Shadamy [One-Shots]²

Mi bestia

- Es un placer verte de nuevo querida - Vainilla me sonríe al llegar a la cafetería - ¿Taza de té? 

- Por favor - Me siento en los bancos junto a la barra y saco de mi bolsa una cartera rosa pálido, todos los sábados vengo a tomar una deliciosa taza de té y a leer alguno de los libros que tienen en las estanterías como decoración.

Desde que conocí la cafetería no puedo negar que es la mejor locación para conseguir algo de comida.

Vainilla regresó con la taza de té en sus manos y le entrego el dinero, puedo oler el delicioso aroma que produce, agarro la taza para beber el líquido y es perfecto, el agua caliente recorre mi garganta hasta bajar a mi estómago, después de otro par de sorbidos mi cuerpo se calienta y la temperatura me relaja. 

La cafetería comienza a llenarse y me acerco a la estantería lo antes posible o terminarán tomando mi libro sin que me dé cuenta, agarro el libro y regreso a mi lugar donde puedo disfrutar la lectura. 

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- ¿Cuándo piensas hablarle? - Escuché un susurro detrás, no levanto la vista pero pego oído a su conversación, aunque debería interesarme menos.

- Shh, que puede escucharte - Le responden en otro susurro, intento no voltearme y seguir leyendo.

- ¡Solo tírate encima de ella!, si no lo haces tú lo haré yo - Un tono bastante orgulloso, escucho como los pasos se acercan a mi lado, levanto la mirada y un erizo con aspecto arrogante de color azul eléctrico se queda frente a mí, me mira sorprendido pero rápidamente lo oculta, es alejado por un tremendo jalón en su chaqueta y un erizo albino se queda en su lugar. 

El chico lo apartó con mucha facilidad, sus mejillas se llenaron de vergüenza acompañadas de balbuceos cortos y tartamudeos en cuanto notó que le miraba, dejo el libro en la barra y le presto atención para intentar calmarlo. 

Lo invito a acompañarme con otra taza de té y asciende con timidez... tiene lindo color de piel, sus sonrojos son imposibles de admirar ya que todo el color carmín llega a sus mejillas, tan dulce, su tierno aspecto es fabuloso, su aroma a pay de limón me abre el apetito, ¡Su carne debe ser tan exquisita!; le sonrio cuando el té llega a la barra nuevamente.

La mejor carne siempre llega a este café. Ya tengo algo que comer.

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Limpio mis manos cubiertas por el líquido rojo, el trapo queda completamente manchado y ahora también tengo que lavarlo, era de esperarse, observo las partes de carne sobre la mesa, me acerco al congelador de la bodega y guardo algunas partes dentro. 

Observo por la luz como los demás pedazos de carne aún se mantienen dentro y congelados, su aroma y sabor no son tan preciados como el que acabo de guardar, fresco, puro, inocente; cierro la puerta del congelador y me acerco al fregadero, agarro un poco de agua oxigenada y comienzo a limpiar el trapo con sangre. 

¿Qué haré con la carne? no me gusta cuando la come cruda, tal vez la caliente un poco, ¡Seguro que le gusta!; el trapo parece limpio, todo está bien. 

El sonido de mi alarma me sorprende, me relajo cuando miro la hora en la pantalla del celular, me limito sonreír una vez más, agarro los pedazos de carne sobrantes y los dejo caer en una bolsa negra. Realmente pesa pero vale la pena. 

Salgo de la bodega con la bolsa casi arrastrando, cierro bien la puerta con llave, la escondo en el bolsillo de mi pantalón para no perderla, es mejor prepararme para salir, hace demasiado frío afuera y no quiero enfermarme.