El egresado

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MIENTRAS SE RASCABA SU PANZA DE RATA, Zevallos soñaba con la mujer perfecta. Debía ser esbelta, alta, de generosas formas y suculentas carnes. Su rostro debía ser bello, no como el de él, repleto de granos producto del infaltable "mostrito" con papas, cremas, gaseosa y ensalada que le ocasionaba, todas las mañanas, más de media hira de deposición en el baño.

Hacía tres años que Zevallos había terminado el colegio. Gordo y feliz, añoraba los días en que se coronó campeón de Dota. Ahora maltrataba chibolos en los nuevos juegos como Fornite o Freefire, volviéndose un dios entre ellos hasta recibir admiración, e incluso, reverencia cada vez que iba a su cabina favorita.

Ingresar a la UNAC no le fue sencillo (tres postulaciones), pero, al final, descubrió que la Carrera le habría la oportunidad de ser libre de las obligaciones del asqueroso colegio. Así, implementó un estricto horario que combinaba videojuegos, porno, clases, porno, videojuegos, grasa, porno, videojuegos, pagarle a los profesores, grasa, porno, videojuegos, copiar en los exámenes, grasa, porno, pedir más propina, porno, faltar y procurar que alguien llene la lista de asistencia, videojuegos, porno, grasa y - lo más importante - buscar una chibola de quinto u otro grado inferior que quisiera presumir de tener un enamorado universitario.

Meticulosmente, organizó su horario para alternar visitas a las salidas de los colegios de Carmen de la Legua, su excusa pefecta fue que iba a recoger a su hermanito. Primero probó con los particulares, no le fue muy bien. Luego los estatales, un completo fracaso. El curso de Probabilidades y Cálculo no se adaptaban a sus eternas complicaciones para socializar. Se quedó parado, esperando que alguna chica se le acercara solo por ser universitario. Curiosamente, chicos de su edad - con secundaria incompleta - tenían mucho más éxito cuando iban con un mototaxi, subiendo a las colegialas hasta de tres en tres.

Debido a sus constantes visitas, más de un portero avisó a la policía. Esto le pareció muy injusto. El día que lo intervinieron explicó que era un país libre y que su hermanito "ya saldría"; tuvo que retirarse. Así, debió conformarse con estrictas horas de autosatisfacción. Quizá, con el tiempo, se le ocurriría otro plan.

Zevallos, mientras juega y traga grasa, sigue soñando con la mujer perfecta, a quién le podrá hacer todo aquello que guarda gratamente en su memoria, como producto de los videos que ha visto desde la primaria.

Expedientes secretos :)Where stories live. Discover now