Preludio

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La batalla se desencadenó. Wen Qing tomó a su hermano y lo arrastró a un lugar seguro, apenas se encontraba consciente y su tez era muy pálida.

-A-Ning- sacó un pañuelo de su ropa para limpiar la sangre que había escapado de la comisura de la boca de su hermano.

-Her… mana- murmuró el chico débilmente.

-Shh, está bien, todo estará bien- lo consoló un poco mientras volteaba a ver la pelea, los perros no eran justos y se lanzaban uno tras otro contra el hombre.

Sin embargo, éste mantuvo su postura y los esquivó uno a uno, de vez en cuando hacía un movimiento con su abanico, lanzando ráfagas de fuego para herir a sus oponentes. No hacía falta decir que estaba dominando la situación por completo, con movimientos refinados pero precisos y potencialmente mortales. Después de todo, ningún ser vivo era inmune al fuego.

Wen Qing no pudo evitar suspirar de alivio, sus súplicas habían sido escuchadas, esa persona había llegado para ayudarlos. Acarició el cabello de su hermanito y se mantuvo en silencio, había tantas cosas que quería preguntar pero se contuvo, no sería bueno distraer a su salvador.

Sin embargo, su alivio fue tan solo pasajero, pronto, la cantidad de perros Wen rodeando a su salvador se hizo abrumadora, no había manera de que pudiera con tantos enemigos él solo. 

Wen Qing no pudo evitar ponerse ansiosa, debía de haber algo que pudiera hacer. Miró a su alrededor pero era imposible, estaban rodeados. 

-¡Cuidado!- gritó cuando un perro quiso saltar en la espalda del hombre de túnicas verdes.

Para su sorpresa este reaccionó dando vueltas, sus manos se incendiaron golpeando a sus enemigos y arrojándolos lejos. Wen Qing abrió sus ojos con asombro cuando la figura del hombre se desdibujó para ser reemplazada por la de un gran ave de fuego. El fénix abrió sus alas y trinó a los cielos, haciendo que los perros retrocedieran y gimieran de miedo.

Un momento después, empezaron a retirarse para huir dejando atrás a sus compañeros heridos que eran incapaces de moverse. 

Wen Qing suspiró mientras el ave se transformaba en hombre de nuevo, sus túnicas y su apariencia impecable de nuevo.

-Mis disculpas por la tardanza- se disculpó de nuevo el hombre abriendo su abanico para refrescarse un poco -casi nadie usa las cartas y los ancianos no estaban muy felices que digamos al leerla- 

Wen Qing negó -muchas gracias por venir en nuestra ayuda- hizo una leve reverencia -emm…-

El hombre parpadeó y no tardó en darse cuenta del problema -mis disculpas, olvide presentarme, mi nombre es Shen Qingqiu- hizo una leve reverencia -es un gusto conocerla señorita Wen- su mirada descendió entonces hacia Wen Ning, tendido en el suelo y apoyado en el regazo de su hermana -¿cómo se encuentra?- 

Wen Qing se dio cuenta de que se refería a su hermanito -está muy lastimado pero su vida no peligra- contestó -sería mucho mejor si pudiera cambiar pero eso es algo que está fuera de su alcance- no pudo evitar lamentarse un poco, si tan solo su hermano pudiera cambiar muchas cosas hubieran sido diferentes.

Shen Qingqiu la miró por un momento antes de decir -pero si es posible-

La hermana mayor Wen no supo a qué se refería, sin embargo, cuando el hombre estaba a punto de explicarse se detuvo de golpe, sus ojos se abrieron de la impresión y se dio la vuelta, solo entonces Wen Qing pudo ver la daga incrustada a la mitad de su espalda. 

-Tú…- Shen Qingqiu escupió sangre mientras su mirada se enfocaba en un hombre que rió a carcajadas.

-Tu si que eres otra cosa- se trataba de Wen Chao y un pequeño séquito de perros, al parecer, solo habían fingido la huida -mira que derrotar a un pequeño ejército tú solo-

Take me homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora