Un camino de baldosas amarillas.

8.Domingo, día de reunión. En el hospital.

Toda la sala ahogó un grito.

El cuchillo le había dado a Víctor justo en el hombro.

La silla cayó hacia atrás con el peso del hombre y Thomas y Paige corrieron a intentar levantarle.

                               ***

En menos de cinco minutos la ambulancia estaba aparcando en frente de la casa.

Los enfermeros entraron y se llevaron a Víctor en una camilla hasta la ambulancia.

La sangre salía de su hombro y resbalaba por su brazo, cayendo al suelo y manchando el camino de baldosas amarillas.

Thomas entró en la ambulancia junto a Paige y ambos se sentaron al lado de la camilla.

El resto de nosotros nos quedamos mirando la escena hasta que la ambulancia arrancó.

-Hora de irse.-Comentó Charlotte.

                             ***

Momentos después Abigail y yo estabamos sentadas en los asientos delanteros del coche de Paige y Thomas.

Ni Abigail ni yo teníamos el permiso de conducir pero ella insistió envir al hospital y yo no podía dejar que ella fuese sola.

Llegamos al aparcamiento del hospital y bajamos del coche corriendo hacia la entrada.

Nos acercamos a la recepocionista y le preguntamos por Víctor Parker.

-Habitación 349.

-Muchísimas gracias.-gritamos Abigail y yo mientras corríamos en dirección a la habitación.

Llegamos a la 349.

Cuando estabamos a punto de entrar Abigail se detuvo.

-¿Qué sucede?-la pregunté mientras me acercaba a ella y recobraba el aliento.

-Te-tengo miedo de Víctor, y de mis padres...

-Oh vamos,-la contesté.-no ha sido para tanto.Solo le has lanzado...un cuchillo.Bueno tal vez si sea grave, pero si entras y te disculpas, tus padres verán que te preocupas por él.

-Tienes razón. Muchas gracias Kate, eres la mejor no-hermana que me podía tocar.

Ambas reímos.

-Por cierto.-proseguí, aunque no estaba segura de si quería decirle lo que estaba a punto de decirle.-Abigail, yo...

-Lo sé.

-¿Cómo?

-Sé lo que me quieres decir. Sé que me viste el otro día cuando me trajiste la taza de chocolate.Y también sé que después te fuiste del salón para que no me diese cuenta.

Sé que sabes que soy bulimica.Y creo que también sabes que no voy a parar.

-Abigail...-empecé. Todo lo que acababa de decir era cierto.La había visto, pero creí que pararía después de eso.

-Vamos.-contestó sin darme tiempo a hablar. Abrió la puerta 349 y ambas entramos juntas en la habitación.

Víctor descansaba en una cama blanca, con sábanas blanca y una almohada blanca.La sala también era blanca.

Paige y Thomas estaban sentados al lado de la cama en unas sillas de madera, que no eran blancas.

Abigail y yo nos acercamos a ellos y pude observar que Víctor tenía el hombro envuelto en una venda, blanca.

Paige y Thomas se levantaron y me saludaron, un instante después comenzaron a regañar a Abigail.

-¿En qué estabas pensando?-gritó Paige.

-Me insultó. -contestó únicamente Abigail.

-Ya sabes que tiene un problema con la bebida...-comenzó Thomas, pero Abigail le interrumpió.

-Y él sabe que yo tengo otro tipo de problema.

Todos la miramos fijamente.

Ella se giró y se dió la vuelta.

Antes de salir habló sin girarse.

-Deberíais tener eso en cuenta también.

Y se marchó.

                             ***

Fuera empezó a nevar.

Hacía unos minutos que Víctor se había despertado y me saludó como una persona normal.Se notaba que llevaba sin beber unas cuantas horas.

Paige le estaba dando a cucharadas una sopa extraña que no olía especialmente bien.

Hacía una hora más o menos que Abigail se había ido, y aún no había vuelto.

Paige, Thomas y yo estabamos sentados juntos al lado de la cama observando la asquerosa sopa cuando la puerta se abrió.

En el umbral de la puerta estaba Abigail.

Me levanté de mi sitio y avancé unos pasos.

-¿Dónde has estado?-Fuera seguía nevando.

-En la cafetería. -contestó y me sonrió.

Y me creí su sonrisa. Había estado realmente en la cafetería, y no en el baño, como todos pensabamos.

-Hola Víctor. -dijo secamente.-Siento mucho lo del cuchillo.

-La culpa fue mía. No debí insultarte.

Abigail sonrió y se fue ha sentar con nosotros.

Y ahí estabamos los cinco.

Una fría tarde de Domingo.En el hospital.