Shadamy [One-Shots]²

Un lobo para la hembra²

El color jade de sus ojos lo dejó casi quieto pero no se detenía y eso estaba bien, seguía corriendo tras de ella aun después de ver ese brillo. Un poco más adelante, Ella se detuvo y él también, el pecho de la rosada subía y bajaba por la rápida corrediza entre ambos.

Ella estaba sorprendida, hace solo unos segundos él intentaba tirarse encima y ahora se queda mirándola, esperando alguna respuesta se quedó quieta observando cómo daba giros alrededor de ella. ¿Qué tanto le miraba? ambos son jóvenes y principiantes, los rituales eran algo raros pero este no era ningún ritual similar a algún otro.

Ese brillo le gustaba, notó como las púas de su espalda se levantaron imponentes y él se veía mas grande, fuerte y atractivo, bajo sus orejas en sumisión, nunca había conocido a alguien en su transformación, ella era muy curiosa y no tardó en investigarlo.

Su cuerpo digno de un Alfa y ella como Omega siendo destinados, no iba a mentir diciendo que no tenía miedo, claro que si. Siempre pensó que conocer a su macho seria algo lindo y afectuoso, o como le decía Sally, era algo que solo entre ellos podrían entender por que ella jamás ha conocido a su pareja.

Entonces el azabache se acerco olfateando su oreja izquierda, ella permaneció quieta, sentía cosquillas en su oreja por lo que se apartó contenta, permanecer al lado de él le provocaba felicidad, calma, tranquilidad que no había experimentado a tal punto.

El azabache comenzó a desprender su olor, atrayendola de vuelta y comenzar el ritual, aquel pensamiento de reclamarla como suya no iba a desaparecer.

Ella regresó con los ojos brillosos y deseosos, su cuerpo pedía proseguir y calmar sus ansias.

El azabache comenzó dejando cortas mordidas juguetona por su cuello, ella no lo esperaba y repentinamente, la misma soltó un aullido doloroso al saber lo que el Alfa había hecho.

La sangre se esparcía por su hocico, el Alfa apretaba más la marca para dejarlo en claro, ella no dejaba de aullar con fuerza, había escuchado que las marcas duelen y queman casi como el infierno.

Pero que valían la pena si tú pareja era la ideal.

Soltó su cuello y lamió la sangre que quedaba, el sabor a hierro y entre las caricias que le estaba dando a la hembra la comenzaron a calmar.

¿Contenta? ¡Claro que lo estaba!, fue marcada por su pareja ideal. El azabache también estaba satisfecho, encontrarla era una probabilidad casi nula.

Se acercó a su retaguardia, levantándose en dos patas para quedar sobre ella y apoyarse para terminar con la ceremonia. Desprendía feromonas que atraían a la hembra. Lo cual ayudaría en el proceso.

Ella lo sintió, como las garras de él apretaban su pequeña cintura, como buscaba entrar mientras acariciaba su
pene contra su interior.

Empezó siendo brusco, sus patas casi se doblan cuando el Alfa se contorneo en su interior, el flujo de las feromonas y como el líquido vaginal a causa del celo lo usaba como lubricante quedaba perfecto.

El líquido rojizo de su pureza bajaba por las patas traseras del azabache, el interior caliente y apretado que no tardo nada en comenzar a tomarlo como suyo.

Ella sentía dolor, dolor y excitación por que sus sentidos se lo pedían, se lo rogaban ya que era la naturaleza de las hembras.

Pero la penetración era brusca, las garras aumentaron la presión en su cadera y gimió de dolor. Con rapidez acercó su hocico a la pata izquierda del azabache y la mordió con fuerza para alejarlo.

El Alfa sintió el dolor de su hembra y como apretaba el agarre en su patas, gruño molesto por que esto no tenía por que pasar.

Relajó la fuerza para permitirle segundos de calma, no quería que se la pasará tan mal en su primera unión. Además de que si quería solo la obligaría.

Ella se acomodo de la mejor manera, con la parte trasera alzada y su espalda curvada, la parte frontal agachada como una postura de gato al estirarse.

Shadow comenzó a moverse, empezando desde cortas estocadas hasta sentir su cuerpo calentarse. Estar con su pareja ideal provocaba sentimientos jamás experimentados.

El calor en el interior de ambos los obligaba a permanecer juntos de ahora en adelante. Los ojos de ella se delataron al sentirlo llegar al punto indicado. Aullando de satisfacción al recibirlo contenta.

Shadow no dejaba de entrar con rapidez, de llegar al punto que le gustaba, acomodó sus patas frontales en el suelo a los lados de la hembra para poder y acercarse hasta sus orejas y morderlas.

Su cadera no dejaba de moverse y la eriza bajaba la retaguardia al sentir el calor llegar a su punto.

Su líquido vaginal escurrió por el suelo y por sus patas traseras, el azabache comenzó a sentir como su glande se expandía, apretó dentro de ella una vez más liberando el líquido seminal dentro.

Él aulló satisfecho y ella aulló al sentir el punto de excitación perfecto y como ahora estaba siendo preñada.

Se quedaron ahí, enganchados hasta asegurarse de que el líquido desapareciera dentro, así las probabilidades de dejarla embarazada y que ningún otro pudiera engendrar con ella fueran posibles.

El amanecer había pasado, ambos regresaron a su forma original. Si, ellos jamás creyeron encontrarse y ahora su cercanía era agradable, el sentimiento de protección lo rodeó, quería pasar todo el tiempo posible con su pareja para protegerla.

Llegaría el tiempo de que el embarazo fuera desarrollándose y ellos debían tomar caminos unidos para criar a su futura familia.

— Shadow - Dijo su nombre con timidez

— Rose - Su voz ronca le gustaba, le hacia sentir cosquilleos en la espalda cuando decía su nombre de esa forma.

Él no esperaba que llegará este momento tan pronto, fue repentino, excitante y no se arrepentía.

Besó su mejilla con dulzura y el azabache giro su rostro para tocar sus labios. Ese brillo regreso a sus ojos.

¿Qué sigue?... ¡Oh cierto!, la crianza de su familia y las presentaciones. Pero, por ahora, solo importaban ellos dos.