Amor en Vela

34 0 1
                                    


Un retazo de luna asomó entre las rendijas de la antigua puerta de entrada del colegio, aquella que daba a la avenida recién asfaltada. Era de día, pero un lienzo de la noche, su cabello, alteró el orden del mundo, mi mundo. La gruta sin virgen (frente a su salón y el mío) quiso mirarla, no pudo. El árbol de moras mudaba de hojas y de frutos, el otoño llegaba con destellos luminosos de un sol que se resistía a morir aquella tarde. Los profesores ausentes, los recreos interminables, las huelgas indefinidas, las pelotas de trapo, la chapas y botellas, los apanados, las risas y burlas, los pantalones abajo, lornas distraídas...todo se detuvo en el nombre del tiempo, en el nombre de ese retazo de noche que era su cabello, esa sonrisa furtiva y ojos enormes que atraían al ingenuo, cada infinito detalle sólo medible por la eterna línea numérica de racionalidades e irracionalidades, todo y nada al mismo tiempo se congelaría un breve instante, una foto instantánea suficiente para poder describirla...un poco nada más.El carnaval de risas, Sandra, Patty, Mónica, sabe Dios quien más. Es el salón de segundo "A" de educación secundaria. Te está mirando, le dicen. ¿Me mira? Pienso. Quizá mis pantalones remendados, mi camisa sucia y la chompa en la cintura porque, una vez más, se ha roto jugando pelota. Habla Anaya, un partidito ¿quieres jugar? No gracias. ¿Anaya? ¿Estás bien? Si carajo, estoy bien. Pero no, no estás bien, la estás mirando, te puede enceguecer mirar directo al sol, mucho ya, detente, das roche Anaya, te dice tu conciencia, no, es Grajeda, bueno, casi lo mismo. Habla Anay, ¡Vamos a jugar! No molestes Grajeda, ¿Qué te pasa? No sé (sí sabes, un retazo de noche te ha capturado, te ha puesto melancólico por primera vez desde...mejor no recuerdes). Habla pues. Déjame. Ya pues Anaya, ¿a quien miras? ¿a la narizona? Silencio, rubor, sonrisa. No es narizona huevón, es su nariz respingada. ¿Respin...qué? Hablas huevadas Anaya. Tú no sabes, déjame un rato (déjame mirarla para poder escribir de ella después). ¿Te está mirando? Parece. Vamos Anaya, das pena. Silencio, sonrojo, sonrisa, ella está mirando ¿estaré peinado? ¿Quién soy para que me mire? ¿Me bañaré mañana? Tal vez, puede ser, mejor no.Grajeda ¿Cómo se llama? Para qué quieres saber. Habla pues. Si sé, dame cincuenta. No tengo plata. ¿Te gusta? Sólo dime su nombre (te lo suplico, ¿no ves mis ojos? Pero no te lo digo, rogar es de maricas). Una china. Que payaso eres mierda (Vamos amigo, eres el único amigo que tengo, pero no te suplico, quiero saber su nombre, es tan bonita como las palabras pueden describirla, como los árboles retorcidos que acogen los recién enamorados del parque Olimpo, pero no te ruego, date cuenta que no te ruego, bueno, que mierda, sí te ruego). Una china para el vicio (Super Soccer, no Street Fighter porque soy malo jugándolo) y te digo. Puta madre, no tengo plata, mañana te doy (mañana robo el vuelto del mercado). No, entonces mañana te digo. Ya ya, una china. Espérate un rato. Yo la miro, Grajeda no va hacia ella, se mete entre los salones, pasa por el patio, las escaleras. El auxiliar no está, entra, ha sido brigadier, sabe por donde entrar y por donde salir. Se mete el miserable a la oficina, revisa la lista de asistencia, corrobora, nadie lo ve, lo van a pescar, tiene lentes, parece chancón y nadie sospecha que sabe robar (veinte cajas de tiza en su casa, palos de policía escolar, lapiceros, cartucheras, de todo un poco). Caray, tengo que mirar a los dos lados. Puta madre, mejor voy a ayudarlo, es mi pata, el único que tengo, el que me cree las mentiras, con el que juego en el vicio, no te muevas Grajeda allá voy. Ya vengo, retazo de noche, no me tardo, síguete riendo, sigue mirando entre las rendijas (tengo miedo, Grajeda nunca). Volteo, me voy a ayudarlo. El retazo de noche y sus amigas entran al salón, ha venido un profe ¿quién será? Grajeda sale de la oficina del auxiliar, victorioso, invencible siempre, amigo, avaro. Dame otros cincuenta. Pero es mi pasaje. No te digo. Miserable, toma. Comienza con "K" y termina con "N". Puta madre Grajeda, ya te dí un sol (todo mi capital, mis ahorros, eran para el pinball antes de llegar a casa). Acompáñame al vicio y te digo, pero no tengo permiso (mi viejo me sacaría el ancho, ¿qué le invento?). Mañana te digo. Ya pues Grajeda, dime. Ya ya, adivina pues ¿Kavin? ¿Kenin? Lo acompaño a su