Capítulo Doce: Zona de Promesas.

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  • Dedicado a Gustavo Cerati
                                    

Esta capítulo va por Cerati porque involucré una canción espectacular que me ecantó. Le dedico este porque fue este precisamente el que escribí el día que murió. Y ya tenía los otros escritos así que en esta fecha fue cuando tocó este capítulo. Quiero decir una cosa super importante. Recién terminé Siempre Juntos. Si. Recién terminé de escribrila. Lo único que les digo es que termina en el capítulo catorce (Número par por supuesto...) y que estoy muy agradecida y emocionada por todo el apoyo que me dieron con esto. Pronto subiré los últimos dos capítulos. Espero que disfruten este. Un beso a los lectores que siempre me leen.

Capítulo Doce: Zona de Promesas

 Aria había llegado a la tarde del 31 de diciembre a Londres. Se había tomado el vuelvo a la mañana de ese día por recomendación del Kun, quién no volvió con ella. Él se quedó con Lionel en España. Había estado todo el día cabizbaja, pensando, absorta en sus pensamientos, tan triste que casi no había hecho caso a la azafata cuando le preguntó si quería tomar algo.

Llegó a su casa en completo silencio. Dejó sus bolsos en el comedor y se acostó en la cama. Se quedó mirando el techo como si este fuera una extensión del cielo. Agarró su celular y buscó entre sus canciones la única que podía hacerla emocionar hasta las lágrimas. En ese momento solo esa canción podía calmarla.

Mama sabe bien 

Perdi una batalla 

Quiero regresar 

Solo a besarla 

Con las primeras palabras salidas directo de la voz de Cerati, las lágrimas empezaron a caer como una lluvia tormentosa que arrastra todos los males.

Tarda en llegar 

Y al final, al final 

Hay recompensa 

Solo Cerati podía entenderla. Sus canciones siempre parecían dar en la tecla. Esta canción, Zona de Promesas era su favorita de él sin dudas. Tarda en llegar, y al final, al final, ¿Hay recompensa? ¿La hay? Cerati se había muerto cuatro años después de luchar contra un ACV el cuatro de septiembre de 2014, ¿Hay de verdad recompensa?

La música fue interrumpida por el tono típico de llamada. En la pantalla vio el nombre que le había asignado “Nicolás Colegio Arg” y pensó en ignorarlo, pero no podía hacer eso. Ella tenía que enfrentarse a él de una vez, si nunca hablaba de lo que había pasado, esa sensación se quedaría en su garganta y la enfermaría.

—    Hola.

—    ¿Aria? ¿Cómo estás? — Su voz sonaba desesperada, o quizás preocupada.

—    Ehh… no se. No estoy bien Lionel.

Del otro lado de la línea su voz parecía titubear.

—    Aria… yo…

—    No es necesario que me expliques nada. — Lo cortó. No quería sonar enojada, pero su voz había salido como si estuviera a punto de explotar.

—    ¡No, quiero explicarte! Lo que pasó con Antonela fue algo… muy idiota.

—    ¿Sabés que creo yo? — Volvió a interrumpirlo, si no lo decía, se le iba a quedar atragantado en la garganta. Endulzó su voz de nuevo, porque verdaderamente no estaba enojada, estaba triste. — Pienso que capaz creías que me querías, pero en realidad todavía seguías muy triste por lo que pasó con tu mujer. Y tu cuerpo y alma necesitaba a alguien más que te consuele. Se que no lo hiciste para cagarme, o para hacerme mal. En este tiempo aprendí a conocerte y sos como Thiago. No hay maldad en ustedes, lo que hiciste fue sin querer. Fue porque necesitabas a alguien que te ayude a darte cuenta lo que extrañabas a… tu mujer. Yo no estoy enojada. Estoy triste, herida, y no te guardo rencor. ¿Sabés por que? Por que te amo. No me gusta tener que decírtelo así. Me hubiese gustado decirte esto en otro momento, los dos felices o al menos juntos, pero es la verdad. Y me duele en el alma. Me duele porque te amo, y se que no me amás. Que capaz tenés un cariño grande por mí, pero no me amás. Vos estás enamorado de ella todavía. — Aunque intentara por todos los medios no llorar, su voz sonó estrangulada, quebrada. Del otro lado de la línea, Lionel emitía un sollozo. — Si me amaras nunca la hubieras besado… Esta bien, no estoy enojada, estoy triste simplemente. Y… — No podía continuar. Se tapó la boca con la mano y de su boca salió un graznido estridente. Lloraba. — Perdón, pero no puedo.

Siempre Juntos | Lionel MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora