24: ¿En verdad acabó?

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CAPÍTULO 24: ¿En verdad acabó?

Camino de un lado al otro mientras espero a Cata. Me niego a entrar solo, o más bien me niego a entrar en sí, porque la vergüenza que siento es exagerada.

Cuando ella llega, me sonríe y juntos entramos al lugar, hay dos parejas discutiendo y otras dos esperando, en una de ellas él está molesto, mirando su celular mientras ella le dice unas cosas que no debo entender así que los ignoro. Cata me besa la mejilla antes de acercarnos a la de recepción, esta al vernos nos sonríe.

—Buenas tardes —comienza Catalina. Ella está siendo la madura hoy—. Queríamos hacer una cita.

—Bien, déjenme ver cuándo estará disponible. —Revisa una laptop que tiene frente a ella, concentrada. Yo solo estoy temblando.

—Cálmate, solo haremos la cita, todo estará bien. —Cata trata de calmarme, poniendo su mano en mi mejilla—. Además, yo entraré contigo ese día y los siguientes.

—Para la próxima semana, el miércoles a las tres de la tarde —dice la recepcionista cuando nos vuelve a ver—. ¿A nombre de quién la hago?

—Diario Luna —me atrevo a decir.

—Bien. —Comienza a teclear—. Ahora necesito el nombre de su esposa también, señor Luna.

Me bloqueo cuando dice lo último. Miro a Cata de inmediato, y, pese a que está también sorprendida, ella sí le responde.

—Catalina Valdéz. —Le sonríe a la chica, quien luego nos avisa que ya está hecho—. Muchas gracias.

—No es nada, nos vemos el miércoles, señor y señora Luna.

Salimos de allí sin decir nada. Bien, lo hicimos; acabamos de hacer una cita para el sexólogo y siento que voy a explotar de la pena. Caminamos sin decir nada, ella está tan tranquila con todo esto.

—¿Vamos a comer? —pregunta, cuando ya estamos lejos.

—Cata...

—Ya, relájate, esposo —se ríe y paramos—. Calma, no vamos a pensar en eso hasta la próxima semana, recuerda que mañana es el cumpleaños de mi papá y debemos ir por tu mamá hoy, además quiero comer, aún faltan unas horas para ir por ella. Anda, ¿vamos?

Asiento y seguimos caminando, quisiera detenerme y agarrar aire, me siento tremendamente avergonzado, ¿cómo se supone que le contaré a ese doctor mi problema?, ¿qué le diré exactamente?¿ "Hola, doc, mi pito no sirve, arréglelo"?. No lo conozco y tengo que decirle algo que muy apenas si acepto. Algo que odio y que realmente no quiero tener, y sé que si hablo con él me ayudará, todo es tan estresante.

—¡Mira, son Carlos y su novia! —Mi novia me saca de mis pensamientos atormentados y me señala enfrente, Mel y Carlos están parados en la entrada de una pizzería, la primera en vernos es Mel y le luego le dice algo a Carlos antes de que este nos mire y sonría.

—Eh, cabrón, hasta que te dejas ver —dice él cuando se nos acerca y me saluda con una palmada en la espalda, después saluda a Cata con la mano—. ¿En qué andan?

—Vamos a comer —le digo—. ¿Ustedes?

—También, ¿vamos por pizza?

Al final los cuatro entramos a la pizzería. Creo que me siento un poco más tranquilo cuando comenzamos a hablar de cualquier cosa. Cata y Melanie parece que se entienden al instante y no dejan de hablar, Carlos y yo solo les respondemos una que otra cosa que nos preguntan. Pedimos dos pizzas que nos terminamos entre risas y raras historias, como el cómo conocí a Carlos; fue en la universidad el primer año, él era un desastre andante y yo era un nerd que lo metió en cintura, ayudándole a intentar salir bien siquiera un semestre, y que, al final, ambos nos graduamos en lo que más nos terminó gustando; yo profesor de Historia y el abogado.

El virgen que llamaba a la línea erótica© [AYOD #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora