⒍ Venganza

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La cafetería del edificio donde se emitía el programa era bien conocida por ser la más amigable con el medio ambiente y los animales, ya que era al cien por cien orgánica y tenía comida vegana.

Sí, era muy sana y todo aquello, un poco de arroz con quinoa, ensalada y verdura llenaban la bandeja de Jungwoo, que tenía que hacer dieta para mantener un cuerpo lo más parecido a los estándares de una mujer idol. En resumen, morir de hambre. Encima estaba algo triste después de la vergüenza que había pasado en el escenario una hora atrás.

A decir verdad, se moría por quitarse la peluca, el maquillaje, llegar a su casa y ordenar una buena carne asada y algo de soju para acompañar mientras lloraba viendo algún drama en la televisión.

Al menos ya se había quitado el traje y llevaba la ropa cómoda con la que había llegado.

La cafetería se encontraba totalmente vacía, como a él le gustaba. Si se esperaba un poco más para comer que a la hora de todos los trabajadores, valía la pena para tomar su comida relajadamente y en silencio.

Mientras lo hacía, sentado en un rincón cerca del aire acondicionado, repasaba su horario con el móvil. Pero evitó entrar en cualquier red social, aunque tenía miles de notificaciones, porque no quería volver a ver su diente negro en ningún lugar. Se preguntó si a esas alturas ya se habría convertido en un meme más o si la gente y los medios estarían criticando a la pobre Jungi duramente.

Estaba tan concentrado en la pantalla que ni se dio cuenta de que alguien se sentaba frente a él, en su misma mesa.

— Estás en mi asiento.— Dijo una voz que ya era capaz de reconocer.

Jungwoo levantó la vista de su teléfono para ver cómo Taeyong le miraba sin expresión en el rostro, esperando que él se apartara.

— ¿Qué?— A Jungwoo hasta se le cayeron los palillos metálicos de la mano al plato.— ¿Disculpa?

— No quiero tus disculpas inservibles. Ahora levántate.

— Estoy...— Los dos hombres que trabajaban detrás de la barra de buffet libre se les quedaron mirando por su repentino tono de voz alto. Entonces bajó la cabeza disculpándose y habló en voz más baja, casi susurrando.— Estoy comiendo, como puedes ver, ¿no podrías sentarte en otro sitio o esperar a que acabe?

— No soy imbécil, llevo aquí mucho más tiempo que tú y sé en qué sitio cae el aire caliente en invierno y el frío en verano. Quita.

— Me quedan diez minutos, me acabo el arroz y me voy.

Taeyong chasqueó la lengua, mirando hacia otra parte evidentemente molesto, y pidió a los trabajadores que se marcharan de la sala. Ellos, repentinamente con caras asustadas, le hicieron caso y salieron en silencio, cerrando las puertas.

— Creo que no me has entendido bien.— El chico le apartó la bandeja a un lado pasiva–agresivamente y apoyó los brazos sobre la mesa, inclinándose hacia él.— Si no me dejas mi sitio, te putearé todos los días hasta que desees no tener que volver a venir a competir cada vez que saques una estúpida canción.

— ¿Y por qué debería ceder ante tus amenazas? ¿No has tenido suficiente con humillarme antes? No está bien lo que haces y tampoco me das miedo.

— Este no es un juego al que puedas jugar tú, Jungi.— Le susurró a pocos palmos de distancia.— Eres demasiado débil. Con esa vocecilla tan... patética.

Entonces Taeyong llamó a uno de los trabajadores que esperaban en el pasillo para que entrara de nuevo, sin apartar la vista de Jungwoo. El hombre, de unos cuarenta y cinco años, se quedó de pie al lado del chico, tragando saliva, y Taeyong le dio unas palmadas en la espalda, sonriéndole.

— Lo has hecho bien, sigue trabajando así. O, no, eso depende de la señorita.— En un instante su cara cambió, cogiéndole del cuello y agachando su cuerpo hasta la mesa, doblándole por la mitad del dolor.— Tú decides si continuará trabajando para mantener a su familia o no.

— ¡No puedes hacer eso!— Jungwoo se apartó hacia atrás, ahogando un grito.— ¡Suéltale!

— ¿No te gusta? Bueno, pues bienvenida al negocio, la industria de la música es una de las peores. Es hora de que aprendas quién soy yo realmente. ¿No es eso lo que me dijiste, que no me conocías? Pues éste soy yo.

— ¿Y estás orgulloso de ello?— Le enfrentó Jungwoo sin miedo, poniéndose de pie, dejándole el asiento libre y cogiendo la bandeja de comida.— Bien, lo haré. Suéltalo.

Se fue a la otra punta a comer, lo más alejado posible del loco psicópata que le parecía ser Lee Taeyong. Él dejó ir al hombre, que volvió corriendo a la cocina y no salió más.

Minutos después de que Taeyong llenara su bandeja y empezara a comer tranquilamente, Jungwoo le echó miradas como cuchillos, comiendo furiosamente, pero él no le hizo caso. Ni siquiera le miraba, como si nada hubiese ocurrido.

Estaba más que enfadado, tanto, que quería vengarse de él, así que se le ocurrió un plan.

Cuando acabó de comer se acercó a la caja, donde el otro trabajador había regresado, y le dijo al cajero, comprobando que el chico no escuchaba:

— Taeyong ha tenido la amabilidad de invitarme, carga toda la comida a su tarjeta. Oh, cierto, qué comida más buena hay hoy en el menú, ¿me podrías cargar más para llevar?

— Claro, señorita.

— ¿Cuánta comida me tengo que llevar para acabar con todos los puntos de una tarjeta?

— Pues...— El trabajador abrió mucho los ojos, impactado por la pregunta.— Tendría que coger el menú entero varias veces, y con eso tendría para comer más de dos o tres semanas, hablando hipotéticamente, claro.— Se río nerviosamente, esperando que fuera una broma.

— Pónmelo todo, por favor.— Dijo Jungwoo, volviéndose serio de repente.— Y no olvides cargarlo a su tarjeta.

— ¿Está segura, señorita?— Le advirtió el hombre, mirando nerviosamente y de reojo al chico.

— Más que seguro. Digo, segura.

Entonces salió de la cocina el camarero que Taeyong había amenazado antes, quitando a su compañero de la caja para colocarse él.

— Yo me encargo.— El hombre le guiñó un ojo, cómplice, y Jungwoo le sonrío, sintiéndose satisfecho.

Aunque tal vez fuera una tontería, la venganza estaba servida.

No Longer 「Jungwoo • Taeyong • Jaehyun」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora