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Una semana. El día de navidad se les echaba encima. Alex tenia todo preparado para disfrutar de las fiestas junto a su madre, aunque había cambiado tanto los últimos meses que sabia que aquellas navidades no serian igual que las anteriores. Miraba a su madre arreglándose para irse a trabajar y ella esquivaba su propio reflejo. Llevaba un par de semanas sin mirarse al espejo, sabia que no podía evitar la realidad, ni ignorar que el reflejo lleno de la sangre de aquellos hombres que había matado era el suyo. Las pesadillas cesaban con cada pastilla que tomaba pero el recuerdo la atormentaba día tras día hasta el punto en el que no podía vivir una vida tranquila sin una de las pastillas que Harry y Louis le proporcionaban.

Jack decoraba su casa. Colocaba los calcetines navideños colgando de la chimenea de piedra, sin dejar de pensar que aquellas navidades no serian lo mismo sin su hermano. Tragaba una anfetamina por cada recuerdo. Soltaba una lagrima por cada "te quiero" falso que el viento le dedico a su corta vida. Rechinaba los dientes por cada abrazo regalado que ahora congelaba el pensamiento. No coloco el árbol de navidad, eso era cosa de Harry. Miraba las fotografías del moreno escuchando villancicos que parecían vacunas contra la melancolía.

Harry se sentaba frente a la chimenea de la casa en la colina, de la cual colgaba la foto de familia. Botella de Bourbon en mano,  gafas de sol que lo inundaban de oscuridad cubriendo sus ojos, una navaja chorreando sangre en el suelo y una mano infectada a medio abrir combinada con unas mejillas empapadas. Todo aquello mezclado con el dolor físico, que molestaba menos que el interno. La  mirada se le perdían en los agujeros negros de su hermana que no expresaban nada y parecían absorber la esencia del moreno.

Louis visitaba a su madre excusándose por que, un año mas, no iba a poder pasar las navidades con su familia. Ayudaba a sus hermanas a decorar la casa, las veía mas mayores y se odiaba por no poder verlas crecer, pero sabia que ellas llevaban la vida que llevaban gracias a su trabajo en la mafia. Pensaba en los Styles y en el abismo que los separaba; las diferencias entre Alex y Harry, que parecían unirlos mas que las cosas que tenían en común. Pensó en Jack, en lo que estaría haciendo y si debía preocuparse por no haber logrado contactar con ella unas horas atrás. Harry taladraba la mente del castaño. A la vista estaba que su amigo no estaba bien y no se perdonaba no estar junto a el en aquel mismo instante.

Zayn se reunía con sus amigos para planear el nuevo golpe que darían en contra de los Styles, debían aprovechar la situación. La mafia de los Fallen estaba dividida, estaba rota, débil. Louis estaba en Inglaterra visitando a su familia, por lo que estaba fuera del mapa. Harry encerrado en el silencio, ahogándose en alcohol hasta el punto en el que no podía ponerse en pie. Jack estaba rota, sobreviviendo a base de anfetaminas que la dejaban fuera de juego. Liam se había quedado a cargo del purgatorio y Niall a cargo de la mercancía (la que debía repartirse en Los Ángeles, la que debía salir del país sin ser avistada y la que entraba en América de Ámsterdam), lo que los mantenía lo suficientemente ocupados como para notar que los hilos se movían a su alrededor. Styles dejo al cargo de las peleas callejeras a dos subordinados y confió en que los Leto se harían cargo del robo de coches y su venta fuera del país, lo que les reafirmaba que tendrían, casi, vía libre.

La rubia subió al autobús que la llevaría al centro comercial donde su madre la había enviado a hacer la compra de navidad. Harry, subido en su moto bajo la lluvia, se dirigía en la misma dirección con una mínima embriaguez. Alex caminaba calle abajo, en la misma dirección, con el paraguas colgando de su brazo, prefiriendo la colisión de mil gotas de agua a no sentir nada. Malik, montado en su coche, decidió que aquel era el día perfecto para terminar con las compras de navidad.

Harry y Zayn coincidieron en el aparcamiento del centro comercial, la sonrisa burlona en la cara de Malik provocaba en Harry un deseo de asesinarlo. Subieron en el mismo ascensor pero no se dirigieron la palabra por no montar el espectáculo, aunque la sonrisa de Zayn no desapareció. Vio a Harry peor que nunca. Las gafas de sol cubrían sus ojos hinchados por la falta de sueño, los temblores y la bajada de temperatura debido a la infección y al alcohol parecían espasmos, la respiración entrecortada y la mano vendada que mostraba rastros de sangre seca.

Devilish Eyes.Where stories live. Discover now