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FINAL.


Los días transcurrían con lentitud y poco a poco se volvían mas deprimentes, sin quererlo así. Ojeras se formaban bajo los ojos cansados, vasos de café vacíos en los muebles de la habitación de hospital y unas pocas sonrisas salían a flote cuando dos niños pisaban el lugar para animar el ambiente.

Sin embargo, aquel día Christopher fue fuerte por todos y sacó con dificultad a Zabdiel y los niños de ahí, con ayuda de Erick. Nadie esperaba, que una mañana el cuerpo de la mujer se encontrase inerte. Los médicos suspiraron porque esa era la peor parte de ejercer su profesión; tener que dar las pésimas noticias a quien no las espera. A quien no quiere oirlas. Como se había enterado anteriormente, Danna no tenía familia, por lo tanto, decidió hacerse cargo de lo que hacía falta para dar una última despedida a quien fue el soporte que Zabdiel necesitaba cuando no estuvo, y por ser una buena madre para criar a dos maravillosos hijos como lo eran Christopher y Christian, dos personas que pusieron de cabeza su vida, sin embargo, fue para bien.

Zabdiel tiró la primera parte de tierra húmeda para cubrir la caja de madera blanca, con miles de sentimientos y mucho que agradecer. Se prometió llevarle rosas del mismo color claro cada semana y cuidar como fuese a sus dos pequeños. Vélez tomó su mano dando un apretón y quitándole la pala, antes de pedirle a Erick como la mirada, que lo ayudase a terminar de cubrir el ataúd, despidiéndose una vez mas para quedar con el recuerdo a aquella única charla que compartió con la mujer.

En el cementerio sólo eran Zabdiel, Chris, Erick y Richard con su novia. Joel había asegurado que cuidaria muy bien a los gemelos, quedándose en casa.

Los días siguientes pasaron con mas rapidez, y estaban desalojando el apartamento que ocupaba Danna, cuando recibieron una visita inesperada. Un hombre de Asistencia Social de porte serio y profesional con una carta en mano.

-"Ellos estarán bien en una casa hogar". Fue lo que escuchó, que aunque hubiese sonado sutil, había arruinado su día. Intentaron que no los lleven, pero era la ley.

Mas tarde, Chris, sin poder ver a su novio llorar de tristeza, buscó una solución con ayuda de Richard para poder volver a tener a los niños con ellos.

-"Danna García dejó un testamento, en el que apunta que ante cualquier tragedia, Christian y Christopher quedarían a cargo de Zabdiel de Jesús y Christopher Vélez. Sin embargo, para que esto suceda deberían tener un vínculo aprobado por la ley."

La fémina sentada detrás del escritorio levantó la mirada del papel para mirar la expresión de sorpresa de Vélez. Estaba seguro de que Zabdiel tampoco estaba enterado de lo que había escrito ahí.

Sin poder evitarlo, su corazón latio fuerte al pensar en una unión oficial a sus veintitantos años, y con Zabdiel. ¿Quién espera dos hijos y un matrimonio tan pronto? Se preguntó, además el menor aún no llegaba a las dos décadas de edad. Pero lo pensó, lo estudió, lo pensó mas junto a Richard y decidió que ya no tendría mas miedo, mientras busque su felicidad y de las personas que ama.

Le tomó una semana mas preparar algo decente con una pequeña cada cuadrada en el bolsillo de su pantalón. Usó su mejor vestimenta y agachado adelante de la mesita ratona prendió dos velas, sonriendo un poco cuando el, de nuevo, rizado llegó de la Universidad, encontrando en la sala las luces apagadas y dos platos de pasta. Miró a Chris arqueando una ceja.

Lo único que éste dijo fue:

-Ahora soy famoso, no nos conviene salir a un restaurante.

Zabdiel sonrió, dejando su bolso en el piso para sentarse entre las almohadas frente al mayor.  Disfrutaron la cena entre risas y sonrisas que pudo sacarle, y unos besos. Hasta que Chris volvió de dejar los platos en la cocina y se sentó de nuevo en su lugar, mirando a Zabdiel fijamente.

Contempló sus pequeños ojos brillosos de diversión por la manera en que estaba siendo observado, su cabello esponjoso que le gustaba acariciar cuando lo veía dormir y sus labios rosados de lo que se consideraba dueño. Soltó un suspiro enamorado, con su estómago estremecido de miedo por ser rechazado y feliz de vivir otro momento especial junto a él.

-¿Qué...?

-¿Quieres casarte conmigo?

. • ° ° • •☆

-...por último, firmen aquí.

Zabdiel apretó el agarre en la mano del mayor, viéndolo dejar el bolígrafo de lado después de dejar su firma.

-Te vez muy guapo siendo mi esposo -sonrió de lado el mas alto.

-Lamento no decir lo mismo.

Zabdiel golpeó el brazo de Vélez, escuchando su risa. Lo tomó por los lados del cuello de la camisa que vestía para atraerlo de sopetón a sus labios, con los aplausos de fondo.

-Su unión está sellada, felicidades.

Christopher rodeó con ambos brazos el cuello de Zabdiel, sonriendo sobre su boca. La expresión de estupefacción del rostro del menor no la olvidaría, cuando le hizo aquella pregunta; aún estaba en plenos estudios, con un trabajo de medio tiempo, y con diecinueve años. El temor casi le gana, sin embargo, ahí estaban.

-¿Vamos por nuestros pequeños?

Chris asintió entre besos, sintiendo el arroz en su cabello.






Su amor sabía a locura, a ternura,  a enojo y a riesgos, por eso creían, que este era único.






-Fin.




P

utazos aquí.

Amor aquí.












Único ➳ Chrisdiel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora