10: Tu suegro perfecto

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CAPÍTULO 10Tu suegro perfecto.

Comenzar a salir con Catalina —o más bien, visitarnos—, se me había vuelto una costumbre para cuando se cumplían dos semanas exactas de eso. Hablamos de sus gustos y los míos, le conté incluso cómo conocí a Carlos y nos hicimos amigos, de cómo me convertí en una clase de alumno consentido de su padre y también de mi madre, asegurándole que era un amor. Ella me contó sobre su familia, me habló de su hermana Ana Laura y sus dos sobrinos, unos gemelos desastrosos llamados Lorenza y Leandro. Hasta me habló de su eterna rivalidad con Glenda y Fernanda, quien era su amiga junto a José y Pamela, pero que los primeros tres le dejaron de hablar por el cuento de la alumna consentida por ser hija del director. Y se lamentó por ello, diciendo que le gustaría volver a hablar con ellos, que volvieran a ser sus amigos. Yo le dije ese día que, si la habían abandonado de aquella manera, que no los necesitaba en su vida, además de que ahora también estaba yo a su lado... Aunque no sea como amigo como realmente quiero estar, obviamente.

—Darío. —La voz del director me detiene antes de entrar a mi salón—. Quería hablar contigo.

Una punzada de pánico me inunda al ver su rostro, pensando lo peor, las palabras no salen de mi boca, ¿lo sabe? Carajo, no puede ser, me va a matar.

—Ah, ¿sí? ¿De qué? —La voz me tiembla cuando hablo con cautela, peor aún que se da cuenta y comienza a reírse.

—¡Cálmate, no es nada malo! Ya no voy a regañarte, vas bien. —Continúa riéndose, lo que me relaja un poco, si lo sabe, ¿está de acuerdo? Ese pensamiento me hace sonreír.

—Buenos días. —Catalina aparece a su lado, tiene el ceño fruncido, pero también esa sonrisa encantadora con la que nos despedimos ayer—. ¿Qué haces aquí, anciano? ¿No tienes que sentarte en tu escritorio a leer papeles sin sentido?

—Claro que no son sin sentido. —Deja de reír y vuelve a su seriedad de antes. Cosa que me asusta de nuevo—. Solo venía a hablar con Darío, lo voy a invitar a la cena de cumpleaños de tu madre. Por cierto, esta vez será a las ocho.

La sonrisa de Catalina disminuye y me mira, yo intento averiguar con la mirada si sabe la razón de su invitación, pero solo mira a su padre a los ojos y le dice:

—Genial. Voy a entrar, te veo esta noche en la cena. —Entra al salón y cierra la puerta. Lauro aclara su garganta y se disculpa por "la mala actitud de Catalina", repitiéndome la invitación a su casa.

Le dije que sí, por dos razones; una de ellas es que le tengo un gran aprecio a Lauro y porque me gusta que me tome en cuenta como un amigo. Y la dos obviamente es Catalina, habíamos quedado en no vernos en dos días, hasta el domingo, verla esta noche será mi dosis para poder aguantar hasta ese día. Aunque dudo mucho aguantar, claro está.

Cuando entro a la clase, Glenda está sentada en mi escritorio, Catalina tiene una mueca que trata de disimular mientras saca sus cosas. La chica en el escritorio está hablando por teléfono con quién sabe quién, pero está entretenida, tanto que, según ella, no se ha dado cuenta de mi presencia. Sé que es mentira, porque me miró de reojo y comenzó a acariciarse la pierna. Es la quinta vez que intenta insinuarse, la semana pasada se le cayó "accidentalmente" un lápiz cerca de mí mientras escribía en la pizarra y, descaradamente, se agachó a recogerlo, dándome una vista panorámica de su trasero. Mi reacción fue regresar al escritorio a fingir que buscaba más cosas para anotar. Catalina había puesto los ojos en blanco y después me mandó un mensaje que decía que le hubiera metido una patada. Me reí mucho, carajo. Ni siquiera lo disimulé, porque me imaginé a Glenda estampada en el piso después de recibir mi pie en su trasero.

—A ver. —Le arrebato el teléfono a Glenda y le doy un empujón leve para que se baje—. Señorita, vaya a su asiento.

—Claro, ¿me das mi teléfono? —Me muestra sus dientes y da un paso de regreso al escritorio, inclinándose de nuevo para mostrarme sus pechos. La situación me está hartando.

El virgen que llamaba a la línea erótica© [AYOD #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora