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Camila caminaba felizmente por la acera con su mejor amiga Dinah.

—Lauren es rara—le comentaba la alta—. Siempre huye de ti.

La morena asintió.

—Creo que ella odia los plátanos.—decía mirando al cielo, como si éste le diera la respuesta.

—¿Tú crees? bueno—se lo pensó—...Tal vez le gustes o algo así.

Camila paró en seco.

—No lo creo. Además, ella no me gusta.—asintió con la cabeza repetidas veces.

Dinah rio.

—Eres una mentirosa, Chancho—le dio un pequeño golpe en el hombro—. La miras todo el tiempo.

Camila frunció el ceño.

—Que la mire no significa que me guste—argumentó—. Solo me gustan sus ojos, es todo.—susurró como si fuera un secreto y se concentró en ver el suelo, mirando sus pies que daban paso a paso.

—No te creo—gruñó—. A ti te encanta toda ella, solo que no te das cuenta. A ver dime, ¿porqué intentas acercarte a ella? Ella nunca te hace caso y ahí vas tú y le hablas.

—Quiero ser su amiga. De ella y Ally, ¿es malo hacer amigos?—sacó la lengua a Dinah.

—Es malo si a una te la tragas con la mirada.—murmuró la alta.

Unos pasos más adelante se encontraron con Lauren, quien esperaba pacientemente a que Ally abriera la puerta de su casa.

En el segundo que Camila la vio no dudó en agitar su mano y con una sonrisa gritar.

—¡Hola!—chillaba la morena, su mejor amiga rodó los ojos.

La ojiverde la miró y sonrió amable.

—¡Hola!—respondió Lauren al saludo de Camila.

A la morena le brillaron los ojos y decidió acercarse hacia ellas.

—Hola.—saludó la pálida con más calma, viendo a la chica de moño ahora color rosa.

Camila sonrió.

—Hola ¿qué hacen?—cuestionó.

Dinah se golpeó la frente con su mano por la pregunta estúpida de su amiga.

—Pues Ally trataba de...¿Ally?—preguntó viendo la puerta abierta y que Ally ya no estaba afuera.

—Entré hace horas, Jauregui.—rio la bajita saliendo de su casa.

Lauren rio avergonzada.

—Perdón—rascó su nuca algo nerviosa.—¿Quieren entrar? la casa de Ally es su casa.

La bajita golpeó a Lauren.

—¿Quieren pasar?—preguntó dulcemente—Justo ahora íbamos a preparar unas fresas y ver netflix.

Camila iba a contestar que no, pero fue interrumpida por Dinah.

—¡Claro que si!—exclamó—Son una de mis cosas favoritas en la vida.

Todas rieron.

—Pasen, están en su casa.—dijo entrando por la puerta, mientras la ojiverde decía un se los dije con los labios, haciendo reír a Camila y Dinah.

Entraron, Lauren tiró su mochila a quién-sabe-dónde y corrió a sentarse al sillón.

—Hola hermoso, te eché de menos.—le susurraba acariciándolo.

—Estuviste aquí ayer en la tarde, Lauren.—reía la dueña de la casa.

—¡Amor prohibido!—dramatizó—, pero no te preocupes, escaparemos juntos. No le hagas caso a la enana loca.—y besó el sillón marrón.

Dinah soltó una carcajada.

—Ya somos amigas Lauren.—decía la polinesia, secándose una lágrima falsa.

—¡Cuentas conmigo también!.—gritó Camila desde la cocina, ayudando a Ally.—¿Tienes plátanos?—preguntaba curiosa.

—Sí—asintió—. Pero te recomiendo comerlo aquí, donde Lauren no lo vea. Ah, y tiras la cáscara en una bolsa negra al desecharlo en la basura.—indicaba cuidadosa.

—Ouh, eso es muy específico.—asintió Camila mordiendo la fruta y siguiendo las indicaciones cuando terminó.

—Sí, es que digamos que a Lauren no le agradan.

¿No le gustan? Nunca había conocido a alguien que no le gustaran.

—Bueno, trataré de que no me vea más con uno. Siempre huye de mi cuando me como uno.

Ally sonrió ante su comentario.

—Verás que ya no correrá de ti si no tienes un plátano contigo.

—Seguiré tu consejo.—sonreía al imaginar la idea.

Ahora Lauren me dirá un hola todos los días.

Sí, definitivamente ese día era el mejor de todos.

Xantofobia↪||CAMREN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora