Capitulo 5

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El domingo por la noche, Serena supo con certeza que su plan de volverse responsable, respetable y una buena chica no iba a prosperar. Y todo, debido a un músico tremendamente atractivo y atento llamado Healer, que la había tenido en la palma de su mano literalmente la tarde anterior.

Y que en ese preciso momento estaba haciendo el amor verbalmente con otras cincuenta mujeres.

—Lo que daría por pasar una hora a solas con ese hombre...

Serena no tuvo que mirar para saber quién había hecho ese comentario, una pelirroja que llevaba un buen rato comiéndose a Seiya con los ojos. En realidad, todas las mujeres de la sala estaban pensando lo mismo, cómo sería pasar una hora, o mejor toda una noche, con él.

—Me alegro tanto de haberme enterado de esto... —continuó la pelirroja—. ¡De no ser así, esta noche estaría en la parroquia estudiando la Biblia!

—Estoy segura de que Dios lo comprenderá —murmuró Serena sin preocuparse en disimular su sarcasmo.

Pero ese sarcasmo no hizo mella en la lujuria de aquella mujer, que asintió con vehemencia.

Serena observó a la multitud congregada en el local. La mayoría eran mujeres tan desatadas como la pelirroja. Después de los conciertos del viernes y el sábado, se había extendido la voz de lo bueno que era el grupo y de lo guapos que eran sus integrantes. A las siete de la tarde se había formado una cola en el exterior del bar. El local estaba lleno a reventar por primera vez en muchos meses. A Serena le parecía que todas las mujeres del país se habían juntado allí. Y estaba segura de que muchas habían llegado solas, pero tenían intención de marcharse acompañadas.

Algo en su interior se encogió. Si él abandonaba el local con otra mujer que no fuera ella, se moriría. Le costaba admitirlo porque eso indicaba que de nuevo estaba obsesionada con un tipo de hombre que ella misma se había impuesto evitar. Pero no sólo no lo había evitado, sino que se había entregado a él por completo.

—Aquí tienes tu copa —le dijo a la pelirroja.

Había puesto una cantidad extra de alcohol para evitar que la mujer se lanzara sobre el escenario. Según le acercaba la copa, Serena derramó un poco de su contenido sobre la barra. Le temblaba el pulso, algo insólito en ella. En realidad, le temblaba todo el cuerpo, estaba tensa, alerta. Llevaba así desde que él había traspasado la puerta dos días antes.

Sin duda, necesitaba un revolcón. Y tenía que ser con él.

«No, eso es lo que haría la antigua Serena», se recordó a sí misma.

La nueva Serena no se dejaba dominar por el sexo ni por su amor por la aventura. Aunque era agradable preguntarse «¿Y si...?». Eso era justo lo que había estado haciendo después de lo que le había hecho sentir Healer usando sólo su mano y su boca; por no mencionar su voz seductora susurrándole palabras eróticas al oído.

Serena cerró los ojos y suspiró al recordarlo.

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