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Flashback.

Kurt Cobain con catorce años de edad, caminó con pasos pesados hasta el salón de amarillentas paredes. La escuela no es precisamente su lugar favorito en el mundo, y aunque en un principio la institución juró divertirlo, ahora se siente como una pesadilla cada vez que se enfrenta a ella. Si no fuese por obligación de su padre y su madrastra, entonces estaría fumando marihuana en la ventana de su habitación todo el día, con un disco de Led Zeppelin de fondo.

Sin embargo, hay un idiota que es el más odioso entre todos sus compañeros, y es Axl Rose, o William Rose (su verdadero nombre): Un pelirrojo bellísimo que todas mueren por él, y les ha roto el corazón confesándoles ser gay. Los grandotes no se meten con él, ya que su padre es un hombre muy violento e intimidante. Bueno, su padrastro.

Pero Kurt no tiene miedo de enfrentárselo, y lo haría si tuviera ganas de levantarse de su pupitre, plantarse frente a él y escupirle el rostro. Pero hay un problema: Ni siquiera tiene ganas de respirar. La falta de sentido en su vida se ha hecho algo aburridamente horroroso y solo puede pensar en terminar con sus horarios cotidianos para poder tirarse en su colchón y dormir hasta que oscurezca. Y solo al salir la luz de luna, se dirige por una relajación en el jardín del instituto.

Probablemente ese sea su otro impedimento a enfrentarse a Rose: Planta marihuana en el jardín del instituto y la vende a sus demás compañeros, pero con Kurt tiene una relación especial, simplemente porque es "bello" le regala ya armados.

Kurt sabe que en algún momento, el pelirrojo de catorce años como él, se cansará de regalarle por ser "bello" y comenzará a exigirle algún que otro favor sexual. Y por más que el rubio adore relajarse fumando, tiene que admitir que está preocupado. Entiende perfectamente que la droga no lo llevará a ningún lado, y si sigue consumiendo en aquella edad... ¿Qué queda el resto de su vida? Bueno, eso es un gran problema también. Simplemente él no quiere seguir con su vida. Eso es todo.

La aburrida hora de matemática terminó dándole fin a la mañana, y por fin Kurt podrá ir en busca de sus dosis para esfumarse del mundo por un momento. 

Caminó entre los pasillos del instituto con su rostro caído y sus grandes bolsas debajo de sus ojos, ya que, por más que siempre esté esperando para acostarse en su cama y dormir, nunca lo logra y se mantiene horas quejándose y llorando por no poder hacerlo.

Llegó hasta el jardín con un sol ajustándolo en su achinada vista, siguió dando grandes pasos con cierta tranquilidad pero desesperación  por el césped. Detrás de las pistas de deportes, justo en el escondite perfecto que ni el sol llega alumbrar, se encuentra Axl Rose con un par de jóvenes más contando dólares y armando de los suyos.

—Mi consentido. —dijo Axl al verlo.— ¿Cuántos vas a querer hoy?

—Solo uno, como siempre.

—Solo uno.—asintió Axl colocándolo en un papel escondido.— Sabes, el negocio está creciendo y, ya no podré seguir dándote gratis.

Kurt no dijo nada, simplemente se quedó parado frente a él con brazos cruzados y su mochila en su espalda. No le interesa comenzar a pagar, haría lo que fuera por seguir consumiendo.

—Y no es porque yo no quiera, sino porque me retiro del negocio. —dijo Axl dándole el papel.— Sabes, deberías venir conmigo. Estoy comenzando un proyecto de modelaje, no se permiten chicos pero, creyeron que era una niña.  —sonríe burlón, y luego borra su sonrisa, mostrándose serio—. Tú eres bellísimo. ¿No quisieras sumarte?

—No, y gracias por esto. —señaló el papel tomándolo.— Debo irme.

—Oh vamos, no seas aguafiestas.

Is this happiness?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora