad de la pareja.


TINTA  Y  PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora