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Te conocí hace unos cuatro meses, parece poco tiempo, pero ha sido tan intensa mi vida en este tiempo que parece algo eterno. Me pareciste el niño más guapo y más sorprendente que podía conocer, pero probablemente también el que más lejos de mi alcance podría estar. Te veía como mi amor platónico, íbamos a tu casa, te veía y me daban muchas ganas de estar cerca tuya, de hablar contigo y de que nos olvidasemos de toda nuestra vida. Pasó el tiempo y seguimos siendo los mismos 3 que quedábamos, nos hicimos los 3 inseparables. Es gracioso porque mientras que él me gustaba, tú me parecías tan inalcanzable que solo te veía como a un amigo, aunque claro, un amigo al que te encantaría besar. Más tarde eras tú el que estaba ahí cuando estaba mal, el que me abrazaba, el que me hacía compañía, el que me escuchaba. Hace casi dos meses que nos besamos, pero tampoco había dejado de besarle a él hasta hace un mes. Jamás pensé que tú pudieras interesarte en mi, simplemente pensaba que era alguien para entretenerse. A día de hoy, me encantas, me vuelves loca y me fascinas. He podido conocer un 10% de ti, te he visto más débil que nadie y te he visto tan emocionado que ni te lo creías, escribo esto con la piel erizándoseme. Y sé que no estoy diciendo nada, pero para mí por dentro estoy diciendo tanto que me llena, casi tanto como lo que consigues llenarme tú.

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