CAPÍTULO 14: Promesas.
C A T A L I N A
Odio esta sensación. Esta de que el pecho duele terriblemente, pero no es un dolor literalmente físico, esos que puedes arreglar con una ibuprofeno, un puto paracetamol o qué sé yo. Es esa sensación de falta, de estar rota y despedazada. No me gusta sentirme así otra vez.
No, no me enoja que vaya a tener un hijo, si es que es así, solo me divide el hecho de que la tal Esmeralda va a usar a esa pobre criatura para meterse entre ambos. Aunque, pensándolo bien, Darío y no somos nada y, dadas las circunstancias, no lo seremos por ahora.
Darío: Hablemos.
Yo: Después.
Darío: No, ahora, estoy afuera de tu casa, por favor.
Lo pienso por unos segundos y bufo, yendo hasta la puerta para abrirle. Él está alterado, sudado, parece que ha corrido. Verlo así me hace sentir peor. Sin aviso me abraza con fuerza, envolviéndome completa. Suspiro, rendida y también lo abrazo. Su corazón late fuerte, al igual que el mío, ninguno sabe cómo tomarse las cosas.
—Perdón —dice. Me separo de él para mirarlo y le niego.
—No debes disculparte por nada, Darío, esas cosas eran casi predecibles, era tu novia, además tú y yo no estamos juntos.
—¡Pero lo queremos! ¿No es así? Yo quiero estar contigo y tú conmigo, ¿o solo alucino?
—No seas tonto, Darío, claro que quiero estar contigo. —Lo vuelvo a abrazar para calmar mi desesperación y suspiro en su cuello—. Al principio lo creí una locura, pero es así. Hace tanto que dejé de querer algo así, pero tú me haces desear volver a caer.
Nos separamos e intenta preguntar a lo que me refiero, pero le niego, no es el momento de que me ponga a hablarle de mis desgracias, ahora es momento, pero de hablar de la situación. Va a tener un hijo con su ex, ¡y no sé qué es lo que piensa!
Nos sentamos en mi sofá, uno frente al otro, mirándonos, quiero hablar, pero no tengo idea de qué decirle. Ninguna de las palabras en mi cabeza tiene sentido para mí.
—Al principio no le creí de nada. Dice que tiene dos meses y medio. —Comienza y yo asiento, no lo dudo, más o menos es el tiempo que llevan separados—. Se enteró el sábado, me mostró la prueba de embarazo y es verdad.
Pasa una de sus manos por su largo cabello y luego me toma de las mías.
—Cata, yo no quiero estar con ella, quiero estar contigo, pero no puedo dejar así esto, tengo que hacerme cargo del bebé, claro que si realmente es mío —bufa. Concuerdo con él y parece calmarse un poco. Agarra aire y continúa, tocándome las mejillas—. Mi chica diamante de la línea erótica.
Sonríe complicado, yo solo puedo ponerme roja y bajar la cabeza. Él la vuelve a levantar y comienza a acercarse, haciendo que nos unamos en un beso, no es largo ni mucho menos intenso, pero sí que demuestra algo más que el gusto.
—Yo solo quiero estar contigo, porque... —Se detiene. Parece ponerse nervioso, no lo comprendo. Suspira, está temblando y hasta me aprieta las manos—. Catalina, quiero estar contigo porque me he dado cuenta de que de verdad te amo, estoy loca y completamente enamorado de ti... ¿Quieres ser mi novia?
Mis mejillas se calientan y me pican los ojos. Quiero llorar, tengo miedo, quiero esto, pero tengo tantas cosas en la cabeza ahora. Quiero abrazarlo, besarlo, decirle que también lo amo, pero, ¿y si es muy pronto? ¿Y si todo sale mal? ¿Y si vuelvo a caer en el mismo hoyo? Sufrí demasiado como para esperarlo de nuevo, cometí demasiados errores como para repetirlos.
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El virgen que llamaba a la línea erótica© [AYOD #1]
RomanceDISPONIBLE EN FÍSICO POR AMAZON Ella vende sexo telefónico, y su mejor cliente es también su profesor. Un encuentro fortuito que cambiará sus vidas. *** Después de una vergonzosa ruptura, debido a un problema sexual inevitable, el profesor Darío dec...