Siempre Juntos | Lionel Messi

Capítulo Cinco: Te quiero

¡Hola! Muchas gracias a todas las que dejaron mensajes, votaron y leyeron esta historia. Espero que les esté gustando como prometí que les gustaría en el segundo capítulo. Este se lo quiero dedicar al grupo Seleccioners de facebook, que alimentan mi obseción día a día. Las quiero chicas.

Capítulo Cinco: Te quiero

 Aria llegó al hotel y guardó el auto en el estacionamiento subterráneo. Entro a su habitación y se tiró a la cama sin sacarse la ropa. No quería pensar en nada. No sabía por que, pero no podía entender que sentimiento se le pasó por la cabeza cuando Lionel la besó. Hubo dos momentos específicos en los que ella sintió cosas que podrían indicarle si le gustaba o no Lionel.

Primero, cuando le habló de Antonela. No sintió celos, pero si una profunda tristeza, como una decepción incipiente. Y segundo, cuando la besó. ¿Qué sintió cuando la besó? Bueno… Aria llegó a la conclusión de que Lionel… le movía todo. Fue lo mejor que le pasó en la vida, mejor que ser actriz, mejor que trabajar en Europa, mejor que el New York Times. Mejor.

Suspiró. No, no, con Messi no. No era una opción viable, el mejor jugador del mundo, recientemente separado, con un hijo. Casi podía leer los titulares. “Messi se olvida muy rápido de Antonela y Thiago.”

¡No, no y no!

El sonido del teléfono la sobresaltó. Casi lo revolea por la ventana de su décimo piso. ¡Que ironía! Estaba en el piso numero 10. Vio su nombre en la pantalla entre la penumbra. Mensaje de Lionel.

“Hola. Mirá, disculpáme por lo que pasó. No quería que te sintieras incómoda. Quiero ser sincero con vos, y decirte lo que me pasa, pero no me parece que sea por un mensaje de texto. Quiero verte. Lio.”

Lo leyó de nuevo. En la tarde estaba muy emocionada por ir a verlo, y ahora temblaba de miedo. ¿Por qué? ¿Por qué la realidad se le venía encima? ¿Por qué la fama de él se le venía encima? No era fácil tampoco para ella. No quería ser tildada en todo el mundo como la “roba-maridos” no quería que todos pensaran que se habían separado por su culpa, y más sabiendo que todo el mundo amaba a Antonela, y la familia perfecta que formaban juntos. Pero leer el mensaje la hizo temblar también. Y no de miedo.

“Quiero verte.”

Resonaba en su cabeza sus palabras como si las hubiera dicho él mismo. Como si estuviera al lado de ella, diciéndolas. Le contestó.

“Mañana grabamos a la tarde. Puedo pasar a la mañana, ¿Te parece?”

No quería estar de noche en su casa otra vez. No quería enfrentarse a sus labios de nuevo. No podía.

Se quedó dormida pensando en eso, tratando de discutir con ella misma. Soñó con pelotas, lógicamente.

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 Inspiró fuertemente mientras estacionaba el auto a la vuelta de la casa de Lionel. Dentro de sí, quería entrar a su casa y besarlo, pero también tenía miedo, y le temblaba el cuerpo.

Corrió los mechones de pelo que le molestaban de la cara y exhaló. Levantó el puño y tocó la puerta. Del otro lado, él la abrió lentamente y ella se escabulló por la rendija.

—    Hola.

—    Hola Aria, ¿Cómo estás?

Se acercó a darle un beso en la mejilla, y ella retrocedió involuntariamente.

—    Eh… podés sentarte si querés.  — Comentó dándole la espalda. — ¿Querés algo de tomar?

—    No, gracias, estoy bien.