Tropiezos

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-Max trae un poco de carbón de la bodega por favor esto no quiere encender.

-A un lado Shun'ichi  que no sabes hacerlo.

-Eiji, ¿te importa si pongo esto aquí? Aún faltan algunas bebidas de la nevera.

-Descuida Sing déjame ayudarte, parece  que a  Ibe-san y Max les llevará tiempo.

Ash no sabe si está molesto, furioso, fastidiado o cualquier otro calificativo negativo en aquellos momentos, es cierto que la reunión de esa tarde es por él y es cierto que algo como aquello es bueno después del drama que se vive tan solo unos días atrás pero no entiende porque Eiji decide juntarlos a todos en su casa si con la explicación que da piensa que es suficiente.

Desde el momento en el que pisa tierras niponas sabe que le esperan momentos complicados, mucha felicidad claro pero sabe que las cosas no serán sencillas.

Después de encontrarse aquella tarde con Eiji en la pequeña galería junto a su casa la emoción lo embarga por completo, los brazos del japonés en torno a él son tan cálidos, las lágrimas ajenas en sus ropas tan reconfortantes, las palabras de alivio en extremo alentadoras, por fin se siente en casa, pero de un segundo a otro el peso de Eiji aumenta tras una profunda exhalación, se apresura a sostenerlo cuando entiende que el otro se desvanece.

-¡Eiji!¡Eiji!

Apenas logra girarlo para ver su tez pálida, es obvio que el impacto es demasiado y suspira más tranquilo cuando ve que solo a caído desmayado por la impresión, por el cúmulo de emociones.

El rechinido de la puerta a sus espaldas lo hace girar aún con el moreno en sus brazos y no puede más que golpearse mentalmente por no prever la presencia de la persona que en la entrada lo observa igual o más sorprendido que Eiji segundos atrás.

-Tu...

Ash ve a Ibe balancearse y sostenerse del marco de la entrada, el color abandonando sus facciones.

-¡No te desmayes!

El mayor parpadea aún en shock pero parece recomponerse con un poco de esfuerzo.

-Por favor Ibe-san no sabría que hacer con ambos inconscientes.

Ibe suspira y asiente llevándose el índice y el pulgar al puente de la nariz mientras cierra los ojos respirando profundamente.

-Ok, ok solo dame un minuto.

-Yo...si, lo que necesites.

Ash se siente la peor persona del mundo, como un niño pequeño descubierto tras hacer la peor de las travesuras, el hombre es un padre para Eiji y es claro que conoce su historia tanto como ellos mismos, tras unos cortos segundos el mayor se acerca y lo ayuda a llevar a Eiji fuera de la galería, Ash observa el entorno mientras caminan hacia la casa a un lado, el lugar es tranquilo, bastante pacífico, le recuerda a la vieja casa que lo vió crecer, una vez en la estancia se encargan de recostar al durmiente entre unos almohadones cerca de una mesilla baja, solo el sonido de algunas aves inunda el lugar.

-Ibe-san...yo...

-Por favor, no digas nada, no aún.

-Lo siento.

El menor no sabe que decir, se siente ansioso y las manos le sudan, nunca tuvo esa sensación pero está seguro que así se sentiría si estuviera esperando el regaño de su padre, la idea lo hace sonreír porque sin saber en qué momento desde hace años que sus figuras paternas no fueron otras que Max Lobo y el hombre sentado a su lado, con sus altas y sus bajas, con sus discusiones y consejos, no puede más que estar agradecido con ambos.

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