El bosque de las cuerdas

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Se escondió debajo del fregadero en la cocina, una pequeña cortina tapaba lo que había debajo, algunas botellas para limpieza, y otras cosas sin mayor importancia. Logró quedarse quieta, mirando entre la línea de separación entre ambas cortinas.

Podía ver si él llegaba a entrar, la cabaña en el bosque era horrible, la madera rechina, las ventanas estaban sucias al igual que todo al rededor cubierto por telarañas y polvo a causa del tiempo. Se suponía que todo estaría bien, que volvería a su hogar después de esta noche.

Pero algo tenía que cruzarse en su camino.

Con su mano tapó su boca por temor a emitir algún sonido, alcanzó a ver el par de botas lodosas que entraban por la puerta de la cocina.

Era pequeña con una mesa en el centro, dos ventanas que daban al jardín, la puerta trasera estaba a su lado, podía llegar al bosque si corría por el jardín.

Seria difícil con las botas que traía puestas, los tacones de estas ya la estaban matando y no sabia si podía continuar.

¡Tenía que salir o él iba a encontrarla!, no quería imaginar lo que haría con ella, posiblemente abusar y luego matarla, secuestrarla, no lo sabia. Creía que él era perfecto.

Quería tomar el cuchillo que estaba sobre la mesa y apuñalarlo con fuerza mientras intentaba huir, pero sabia que él era demasiado rápido y fuerte y moriría con solo salir.

Se mantuvo quieta, casi aguantando la respiración hasta que volvió a caminar. El hombre hacia rechinar el piso de madera mientras daba pasos lentos y cortos. 

Ella se alivio cuando escucho el sonido de las escaleras crujir, ahora estaba en el segundo piso, ¡Es la oportunidad perfecta!, «¡Ahora o nunca!» se dijo y salió del fregadero, abriendo la puerta trasera con velocidad se quito las botas que traía puestas.

Comenzó a correr desenfrenada por el jardín con la intención de llegar al bosque.

Miró hacía atrás, y su miedo incrementó al verlo parado frente a la ventana, mirándola fijamente sin expresión alguna, lo ignoró deseando que él se quedara dentro, que se rindiera de querer perseguirla y que la dejara en paz. 

Relajó su velocidad al llegar al bosque, sabia que no debía detenerse por nada hasta poder encontrar la carretera, o a alguien, pero estaba cansada y necesitaba respirar.

¿Quién podría vivir cerca?, absolutamente nadie. Eran varios kilómetros si es que quería encontrar otra casa. Por lo menos llegar a la carretera, esperar que alguien pudiese ayudarla.

Observó sus pies, ahora cubiertos por lodo y hojas secas del bosque, de seguro unos cuantos insectos, era lo que menos le preocupaba. Su maquillaje estaba corrido por el sudor, su ropa apestaba y tenía varios rasguños de ser maltratada.

Escuchó algo o alguien acercarse y de nuevo comenzó a correr, según lo que ella creía un buen camino.

Sin percatarse tropezó con una rama vieja y pequeña, la mujer rodó por la cuesta lastimado su rostro con los arbustos y ramas de otros árboles.

Sintió el golpe de una piedra impactar contra su abdomen en la bajada, la hizo soltar todo el aire y ahogó el gemido de dolor. 

Podía sentir el ardor en su rostro a causa de las cortadas y el lodo. Con dificultad logró levantarse, observó no muy a lo lejos la luz de una linterna la estaba buscando, y si no se apresuraba no podría salir del bosque.

Después de escapar de aquel hombre extraño, comenzó a caminar por el bosque, sin rumbo fijo por que presentía que ya estaba lo suficientemente perdida. Tal vez alguien querría buscarla en la mañana, y por obra mágica lograrían encontrarla.

Shadamy [One-Shots]²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora