Un plan perfecto

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Después de quitarle el zapato izquierdo a Sergio, Sofía sacó una caja debajo del sillón en el que estaban sentados. De la caja sacó una aguja médica, con cuidado busco una vena en el pie de Sergio e inyectando la aguja comenzó a sacar un poco se sangre de su vena. Sofía sabía lo que tenía que hacer, ya que una de las profesiones que planeaba estudiar era medicina y ella tenía talento para aprender rápido las cosas que le interesaban.

— Pensé que podría despertar con el dolor de la inyección. — Dijo Sofía en voz alta al terminar, hablando más para sí misma que para los demonios. — lo bueno que no fue así.

Después de volver a colocar el zapato en el pie de Sergio nuevamente, Sofía tomó un pequeño recipiente cilíndrico de plástico de la caja y ahí vertió la sangre de Sergio. Una vez que se aseguró que el recipiente estaba completamente sellado le ató un listón.

— Ahora, — comenzó a decir Sofía. — esta es la parte complicada...

— Creo que ya entiendo lo que piensas hacer. — Le dijo Zikel emocionado. —Pienso que si va a funcionar.

— Aun no entiendo. — Dijo Tao confundido, sin dejar de ver el recipiente.

— Colocaré este recipiente sobre tu cuello y harás ese truco donde confundes la atadura y le haces creer que la esencia de este recipiente es el verdadero Sergio. — Le explicó Sofía con una sonrisa— Ahora, bien, lo complicado va a ser saber si en verdad puedo poner esto sobre tu cuello ya que yo no te puedo tocar. — Continuó explicando mientras se acercaba a Tao aún más y lo observaba con detenimiento. — Se supone que ustedes si pueden tocar objetos inanimados, no los pueden mover, pero si esto está sobre tu cuello técnicamente no lo estarías moviendo. Lo malo va a ser que las personas van a estar ahora viendo un cilindro de sangre flotante.

— Creo que si vamos a lograr cubrir el cilindro con nuestra armadura. — Le contestó Zikel.

— ¿Armadura? — Preguntó sorprendida, todo este tiempo había pensado que los demonios caminaban desnudos por todos lados. Aunque pensándolo bien, nunca había visto nada que se pareciera a un aparato reproductor ya fuera masculino o femenino. Sofía se estremeció al imaginarlo, y agradeció que todo este tiempo los demonios hubieran estado en realidad vestidos.

— Armaduras— explicó Zikel— toman la forma y color de nuestro físico, pero nos protegen de ataques externos que podrían dañar a nuestro cuerpo.

— Bueno, — Le ordenó Sofía a Tao— entonces levanta la armadura, quítatela o lo que sea.

Obedeciendo, Tao desprendió de su torso, algo que parecía ser como otra capa de piel escamosa, sin tocarlo Sofía colocó el recipiente sobre el cuello de Tao. Y con un suspiro de alivio se dio cuenta de que su plan había funcionado, el recipiente si se sostuvo en su lugar. Después, Tao cambió su atadura para que estuviera conectada al recipiente cilíndrico en lugar de a Sergio, para al final volverse a colocar la armadura.

— Bien. — Dijo Sofía sonriendo de satisfacción. — Ahora a despertar a Sergio.

Un demonio en mi habitación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora