21: Me rindo

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CAPÍTULO 21: Me rindo.

C A T A L I N A 

—¡¿Por qué le llamaste, Ana?! —le grito, enojada. Estoy frustrada aparte, ella se está imaginando cosas que no son.

—¿Pues qué querías que hiciera, caramba? Otro Osvaldo no, Cata. Te amo mucho, hermanita, y no quiero que vuelvas a hundirte en el hoyo de la novia sumisa, no, ya mismo me dices cómo pasó, y te prohíbo terminantemente perdonarlo.

—Es que... ¡aush! —Me acomodo el hielo mejor, aún duele horrores—. Está bien, te diré lo que pasó.

No quiero que piense mal de él, porque estoy totalmente segura de quién fue, y no fue Darío.

—Bueno, te escucho. —Se cruza de brazos y se sienta en el sofá—. Y no me mientas, Cata. O te prometo que papá se va a enterar de tu relación, la que claramente vas a terminar, con su mejor amigo, su puto alumno favorito. A ver cómo se lo toma, y más cuando le diga que te pegó.

—Ya, carajo. Ana, él no fue. —Comienzo y luego me quejo, los cubitos de hielo en la bolsa se mueven y me lastimo—. Mira, ayer pasamos todo el día juntos, él, Brenda, José y yo, cuando ellos dos se fueron, Darío y yo nos quedamos limpiando. Estábamos peleados porque su exnovia, que por cierto va a tener un hijo de él, me ha estado acosando y yo no se lo dije. Íbamos a hablar y...

—¿Entonces te pegó porque no lo perdonaste o porque no le dijiste?

—¡Y dale con lo mismo, Ana! Que te digo que él no fue. —Me quito el hielo y lo pongo en la mesita—. Yo sí quería que habláramos y solucionáramos el problema, hasta le pedí que se quedara a dormir, él aceptó, dijo que iría por unas cosas y se fue. Entonces...

Me detengo cuando escucho un auto estacionarse en frente. Por la ventana logro ver el bocho de Carlos. En seguida, Darío sale corriendo de él y se apresura a llegar hasta la puerta para luego abrirla.

—¡Dios santísimo! —Se me acerca y yo bajo la cabeza, me da vergüenza el morado enorme que tengo en mi ojo derecho—. ¿Por esto no quisiste que volviera anoche? ¿Qué pasó? ¿Quién te hizo eso, amor?

En seguida me abraza y suspiro, envolviéndolo también. Necesitaba eso, ayer no podía dejar que viniera después de todo.

—Fue Esmeralda —confieso, separándome. Me siento a un lado de Ana y la miro—. Su ex, Ana, ella vino anoche, después de que él fuera a su casa por unas cosas y yo creí que había vuelvo. —Volteo hacia él—. Pero era ella, me dijo que quería hablar conmigo, civilizadamente.

—Pues qué pinche civilizada salió la hija de su mamá —dice Carlos, su novia le da un manotazo en el brazo y le pide que se calle.

—Pues sí. —Le doy la razón y me río con amargura—. La dejé entrar y comenzó a hablarme de su hija, me mostró ecografías, todo iba bien, a pesar de parecerme innecesario que me mostrara eso, hasta que empezó a llorar y a decirme que yo no tenía derecho de dejar a su "Dulce Michelle" sin padre, que tú tendrías que estar con ella y con tu hija, que te dejara, que no me amas y un montón de cosas mientras se metía unas pastillas a la boca. Me estresé y por eso te mandé el mensaje. Incluso le dije a ella que te lo mandé. Me sonrió, ¡maldita sea que creí que era una loca desquiciada en ese preciso momento! Luego de eso, se despidió, creí que todo acabaría ahí, hasta que sentí el golpe, ni siquiera sé con qué me pegó, solo que desperté esta mañana en el suelo con el ojo morado.

—¿Te dejó inconsciente? —Ana está sorprendida—. ¡Hija de la chingada! Sí la mato, sabes que esto es denunciable, ¿no? ¡Pues me la denuncias ahora mismo, Cata!

El virgen que llamaba a la línea erótica© [AYOD #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora