CAPÍTULO 29: Confusiones.
D A R I O
Tres días. Tres putos días ya han pasado y no hemos tenido noticias. La policía dice que no es posible que hayan salido de la ciudad así que eso es un alivio. Pero yo a todo esto le veo de todo menos alivio, me está llevando la chingada del desespero, quiero encontrarla.
Es mi culpa. Todos me dicen que no, pero realmente no puedo dejar de culparme. Si tan solo nunca le hubiera dado guerra a Esmeralda, aunque realmente, cuando más lo pienso, más me doy cuenta de que, hubiera hecho lo que fuera, ella seguiría enloqueciendo.
Quizás, si hubiera vuelto con ella... No, de "volver con" ni hablar, porque, aunque esto no hubiera pasado, yo seguiría siendo el imbécil más grande de la historia; una novia que me engañara y yo más que enterado. No sé ni qué pensar ya.
—Aún pienso que no deberías de estar aquí —dice Ana, devolviéndome a la cruel realidad.
—No voy a descansar hasta que ella aparezca —Yolanda repela, mientras trata de hacer que su bebé duerma. Desde que salió del hospital, ayer de hecho, ha estado con nosotros, dice que ella y Catalina hablaron, lo poco que estuvieron juntas, pero que hablaron, habían demostrado tanto su miedo que, el que ella esté aún con Esmeralda, la preocupa demasiado.
Ana decide no insistir y le pregunta por Manuel, que ha estado al pendiente de ella y su bebé desde que estaba en el hospital. Parece ser que él le ha insistido en volver y hasta matrimonio le pidió. Yolanda dice que lo quiere, pero que se siente muy dolida por su engaño. Yo sé que se lo está pensando mucho, pero creo que sí quiere regresar con él, también que es el miedo a que la vuelva a engañar que no la deja perdonarlo. Si yo fuera ella, ni madres, aunque sé que me pasó con Esmeralda, creo que son dos situaciones distintas, pero que al final no terminaría cediendo.
A medio día regreso a mi casa, tengo que bañarme y comer algo, le he rechazado la comida a Natalia porque solo puedo pensar en si ella está o no comiendo, en si está o no bien en realidad, pero sé que debo comer porque necesito fuerzas para lograr encontrarla. Me enferma el solo pensar que está mal o el que Esmeralda le haya hecho algo.
Me despierto. Me he quedado dormido en el sofá sin darme cuenta. Mamá no está por ningún lado, así que supongo que ya se fue con Esteban, según sé iban a cenar. No quería ir por lo que está pasando, pero la animé porque no cambiará nada si se la pasa aquí solo viéndome sufrir y destrozarme.
Me levanto y me estiro. Tengo que bañarme para volver a casa de Lauro y ver si no hay noticias. De veras que necesito de buenas noticias ahora, me hacen falta para poder sentirme tranquilo.
Cuando llego a la habitación, al ver la cama, solo puedo pensar en ella, precisamente en la semana pasada que estuvo aquí conmigo. Hablamos sobre los buenos resultados que ha tenido la terapia, sobre nosotros y el futuro, sobre nuestros planes de vacaciones y sobre lo que haríamos después de la graduación. Hicimos el amor...
Me llega un arranque de frustración y tomo mi teléfono. Escribo, envío y luego aviento el teléfono a la cama. He estado enviando mensajes a Catalina, que sé que no me responderá, pero lo hago. Algunos varían entre los "te amo" "voy a encontrarte" y también "te extraño". Ninguno lo ha visto, lo sé, pero no puedo evitarlo, quiero que, cuando vuelva, sepa que no dejé de pensar en ella en ningún momento.
Después de mi largo baño, regreso a la habitación. Busco ropa y, mientras me cambio, el teléfono suena. Debe ser Carlos o Ana. Ya es tarde y deben esperarme, porque saldremos a buscar un rato, como lo hemos estado haciendo estos días.
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El virgen que llamaba a la línea erótica© [AYOD #1]
RomanceDISPONIBLE EN FÍSICO POR AMAZON Ella vende sexo telefónico, y su mejor cliente es también su profesor. Un encuentro fortuito que cambiará sus vidas. *** Después de una vergonzosa ruptura, debido a un problema sexual inevitable, el profesor Darío dec...