jato, no, a la casa del pasaje donde nos esperan los televisores, el supernintendo y los cartuchos. Pide Top gear 2, los carros, hay que apuntar las claves, no es mí día, hoy no quiero jugar, no hay reto, Grajeda se aburre, pasamos Australia ¿Kanin?, pasamos Canadá ¿Karina? Pasamos Gran Bretaña ¿Karnín? Allí nos quedamos. Tiempo, se terminó la hora, cóbrese señora. Dan las siete ¿qué le digo al viejo? De repente no está, hoy es viernes, se ha ido a tomar, seguro. ¿Y mi mamá? En la iglesia seguro, cantándole a Dios. Mi hermana me salva, ojalá esté con su enamorado, así no cubrimos, no nos traicionamos, nos escondemos. Grajeda ¿estás asado? Si pues. Ya, dime quien es. Adivina pues...ja ja ja. Mañana te doy otra luca. Pero es fácil pues Anaya. No sé pues....dime.Karín...se llama Karín. Grajeda entra a su casa. Es de noche, mi viejo no llegará hasta las once, mi madre tiene vigilia en la iglesia, es viernes. Mi hermana tendrá a su enamorado todo el tiempo que dure la sed de sus labios. ¿Excusas? No se me ocurre nada, quiero que sea mañana, no, ¡fin de semana! ¿hasta el lunes? Que largo, maldita sea, me digo. Es bonita, me repito. Las veredas se vuelven demasiado pequeñas, la alfombra de asfalto acaricia mis zapatos, está nueva. Tanto que pensar e imaginar, tanto que soñar despierto, todavía no existen las combis asesinas, el asfalto de las pistas sigue intacto, no hay tantos carros aún. Camino por los puquinas, me acoge el tanque de agua, me siento entre sus piernas de cemento, pienso un rato, sigo caminando ¡tenía otros cincuenta! La tienda de la bajadita antes del pasaje camino a la canchita 24, seño, un Sorrento, sesenta, ¿qué tiene de cincuenta? Chocolate Winter. Deme uno. Como el chocolate, ¿qué me pasa? Tengo ganas de sentarme en el murito de la canchita, es de noche ya, es tarde, me van a pegar ¿importa? No mucho, no creo que estén. ¿Me habrá mirado? ¿Se llamará Karín como dice Grajeda? Es un retazo de noche, pero la oscuridad está completa ahora ¿y ella? ¿Dónde está? ¿Dónde vivirá? ¿Cómo converso con ella? ¿Qué hago para que me vea? Es bonita, ¿hay más palabras para describirla? Difícil, no conozco muchas, ¿un poeta por allí? Tal vez ¿un libro en casa? Ojalá, pero todos son de aventuras. Algo que hable de ella, algo que diga que se parece al sol, que su cara es redonda como la luna, que todos la miran y callan para que el viento la corteje, que alguna relación hay entre la brisa de esta noche que mece los árboles y su forma de mirar y sonreír. Necesito palabras, no las tengo, ¿amor? Muy fuerte. ¿Querer? Muy pronto ¿amistad? Muy básico. ¿Me gusta? Mucho, eso es, me gusta, la quiero porque me gusta, me gusta porque la quiero. Un retazo de noche, no se me ocurre nada más, como las telas que usa mi mamá, mi abuela, esos retazos de tela negra con que zurcen los viejos manteles de la iglesia. Pero ella no es un retazo de noche porque la noche esté gastada, es un retazo de noche porque la noche es hermosa y triste como lo son sus cejitas que se intimidan ante sus agudos ojos redondos. Pero es también un retazo de luna, ¿cómo así? Por su sonrisa, por lo redonda de su cara ¿se puede explicar? Sólo basta decirlo, sólo basta decir que es un pedacito de luna que se queda en la mañana para molestar a la noche, pero ella es noche alegre, la de la cena, la de los padres que se sientan con los hijos, la de Navidad (esa que no conozco). No es mi noche de madrugada en la que permanezco acompañado de una grabación de música andina cristiana, no es la noche de madrugada donde escribo cuentos raros, creo personajes, elaboro campeonatos mundiales donde siempre Perú gana la copa del mundo. No, ella es noche que cobija, que sonríe; es luna que atesora un poco de sol para brillar por encima de la tristeza; es luz que se esconde, que se vuelve en sí misma para ir a buscarla ¿Buscarla? No, no puedo. No es posible, ¿hablarle? ¡Jamás! Todo se queda conmigo. No, no, hay que hablarle, decirle algo mañana, ya es tarde. Me que quedado en el parque mucho tiempo, ¿importa? No esta vez ¿y los árboles? Por alguna razón, ahora puedo contar las hojas sin desesperarme mientras un anciano pasa rápido con una bolsa blanca

- Señor, disculpe ¿qué hora es?

- Un cuarto para las nueve.

El reloj ha marcado mi sentencia, llegaré muy, muy tarde hoy, ¿qué excusa ahora? ¿Grajeda?¿Papá, estoy enamorado? Ni hablar.

Mamá debe estar en la Iglesia, iré a buscarla

Expedientes secretos :)Where stories live. Discover now