《Treinta》

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Joel observa a su amigo que llevaba apenas dos horas dormido, y era casi de mañana.

Desde que había llegado en la noche lo único que pudo hacer fue abrazarlo porque no salían palabras correctas para explicarle lo que había sucedido.

"Chris se irá"  fue lo único que entendió, y eso había sido suficiente para guardarle un rencor casi eterno al castaño. Cree que era mejor opción siendo mejores amigos cómo antes que teniendo una relación en la que cada dos por tres uno de ellos sale herido.

Levantándose de la cama se dirigió a la ventana para cerrar un poco las cortinas y no despertar a Zabdiel, era obvio que no iba a asistir a clases, y él tampoco, se quedaría a apoyar a su amigo. Le echó un vistazo antes de salir de su cuarto para ir a donde tenía pensado, cerró la puerta de la casa viendo lo temprano que era, yendo al parque para cruzarlo por el medio y no tener que rodearlo.

Se sube a uno de los bordes del angosto camino que decora el parque, y se ríe sólo al intentar mantener el equilibro mientras camina, cuando nota algo tirado en el césped. Se agacha con curiosidad y lo ve; era un celular con la pantalla totalmente rota.

Lo revisa girándolo y su funda de plástico negro tiene dibujado con un corrector dos iniciales que conoce bien, que le recuerdan a algo que hizo el rizado en una travesura y lo verifica cuando la pantalla prende, dejando ver en medio del vidrio roto, una foto de Zabdiel.

-El celular de Chris -susurró para sí mismo, frunciendo el ceño- maldito estúpido -escupió con enojo, retomando su caminata más apurado.

Le toma pocos minutos llegar a su casa por lo rápido con sus pies se movieron, y sin importarle la hora toca la puerta repetidas veces con fuerza. Su enojo es mayor.

-¿Qué mierda...? -Vélez calla al ver a Joel- ¿y tú qué quieres?

-¿Cierras la puerta? Quiero tener una conversación privada contigo -dijo con calma.

Cuando Chris cerró la  puerta detrás suyo y bajó los escalones de la entrada con el ceño fruncido, Joel le tiró el celular en el rostro haciéndole ladear este. El castaño tardó unos segundos en voltear a mirarlo.

-Grave error -dijo con voz neutra. Con sus dos manos de repente empujó al menor tirándolo al suelo con brusquedad- te advertí que no te metieras conmigo.

-Yo te advertí que no le hicieras daño a Zabdiel -aún en el suelo tocó su codo con un gesto de dolor- bastardo, ¿Crees que es bonito estar toda la noche consolando a tu mejor amigo porque su estúpido novio le hizo alguna cosa? Déjame decirte que no lo es y lo que le afecta a él, me afecta a mí.

-Escucha, mocoso, ni siquiera sabes que sucedió, así que no te metas en asuntos ajenos. Pasaré por Zabdiel en unas horas.

-¿Lo necesitas de amuleto en tu partido?

-No es un puto juguete.

-Traté de llevar las cosas en paz contigo -dijo cuando pudo levantarse- por Zabdiel, pero tú no ayudas.

-¡No es un puto juguete!

-¡¿Entonces por qué mierda lo lastimas?!

-¡Me iré! En dos meses me iré y él no quiere eso. Yo tampoco quiero dejarlo -bufó, sentándose en los escalones.

El silencio duro un momento en el que observó sus pies descalzos sobre el césped corto. Sus ojos divagaron por la calle vacía, sintiendo una mano en su hombro desnudo.

Sacudió su hombro con brusquedad para que dejara de tocarlo.

-No me toques.

-Si, lo siento. Oye, ambos nos odiamos, esa es una cosa en común -se encogió de hombros a su lado- ¿y sabes qué más tenemos en común? -preguntó, recibiendo un silencio- a Zabdiel.

-Zabdiel es mío, ¿con qué derecho dices eso?

-Soy su mejor amigo.

-Yo soy su mejor amigo.

-Eras -corrigió- luego fuiste su novio y aquí están, tú acabas de romper su corazón diciéndole que lo dejarás sólo. Y él te perdonará enseguida porque cuando te ve te conviertes en su persona favorita...

Mientras Joel hablaba la presión en el pecho de Chris crecía.

-...porque eres una de las cosas más importantes que tiene en su vida aunque sea un jodido puberto al igual que yo. No puedo creer que vio en un imbécil como tú.

-Guapura de la pura, papi.

-Le gusta la forma en la que actúas con él, frentón. ¿Sabías que cree que tus ojos son los más hermosos del planeta? -rodó los  ojos- yo los veo color caca.

-Miel -corrigió entre dientes.

-Café.

-Vete al diablo.

-Tú también.

-Mocoso.

-Idiota.

-No sé que hacer -suspiró, arrancando un pasto para jugar con él entre sus dedos.

-No hay nada que hacer, Chris. ¿A donde te irás?

-A Washington.

-Mierda, ¿por qué tan lejos?

-Tienen lo que quiero para los próximos cuatro años. Vería a Zabdiel en las vacaciones de otoño y en las fiestas.

-Odio decirlo pero...te doy la razón.

-¿En qué?

-Zabdiel debe entenderlo, pero está tan aferrado a ti ¿qué diablos le hiciste? Eres un calentón.

Christopher rió en voz baja, levantando su mirada para ver al frente, sonriendo.

-Saca la mejor parte de mí.

Único ➳ Chrisdiel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora