CAPÍTULO 17:

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Ya eran casi las cinco de la mañana y yo no había podido pegar un ojo en toda la noche, lo único que había logrado hacer era mirar fijamente el techo, pensar en el escándalo en el que me había metido la loca de Jannett, las llamadas de mi madre gritándome de todo por mantenerla en la oscuridad sobre mis supuestos planes de casamiento y formar una pequeña preciosa familia con esa "belleza", palabra de mi padre, Dios. Para el momento en el que les pude explicar toda la situación mi mamá estaba lista para matar a Jannett y cortarme esa parte de mi anatomía que tanto cariño le había agarrado a lo largo de los años por mis actividades promiscuas... Luego estaba mi Blacky, mi bella y desquiciada Blacky. Decir que ella estaba a punto de cortar cabezas era quedarse corto, no sabía si estaba enojada más conmigo por tener una vida sexual demasiado activa o por las mentiras de Jannett.

Y no sabía cuál de las dos opciones prefería.

Luego de este tiempo juntos pude notar en ella ciertos indicios de que lo que sentía por mí todavía latía en ella, que no me había olvidado y que quería en parte estar conmigo. Pero Max y el bebé le impedían dar ese paso, sabía que ella sabía que la recibiría con los brazos abiertos en cualquier momento, se lo hice claro al decirle que tenía pensado en hacerme cargo de su bebé.

Solo tenía que esperar mi momento, cortejarla de a poco, armar un plan sólido y aprueba de tontos para seducirla y convencerla que lo mejor y lo que la haría más feliz era volver conmigo, dejar al idiota cara de estiércol de Max olvidado, enterrado en el pasado, en el cementerio de los recuerdos (ya que no podía ser un cementerio de verdad, por desgracia).

De momento, lo único que podría hacer sería prepararme para la inminente paternidad.

Mierda.

Hasta este momento no se había asentado por completo la idea de que sería padre si todo esto funcionaba, si mi plan funcionaba, si tenía éxito... Tendría un bebé, uno que no sería mío de sangre, pero que en mi corazón sí lo sería, otro ser humano al que amar, al que enseñar y educar, al que proteger...

Cuánta presión.

¿Y si era un mal padre?

Oh, Dios ¿Y si era un terrible padre?

No sé una mierda sobre bebés, no sé qué necesitan, qué hacer cuando llore ¿Cómo carajo se supone que sepa qué necesita si la maldita cosa no sabe hablar?

Mieeeerda, voy a ser un padre asquerosamente terrible.

Podía sentir el miedo asentarse profundamente en la boca de mi estómago, no podía arruinar a esa pequeña criaturita, iba depender enteramente de mí, según cómo lo criara sería una buena o mala persona... Jodeeeer. Estaba por comenzar a hiperventilar cuando mi teléfono sonó en mi mesita de luz, lo alcancé y miré el identificador de llamadas.

Blacky.

Atendí el teléfono, sintiendo el corazón en la garganta y una capa de sudor frío cubriendo mi frente.

- Blacky. – Grazné.

- Hey, bombón ¿Te desperté? – El suave sonido de su voz hizo que un poco de la tensión que sentía se desvaneciera. Me aclaré la garganta.

- No, no podía dormir.

- Yo tampoco. – La escuché suspirar del otro lado.

- ¿Por qué no?

- Pensaba, no podía parar de pensar. Estoy preocupada por esta chica, hay algo en ella que me da muy mala espina, Luke.

- No te preocupes, bebé. Hoy hablaré con la prensa y aclararé esto, no volverá a molestar.

- Ajá... - La inseguridad en su voz apretó mi corazón en un puño.

- Todo estará bien, Blacky, lo prometo. – Se quedó en silencio por un momento, y yo disfruté de poder escuchar su suave respiración, permitiéndome tranquilizar mis propios miedos sabiendo que ella estaría ahí, siempre del otro lado, respirando suavemente.

- ¿Y tú? ¿Por qué no podías dormir? – Me reí suavemente.

- No podía parar de pensar, tampoco.

- ¿En qué? – Sentí la sonrisa en su voz.

- En muchas cosas que me volvieron un poco loco... Pensaba en ti, en el bebé... ¿No tienes miedo, Blacky? De todo lo que podría salir mal si tan solo metemos la pata un poco... - Blacky suspiró

- Tengo miedo todo el tiempo, Luke. No hay un minuto en el día en el que no piense en todas las cosas en las que sé me voy a equivocar mientras lo críe, todos los errores que cometeré, uno detrás de otro... Y me aterra.

- ¿Y qué es lo que haces para permanecer calmada? ¿Qué es lo que haces para no sufrir un ataque de pánico cada cinco minutos?

- No es muy complicado, en realidad. – Se rió. – Pienso en ustedes, en Eve, en Dee y Kate, Damon, Gavin... Pienso en ti, pienso en todas aquellas personas que sé que van a estar conmigo durante todo el largo y difícil camino, los que van a ayudarme y apoyarme, a consolarme cuando el mocoso se pongo rebelde, los que me van a sostener la mano durante todos y cada uno de los momentos importantes de mi bebé. Pienso en las personas que amo y me aman, personas que sé que no me juzgarán por los errores que cometa, sino que van a ayudarme a solucionarlos y superarlos. Cuando pienso en eso me siento mucho mejor.

- ¿Y yo soy una de esas personas? ¿Una de esas personas que amas? – Susurré, asustado, necesitando escucharlo, escucharla decirlo.

- Sabes que sí.

- Dilo. – Se quedó en silencio por dos largos minutos, los dos minutos más largos de mi vida. Sentí mi corazón pesado y adolorido.

- Te amo, Luke. Te amé, te amo y siempre te amaré. Me temo que nunca dejaré de hacerlo, no importa cuánto lo intente y Dios sabe que lo he intentado... Pero hay algo en ti, Luke Hamilton, que es completamente inolvidable para mí. – Susurró. Cerré los ojos, disfrutando de cada una de sus palabras, cada letra, cada sílaba, disfrutando lo que le hacía a ella, sabiendo que era exactamente lo que ella me hacía a mí.

- Tal vez sea cuestión del hilo rojo. – Murmuré.

- ¿Del hilo rojo? – Se rió sin aliento.

- Sí... Tal vez estamos destinados a amarnos por siempre.

- Tal vez seamos el extremo del hilo del otro.

- Tal vez.

Sé que eso es lo que deseo, lo que más deseo en este jodido, podrido y hermoso mundo.

- Tal vez...

LOLA BEER. <3

Maldita Venganza. (¡Malditas Traiciones! 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora