Nico

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Nico era mi mejor amigo, llevábamos en la misma clase desde el jardín de infancia y además vivíamos en la misma calle, a sólo un par de casas de distancia el uno del otro; por si eso fuera poco, nuestros padres tenían más o menos la misma edad y habían congeniado enseguida, con lo que nos veíamos mucho con su familia.

Lamentablemente los padres de Nico se separaron cuando él tenía 10 años, y su padre se había ido a vivir fuera por motivos de trabajo. Su madre era comercial en una compañía de tejidos y solía irse a pasar temporadas a París, la India, China... y cuando eso ocurría Nico se quedaba en nuestra casa. Hacía ya tres años de la separación y aunque lo pasó mal un tiempo ya volvía ser el de siempre. Me encantaba que se quedara en mi casa, los dos somos hijos únicos y en cierto modo es como un hermano para mí.

–No me digas que usas sujetador –dijo riéndose mientras cogía el sujetador que yo había puesto en el montón de ropa que pensaba ponerme al día siguiente. –Si no tienes nada que sujetar.

–Tengo 13 años, ¿qué esperabas? –dije quitándole el sujetador de la mano.

–Bueno, Sabela también tiene 13 años y... como siga así en un par de meses se puede ordeñar.

–Vale, que bruto eres. Pero claro, ella está gordita... al fin y al cabo las tetas son grasa, mientras más gorda estás lo normal es que tengas más pecho.

–... que suave has sido con lo de gordita, ¿no? –se rió mientras se sentaba en su cama, al lado de la mía –de todas formas es un punto a su favor, igual tenías que plantearte lo de engordar un poco.

–Pues que sepas que hay a muchos a los que no les importa que tenga poco pecho, de momento –quise recalcar el "de momento" porque esperaba que no se quedaran así para siempre –Manu quiere que quedemos para ir al cine, los dos solos.

–Va, porque Manu aún es un crío, sólo piensa en lo bonita que estarías mientras paseáis cogidos de la mano por el parque.

–A claro, y tú no piensas en eso, ¿no? ¿tú en qué piensas?

–Pues en lo guay que tiene que ser poder tocar unas buenas tetas, mmm... tiene que estar genial –gesticuló simulando tener unos pechos en las manos y mordiéndose el labio inferior como hacía cuando algo le gustaba mucho. –¿A ti no te gusta tocártelas? Yo estaría todo el día. Si te pregunto si me dejas tocártelas no va a colar ¿verdad?

–¡Claro que no! y menos con esa cara de pervertido, además, no era que yo no tenía. Pues nada, nada, a intentarlo con Sabela... aunque creo que tendrás que hacer eso de ir de la manito por el parque antes de que te deje meterle mano.

–¡¿Eso quiere decir que después de lo del paseíto con Manu vas a dejar que te toque?! Que cruel, pensar en dejarle a él y no a mí que te quiero mucho más.

–Para empezar, baja la voz no vaya a ser que mis padres oigan estas cosas y lo flipen. Segundo, yo no he quedado con Manu para pasear, me ha invitado al cine y aún no le he dicho que sí; y por último, no puedes quejarte, me has dicho que Sabela tiene más puntos que yo.

–Ya, ya... como si no supieras que era broma, sabes que estás a años luz de ella, eres sin duda alguna mi favorita –saltó desde su cama a la mía, me empujó para tumbarme y se tumbó sobre mí –eres la más guapa de clase, ¿qué digo de clase?, del instituto entero, ¿qué digo del instituto?, de toda la ciudad...

–Antes de que sigas... la respuesta sigue siendo no, no puedes tocarme.

–¡Qué cruel!, ahora verás –y empezó a hacerme cosquillas, y tengo muchísimas cosquillas. Mi hizo cosquillas hasta hacerme llorar de la risa y un poco más. –Bueno, voy a mear. –Se levantó y yo aproveché para recuperar la compostura y volver a sentarme. –Si quieres puedes venirte, y ves si hay algo que te guste.

–Seguro que si te digo que sí te quedas todo cortado.

–Prueba.

–Paso, no vaya a ser.

–Acojonada.

Siempre estábamos así, mis amigas opinaban que teníamos demasiada confianza y que en realidad yo le gustaba de verdad, y que, aunque yo lo negase diciendo que sólo éramos amigos, lo cierto es que a mí también me gustaba él. Sinceramente eso no me preocupaba, nuestra relación, fuera como fuera, era cómoda; podía hablar con él de lo que fuera y dijera lo que dijera nunca había momentos incómodos entre nosotros. Estaba segura que muchos de los comentarios de mis amigas eran fruto de los celos, o de que simplemente no entendían nuestra relación.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora