CAPÍTULO 4

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-Señorita, su abuelo la espera para cenar.-indicó mi nana tras la puerta.
-En un momento bajo Kathy.- gruñí mientras me volteaba boca abajo en la cama, solo quería dormir.

Con todo lo del tatuaje se me olvidó que dejé a Luna plantada, ni siquiera le avisé, pero siendo yo eso me importaba una mierda, aunque si ella me lo hubiera echo, ahorita estaría pensando como aventarla de un precipicio quizá no la aventaría en realidad -aunque ganas no me faltan-, pero si la expondría de alguna forma.

En mi camino hacia el comedor, iba tarareando una canción, una que constantemente escuchaba entre sueños, van varias noches seguidas que aparecía y aún no lograba ubicar de donde la había escuchado antes.

-Hola Señor "O" -saludé a mi abuelo, besando su frente, me encontraba en un estado de ánimo medio.
-Señorita "A" ya apareció.-contestó él haciendo a un lado el periódico que leía.

Se refería a que de nuevo le decía señor "O", es una larga historia, recuerdo que cuando era pequeña y él me cuidaba, me cantaba una tonta canción, que en realidad no decía nada, pero me gustaba. Era como nuestra canción, ella nos identificaba de algún modo.

"Abuelito O, Elenita A, Hola señorita A, la saluda el Señor O."

Reí tontamente, puesto que me visualicé sentada en su regazo cantando esa canción, creo que tenía unos 3 o 4 años, mi sonrisa se esfumó cuando intenté recordar más, esas épocas fueron de las mejores en mi vida, todo era felicidad, pero pareciera que las hubieran arrancado de mi, lanzándome a un mundo gris y oscuro.

-¿Qué sucede? -cuestionó cuando vio que mi sonrisa desapareció.
-Abuelo, siempre que recuerdo eso, hay algo que me distrae.-le contesté sentándome a su lado, coloqué la servilleta de tela en mis piernas.
-Lena ya basta, no pienses más, solo déjalo ir. -dijo serio.
-No, lo juro, recuerdo que cantamos, pero hay una voz más, es femenina, me dice "Mi pequeña Elena".
-Siéntate a cenar, ya olvida eso. -su semblante se endureció.

Noté que se puso más serio y pasó saliva abruptamente, me removí en mi lugar y seguí haciendo esfuerzos, bueno ahora puedo saber que la voz es femenina, mi mamá no era, no es su tono de voz.
Mi abuelo terminó de cenar y se paró bruscamente de la mesa, yo no había probado bocado, el hambre se había esfumado.

Subí a mi habitación, quería desaparecer los recuerdos pero éstos llegaban solos, me recosté intentando olvidar, pero era imposible tenía un pasado tan oscuro y retorcido que nada podría ser olvidado, mucho menos superado, supongo que no descansaré hasta arrastrar algún alma pura a mi abismo, después de un buen rato sumida en la nada recordé mi celular, lo tomé y vi que tenía un mensaje.

"Mañana nos vemos en nuestro primer día de clases."

Mierda

Se me había olvidado que mañana entro a la escuela, me paré de mala gana y abrí mi closet, no sé que demonios me pondré, no es que me importe mucho mi apariencia, pero en algo tengo que ocupar mi mente.
Después de 1 hora, mi cuarto tenía aspecto de que lo habían asaltado, tenía ropa tirada por todos lados, en mi cama había una gran montaña de prendas que lancé a ningún lado y aún así seguía sin decidirme porque usar.

-Dios, soy tan infeliz, no tengo ropa- sollocé agrandando el problema.

No, la verdad lo dije sarcásticamente, no soy de dramas, bueno al menos de dramas de ropa no, para lo demás si, me encantan los dramas, y más si soy la víctima o si tengo que fingirme víctima. ¿Cómo me irá en mi primer día?, espero no tener que lidiar con idiotas, porque sinceramente no soportaría eso, mucho menos soportaré a las barbies que quieran meterse en mi camino, East High conocerá a Lena Smith, y podrá amarla u odiarla, pero de las dos formas jamás querrán tenerme lejos.

Mientras seguía rebuscando en mi no tan amplio guardaropa, lancé una blusa que me llamó la atención, era simple, blanca con solo unos ojos femeninos en tono celeste en el frente, me paré del suelo y caminé hacia donde había caído, no recordaba haberla visto antes, pero lo que si recordaba era haber visto un par de ojos celestes antes, y de echo le pertenecían a un chico rubio que no había visto jamás por estos rumbos, no era que le hubiese puesto mucha atención, pero su mirada era tan, ni siquiera tenía alguna palabra para relacionar aquella mirada, solo podría decir que era difícil de olvidar, pero en mi caso, mañana al despertar quizá ni siquiera recordaré estos estúpidos pensamientos que estoy teniendo ahorita. 

Eres lo único que quiero (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora