1.Dolor.

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Abrí los ojos.

Otra gran explosión de dolor recorrió todo mi cuerpo.

Miré a mi alrededor.

Más dolor.

Estaba en una habitación de hospital.Era blanca y con una gran ventana en una de las paredes. Al lado de mi cama había un montón de globos, dulces y peluches.

Intenté incorporarme para observar mejor la escena.

Más dolor.

Posé la espalda contra el respaldo de la cama y observé que estaba sola en la habitación, a los pies de mi cama estaban colocados cuidadosamente los zapatos rojos que mi madre me había regalado.Al otro lado de la habitación había otra cama, vacía.

Pulsé el botón para llamar a una enfermera y en seguida aparecio una chica esbelta con unas curvas perfectamente esculpidas, una larga melena de color castaño y ojos marrones que tenían un ligero brillo de tristeza que intentaba ocultar con una falsa sonrisa en la cara.

-Hola-me saludó con dulzura mientras se acercaba a mi cama-¿Cómo te encuentras?.

-Me duele todo-contesté.Mi voz sonó ronca como si llevase mucho tiempo sin hablar.-¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-Casi una semana.-me contestó.Su expresión cambió. La sonrisa de su cara desapareció y ese brillo en sus ojos tristes se intensificó.-Hemos tenido que operarte. Tenías trozos de cristal incrustados en todo el cuerpo.

Entonces lo recordé todo.

-¿Y mis padres?-pregunté inquieta.

-Bueno...-comenzó a responder.-Será mejor que el médico te lo explique todo. Enseguida viene.

Cuando la enfermera salió por la puerta comencé a temerme lo peor.Mi padre había perdido una pierna y mi madre un brazo, o se habían quedado ciegos o otras muchas desgracias.

Pero lo que me esperaba era algo mucho peor. Algo que no hubiera imaginado nunca.

-Buenas tardes Kate.-me saludó el médico al entrar.

-¿Y mis padres?-pregunté haciendo caso omiso de su saludo.

-Veras Kate-comenzó- sufristeis un terrible accidente.Y bueno...tus padres...hemos hecho todo lo que hemos podido pero...han muerto,Kate,lo siento mucho.

En ese momento sentí un dolor mucho más fuerte que el físico. Mis padres estaban muertos y jamás les volvería a ver.No quería ir a su funeral.No quería ver como bajaban su ataúd hacia un oscuro agujero. No quería lanzar un estúpido montón de tierra sobre ellos.

Y después de pensar todo eso. Comencé a llorar.

El médico intentó calmarme abrazandome pero las malas noticias no habían terminado.

Ningún familiar quería quedarse conmigo.

Necesitaba una familia de acogida.

***

Pasé unas cuantas semanas más allí.

Y cuando salí me pasé otra semana más llendo a casas de acogida.

Hasta que encontré (o más bien ellos me encontraron a mi) a una familia que según todo el mundo era "perfecta" para mi.

Por supuesto yo no les aguantaba.Nadie podría sustituir a mis padres.Ni pensarlo.

Esa famila tan fantástica eran los Parker.

Thomas, el padre, alto, musculoso, pelo corto y castaño.

Paige, la madre, ojos verdes, pelo largo y castaño, tenía unas caderas perfectas que me recordaron a las de Amelia, la agradable enfermera que me atendió el día que me desperté en el hospital.

Abigail, su hija de dieciseis años, morena,alta y con las mismas caderas de su madre.

Y allí estaba yo. Apunto de adentrarme en mi nueva vida con esos pequeños zapatos rojos.

Un camino de baldosas amarillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora