Aroma

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Lan Wangji no podía creer lo que había sucedido, sin embargo, mientras estaba ahí, contemplando el apacible rostro del hombre dueño de su corazón, estaba seguro de que todo eso era real, lo estaba viendo, su pecho se movía con cada respiración y la mano que sostenía era tan cálida.

En esos momentos no le importaba los cómos ni los por qué, solo le importaba el seguir sintiendo a esa persona, viva, a su lado. Ni siquiera la entrada de su hijo a la habitación lo hizo apartar la mirada de su amado Wei Wuxian.

-Te traje algo de té, padre- anunció Lan Sizhui mientras se acercaba con una pequeña bandeja en sus manos, tal y como dijo había dos tazas de té en ella, una para él y otra para su padre.

Una vez que ambos tuvieron una taza cada uno, se mantuvieron sentados uno al lado del otro. Ambos mirando al hombre durmiendo en la cama, y aunque Lan Wangji no quería más que estar a solas con Wei Ying, comprendía la curiosidad de su hijo por su madre por lo que no dijo nada. Al contrario, miró atentamente el rostro de Lan Sizhui, las emociones nadaban en sus ojos claros.

-Está con vida- fue lo primero que dijo su hijo, aferrando la taza con té entre sus manos con cierta fuerza.

Lan Wangji se limitó a asentir.

-Entonces... debo suponer que no fuiste capaz de ver su cuerpo en el ataúd-

Lan Wangji asintió de nuevo y no era la primera vez en tantos años en los que se cuestionaba porque no lo había hecho cuando la noticia del fallecimiento de su esposo había llegado a sus oídos. Quizás porque había estado demasiado emocional en esos momentos, después de todo, había estado ahí cuando el monitor de ritmo cardíaco había dejado de sonar.

Siendo justos, aparte del dolor sofocante que sintió por perder a la mitad de su alma, también había sentido la necesidad imperiosa de proteger a su cachorro, el fruto de su amor con Wei Wuxian. No había habido momento para pensar en nada más después de eso.

-Papá- Lan Sizhui llamó su atención -¿esta vez me lo dirás? ¿cómo conociste a mamá?-

Sabía que su esposo había sido un tema demasiado doloroso para su padre, por lo que había crecido sin preguntar demasiado al respecto, ahora que por fin podía ponerle un rostro a la figura que tanto había anhelado desde que tenía memoria, no podía contener sus ganas de saber todo lo posible de él.

Lan Wangji lo miró solo unos momentos antes de que su mirada se desviara al rostro de Wei Ying, ya no era el mismo rostro de cuando se habían conocido, en su adolescencia. Y a pesar de ello, se seguía viendo tan hermoso... Había sido un idiota por no haber luchado, por haberse dejado enceguecer por el dolor de perderlo. Solo Dios sabía que era lo que había sufrido su pareja todos esos años. Sin embargo, no era momento de pensar en ello, no, era momento de volver a los que fueron, en un principio, los momentos más confusos de su vida, todo por culpa de un chico impulsivo e idiota llamado Wei Ying.

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Había sido en una solitaria noche, la luna había dejado su perfecta forma redonda y por fin le brindaba unos días de paz. Paz que, ciertamente, no duró mucho, cuando fue capaz de ver a cierto adolescente entrando furtivamente a los dormitorios, en sus manos llevaba algo que, si no se equivocaba se trataba de licor.

Un bajo gruñido escapó de su garganta, sin embargo, fue capaz de calmarse mientras seguía al chico, no solo el alcohol estaba prohibido, sino que ese personaje no tenía ni siquiera la edad para probarlo en primer lugar.

Se las arregló para interceptarlo en un pasillo solitario -el alcohol está prohibido- fue lo primero que se le ocurrió señalar antes de mirar bien al sujeto en cuestión.

Take me homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora