Pareja en problemas

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¡Rose, regresa aquí!

Ella corrió por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación, sus púas rosadas fueron jaladas con fuerza y sentía el golpe del suelo, había caído de espaldas contra él.

El dolor en su cabeza permaneció hasta ver la silueta negra de su marido. Una mirada con furia y llena de rencor, la levantó con fuerza por el cuello de la blusa.

La estampó contra la pared, parecía que el azabache se enfurecía cada vez más, Amy pateó con fuerza en sus genitales obligándolo a soltarla, cuando estuvo libre se apresuró a correr hacía la calle.

El azabache se quejó por el repentino golpe gritándole una que otra maldición mientras se recuperaba para salir tras ella y traerla de vuelta a su hogar antes de que abriera la boca para algo más que no fuera su miembro. Iría por ella y la violaría en la sala, ese era su maldito plan.

Al estar frente a la puerta de su hogar la encontró abierta, divisó a Rose a lo lejos de la carretera con los brazos arriba buscando ayuda. Salió con rapidez sin que ella se percatara y terminó derrumbándola en el pavimentado suelo de la carretera.

Se quejó harta de la situación, golpeó su pecho con tal de que se alejara de ella pero él no se lo permitiría, con fuerza apretó sus muñecas y la obligó a callarse antes de propinarle un puñetazo en el rostro, eso le dejaría un ojo morado para mañana.

La cargó como pudo y la llevó dentro, ella se removió incomoda con la idea lejana de que alguien hubiera escuchado sus gritos de ayuda.

Parecía que no iba a funcionar, dentro de la casa, el azabache la dejó caer sobre el sofá mientras se encargaba de cerrar la puerta con seguro.

Pasó sus manos por la perilla de la puerta, sus púas se alzaron intimidantes, estaba cansado de este juego, ella lo observó aterrada tomando lo que pudo lo amenazó con lanzar el florero, él sonrío ladino y no se inmutó al acercarse, Amy no lo pensó más y lanzó el jarrón directo a su cabeza. Alcanzó a esquivarlo pero no esperaba que realmente fuera a tirarlo.

Su molestia incremento y jalandola del brazo la obligó a permanecer acostada, unió sus labios contra los de ella de forma brusca, no le permitiría ningún otro grito ni reproche.

— ¡Basta!, ¡Jodete Shadow! – Entre besos gritó desesperada, intentó zafarse pero la tarea era imposible, era demasiado fuerte para ella y se estaba quedando sin opciones.

— ¡No me levantes la voz! – Levantó su palma y la estrelló en su mejilla izquierda, no iba a dejar que ella le gritara.

Si quería domarla tenía que haber reglas... reglas que ella jamás quiso cumplir.

— No te atrevas, ¡No lo hagas! – Gritó con fuerza al sentir como su marido le bajaba el pantalón de forma ruda, observó como sus pantalones eran despojados y él se preparaba para entrar.

Pataleo como pudo, quería dejar la mierda de relación tan tóxica, eran diferentes tanto que no sabían ni siquiera una razón por la cual seguir juntos.

Después todo ocurrío, él sobre ella de forma bestial lastimando su interior, sin previo aviso había entrado y se comportó de manera insaciable, estrujaba sus senos con fuerza, sus gemidos sonoros cada que se venía dentro y como su cuerpo chocaba contra el suyo le causó repulsión, odio...

¡Joder, aprietas! – Gritó ronco y excitado, tratar a Rose de forma violenta mejoraba la relación sexual, era magnífico como ella se negaba a entregarle lo que, por ley, era su derecho. El esposo tiene todo el derecho a tener sexo con su mujer cuando quiera.

Shadamy [One-Shots]²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora