Sofía está loca

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Sofía estaba sentada en la cocina desayunando cuando su padre entró y le dio los buenos días. Sofía lo miro y sin devolverle el saludo continuó con su desayuno como si se encontrará sola.

— ¿Cuándo me vas a perdonar? — Le preguntó de pronto su padre desesperadamente. Sofía se rió en un tono burlón y siguió comiendo.

— No te voy a perdonar nunca. — Le contestó firmemente a su padre después de un momento. Al escucharla su padre se quedó inmóvil, su cara reflejaba una profunda tristeza. Sofía se dio cuenta de que en este último año el cabello negro se su padre había comenzado a llenarse de canas, y su rostro de arrugas. Sofía sonrió, su padre estaba sufriendo y eso le causaba satisfacción.

— Nunca quise que tu madre muriera. — comenzó a decirle su padre disculpándose. Sofía se burló de nuevo.

— ¿Por qué todos los hombres serán tan simples? — Le preguntó Sofía a Zikel sorprendiendolo. No le importó que su padre la mirara hablado con aparentemente nadie.

— Para mí, todos los humanos me parecen simples. — Le respondió Zikel con un tono seco. A pesar de lo que acababa de decir, un poco de interés de saber que era lo que Sofía pretendía se incendió dentro de él.

— ¿Estas bien? — Le preguntó su padre un poco asustado, al ver que Sofía mantenía una conversación con alguien invisible.

— No estoy loca. — Le respondió fríamente a su padre— Si eso es lo que te preocupa, puedes tener la seguridad de que no estoy loca.

— Yo no estaría tan seguro. — Le dijo Zikel riendo.

— ¿Por qué no te callas? — Le gritó enfadada a Zikel.

— Hija, — comenzó a decir su padre mirándola asustado— yo haría cualquier cosa por ayudarte a superar la muerte de tu madre...

— ¡Que no! — Le gritó a su padre furiosa— ¿Qué no entiendes que no me importa su muerte? Si algo tengo que agradecerte de ese accidente es que la hayas matado a ella. — Con cada palabra que pronunciaba, su padre se daba cuenta más y más de lo que ya había sospechado desde hacía mucho tiempo. Su hija era un monstruo. — Por mi mejor que se haya muerto la vieja loca esa. ¡Porque créeme, ella si estaba loca! No como yo. Era ella quien se la pasaba con una Biblia en la mano rezando a personajes ficticios. El mundo es un lugar mejor sin esa vieja loca, fanática de cuarta.

— No hables así de tu...

— Tu no me vas a decir cómo voy o no voy a dejar de hablar de mi madre. — Lo volvió a interrumpir nuevamente. — Ojalá que tú también te hubieras muerto junto con ella. No tienes ni idea de lo mucho que desearía que estuvieras muerto, porque toda esa locura que según tú piensas que yo tengo te la debo a ti.— Sofía podía escuchar ahora la risa de Zikel que burlonamente disfrutaba el espectáculo.— Por tu culpa es que los puedo ver a ellos, y escucharlos.— Le dijo apuntando hacia Zikel, quien no paraba de reír, lo cual hacía que se pusiera aún más furiosa.— Por tu culpa es que en verdad estuve a punto de volverme loca. Por eso no te voy a perdonar nunca.

— ¿Ver a quién? ¿Qué es lo que ves? — Preguntó su padre aterrado, mientras tontamente dirigía su mirada por toda la habitación, como si esperara que de pronto algo se fuera aparecer. El ver a su padre asustado le causaba algo de gracia a Sofía, quien ahora sonreía de forma maléfica. Había logrado lo que quería, hacer que su padre le tuviera miedo.

— Eso no importa. — Le dijo ya un poco más calmada, su episodio de furia incontenible estaba pasando. — Lo que si tienes que saber es que si aún no estás muerto es porque todavía no he encontrado la forma de deshacerme de ti sin causar sospechas. Pero ya estoy trabajando en eso, así que, si yo fuera tú, me cuidaría la espalda. — Le advirtió a su padre con una expresión vacía reflejada en su rostro.

— Estas loca, Sofía. — Le dijo su padre antes de salir de la cocina aterrado— ¡Estas completamente loca!

—¡Qué no estoy loca! — gritó Sofía furiosa levantándose de la silla y golpeando la mesa con sus puños.

Mientras que la risa burlona de Zikel inundaba la habitación.

Un demonio en mi habitación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora