C u a t r o

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A la mañana siguiente, Namjoon despertó en su departamento con un horrible dolor de cabeza a causa de la resaca y con un punzante ardor en su cuello, creyendo que había dormido en una mala posición.

Bostezó por varios minutos, tallando sus ojos y maldiciendo a todo aquel que le había ofrecido una cerveza y que él estúpidamente siempre aceptó. Ese era su dilema todos los días después de una buena fiesta, con buenas aventuras de solo una noche y del dolor matutino al recibir la luz del sol directo a su cara por dejar las cortinas abiertas.

Pero no había sol molestándole, tampoco la típica sensación de acaparar la inmensidad que tenía por cama y mucho menos la añorada necesidad de encender la calefacción por culpa de su friolento cuerpo por las mañanas.

No había nada de eso, en cambio, el cuarto se encontraba a oscuras, sentía un pequeño cuerpo cálido abrazándolo por la espalda y toda su recamara estaba impregnada por ese delicioso olor a lavanda que lo llevaba con nostalgia a su niñez.

Un momento... ¿Lavanda, cuerpo, calidez?

Intentó salir del abrazo, llevándose la sorpresa que esos delgados brazos eran más fuertes que él y que una pierna invasora rodeaba su cintura para evitar su escape. No se hubiera asustado... si la chica detrás de él no hubiera comenzado a oler su nuca y repartir pequeñas lamidas y besos húmedos justo en la zona que le dolía.

Inspiró hondo y luego lo soltó de una manera tan relajante, alzando todos los vellos de su nuca por la estimulante sensación, asustándolo un poco más al sentirse tan despierto y muy emocionado por el toque.

— Jonnie... Jonnie... mío. —un escalofrío viajó por toda su espalda baja, sintiendo la peligrosa necesidad de besar con lujuria a la dueña de tan suave pero demandante voz.

Lentamente se dio vuelta aún bajo el posesivo abrazo de la fémina, sorprendiéndose al reconocer a la chica. Era la misma que había vestido un overol infantil, pero sexy, en la fiesta de anoche.

No recordaba su nombre, puntos menos para él. Pero nunca olvidaría esos ojos chocolate sin lentillas que ahora mismo le veían como si fuera el mundo entero, su mundo.

— Jonnie...

— H-hola. B-buenos días. —sonrió, mostrando sus dientes pequeños, y subiendo en un instante a su abdomen, dejando que la sábana resbalara de manera sensual por su espalda revelando su desnudes y lo lindos que eran sus pechos. — Woowoo, e-espera. N-no juguemos tan temprano. —era irreal que él, Kim Namjoon, el sexy asiático de París, estuviera nervioso por una chica que no tenía vergüenza en pedirle una ronda mañanera. — ¿C-cómo llegamos al-

Ella le calló, poniendo su dedo índice sobre sus labios y sonriendo de lo más inocente. El pelirrosa ya tenía un problema allí abajo, pero la castaña se había salido de encima para irse, desnuda, hasta la estancia, lugar donde posiblemente estén sus ropas.

Y donde Namjoon ingenuamente pensó que la chica querría su "buenos días".

Le siguió, anticipando toda la acción que según él tendrían. Pero al pasar por el pequeño espejo del pasillo dio un brinco de susto, dándose cuenta por primera vez de los profundos rasguños en su espalda y la rosada y un poco morada mordida en su cuello. Era grande, y no se parecía a ningún chupón que haya recibido antes.

— ¡Jonnie!

La linda castaña, obviamente más bajita que él, brincó a sus brazos, siendo ahora ambos quienes se miraran en el espejo.

Y Namjoon soltó el grito menos varonil en toda su vida al ver como los lindos ojitos chocolates se tornaban rojos... y como los suyos se tornaban azules.

¿¡Qué mierda está pasando aquí!?   

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Pink Lips (KNJ) #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora