CAPÍTULO 15:

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¿Saben qué? Durante mucho tiempo extrañé muchas cosas de estar con Blacky, una infinidad de mierda, pero sí había algo que no extrañaba, que no extrañaba para absolutamente nada... Los malditos aleteos.

Esos murciélagos hijos de puta.

Los detestaba, estaba tan bien sin ellos, ya me había acostumbrado por completo a su ausencia y ahora... Maldita Blacky, todo esto es culpa suya.

Si bien sé que nunca superé lo que sentía por ella, y que probablemente nunca superaré (estoy tan jodidamente seguro de que moriré amándola), no sé, creí que después de estos largos meses sin ella habrían cosas que ya no me volverían loco por ella. Me equivoqué, me jodidamente equivoqué.

Ya pasaron dos semanas más desde que mi chica le rebeló a todo el grupo que estaba embarazada, las noticias corrieron rápido y en un par de días ya toda su discográfica guardaba el secreto del retoño en camino. Y en esas dos semanas pude sentir el aumento del aleteo en la boca de mi estómago. La vería comer y ensuciarse el rostro con restos de su comida, y eso provocaría un aleteo. La vería sonreírle a Scott y eso provocaría dos aleteos. La vería bailar alrededor de la casa limpiando y eso provocaría tres. La escucharía reír de algo que Damon le contó... Cuatro aleteos.

La escucharía cantar... Y eso provocaba más aleteos de los que podría contar.

Estaba tan jodido.

Ella era mi punto débil, lo único que podría llegar a hacerme vulnerable, lo único que me aterraba, lo único que odiaba amar.

Estaba taaaaaaaaan jodido.

Tal vez debería ver a un terapeuta... Sí ¿Cómo no se me ocurrió antes?

- ¿Luke? - La suave voz de Blacky me distrajo de mis pensamientos, miré al sofá del frente, donde ella y las dos perras estaban sentadas juntas. Últimamente la casa siempre estaba llena, la mayoría había tomado un descanso de sus responsabilidades para poder apoyar a Blacky en este momento tan difícil, así que se la pasaban aquí, lo que llenaba demasiado el lugar al ser tantos jodidos amigos. El departamento es bastante grande pero son demasiados conocidos, amigos y lo que sea viniendo a ver a mi chica... A veces hay tanta gente aquí dentro que me provoca nostalgia por los tiempos en los que éramos solo nosotros 3 juntos, ayudándonos, apoyándonos... Sobre todo cuando estaban estas perras aquí. - ¿Estás bien? Te ves algo raro.

- Como un idiota. - Agregó Dee. Blacky le dio un codazo mientras Kate intentaba contener la risa.

- Solo pensaba.

- ¿En qué? - Preguntó Dee altanera.

- En que aquí huele demasiado a perra. - Le lancé mi media sonrisa patentada. Blacky lanzó una carcajada y Dee entornó los ojos.

- Bien respondido, Hamilton.

- Gracias. - Kate se rió y alcanzó su teléfono del bolsillo de su campera. Lo que vio en la pantalla provocó que la sonrisa se borrara de su rostro, fruncí el ceño y Dee la miró curiosa.

- ¿Qué pasa? - Blacky intentó mirar la pantalla del teléfono y se quedó dura, le lanzó una mirada a Dee y luego las tres me voltearon a ver. Los vellos de mi nunca se erizaron por la mirada en los ojos de Blacky, algo mezclado con dolor, tristeza... Y traición... Sentí un escalofrío recorrerme desde la punta de los pies hasta el cuello.

- ¿Qué?

- ¿Felicitaciones? - Preguntó Kate, con una ceja enarcada.

- Wow, temporada de bebés... ¿Será contagioso? - Murmuró Dee con una mueca, y para mostrar su punto ambas se apartaron de Blacky hasta los extremos del sofá, ella rodó los ojos.

Maldita Venganza. (¡Malditas Traiciones! 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora