No puede con eso, de verdad es demasiado para su pobre estabilidad mental, mucho más difícil que enfrentarse a la mafia o luchar contra todas las pandillas de Nueva York juntas, más difícil que huir de la policía pisándole los talones, un Eiji enfermo a su cuidado es demasiado.
Los meses pasan rápido llevándolos a inicios del otoño, algunas lluvias los sorprenden algunas veces haciéndolos correr afuera por ropa que dejan colgada en el jardín cual amas de casa otras tantas resguardarse la tarde entera viendo películas y comiendo palomitas y otras pocas como aquella tarde empapándolos por completo camino a casa después de salir de compras, no tardan en cambiar su ropa y seguir con su día pero es la mañana siguiente cuando Ash nota que algo no está bien cuando pasa de medio día y nadie ha ido a intentar despertarlo.
En menos de dos segundos se encuentra en el pasillo extrañado de no escuchar ruido alguno en la casa, Eiji no está junto a él cuando despierta y no hay ninguna nota avisando que saldría motivo suficiente para precuparlo, baja las escaleras y no necesita más para entenderlo, el mayor está tendido a medio camino hacia la cocina.
-Mierda.
El rubio se acerca y con cuidado lo gira para sostenerlo en sus brazos y llevarlo cerca del kotatsu, cuando llega a Japón la mesilla le parece de los mayores inventos de humanidad y ahora que siente la piel fría y perlada de sudor piensa que es lo más adecuado, una vez lo siente cómodo golpea un par de veces sus mejillas en un intento de reanimarlo, puede ver su pesada respiración y su frente arrugada con malestar.
-Vamos Eiji no me hagas esto.
El japonés por fin parece espabilarse y Ash suspira ligeramente aliviado.
-¿Dónde..?
La voz sale rasposa, apenas un murmullo para el que el rubio debe acercarse para escucharle.
-Tranquilo, te desmayaste, ¿te duele algo?
Eiji gruñe incómodo, la garganta le pica y la cabeza le da vueltas, tiene una ligera punzada en la frente que identifica como un enorme chichón que lo hace quejarse más apenas estira la mano para tocar.
-Espera aquí iré por un poco de hielo, es un gran golpe.
Ash no logra dar más de un par de pasos cuando siente al agarre en su brazo, el mayor le mira jadeante, desorientado.
-No...no te vayas.
-Eiji necesito buscar algo para ayudarte, no tardaré más de dos minutos ¿de acuerdo?
La reacción sorprende al rubio, Eiji llora y niega lo más rápido que su adolorida cabeza le permite, la desesperación es tan notable que le es imposible alejarse y se agacha para quedar a su altura hasta unir ambas frentes.
-Estás ardiendo en fiebre, necesitamos bajarla.
-No...
La situación preocupa y enternece a Ash por partes iguales, Eiji parece un niño pequeño y aunque entiende muy bien el porque de su actuar no puede evitar pensar que luce adorable, no que el piense en ese tipo de calificativos para el moreno, claro.
-Ok, ok, ya entendí vamos te llevaré a la bañera.
La debilidad en el moreno es clara y más cuando ve que no puede mantenerse en pie, la preocupación comienza a ganar terreno, en brazos logra llevarlo escaleras arriba y dejarlo recargado en el retrete mientras se encarga de abrir las llaves de la tina y regular el agua pero Eiji sigue llorando.
-Vamos ¿Que ocurre, te sientes muy mal?
Ash le habla suavemente acariciando su mejilla y sosteniendo su mano mientras la bañera se llena.
ESTÁS LEYENDO
Promesas
Fiksi PenggemarUna despedida no necesariamente es para siempre, después de cada final hay un nuevo comienzo. AshxEiji, SPOILER ligero del final. Serie de pequeñas viñetas.