11. "Agonizante"

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❝Un corazón puede romperse de verdad una vez, lo demás, son rasguños❞


. . .

Dante

Me mantuve inmerso y silencioso todo el trayecto desde Florencia hasta Livorno. Cuatro camionetas blindadas de alta seguridad y tres equipos preparados para la operación Fenix. Nadie habló ni preguntó nada. Todos sabían de sobra cual era la estrategia de aquella noche.

La más importante, salir vivos y victoriosos de la ofensiva contra la mafia de flor pálida.

—Tres minutos. —Informé a mis compañeros y estos asintieron a través del retrovisor.

Nos acercábamos al punto de inicio cuando de soslayo, pude ver a Carlo atento a la pantalla de su celular; no me conmovió el hecho de ver una foto de mi hermana descuidada, sino la forma tan vivificante como él la observaba, algo que me atravesó con nostalgia.

El equipo uno estaba compuesto por cuatro francotiradores distribuidos en puntos altos y específicos del puerto, saber las coordenadas de cada quien era una parte importante para que la operación saliera bien. El equipo dos lo llevaría Gio con seis de nuestros agentes que merodearían la embarcación de flor pálida y por último, un equipo compuesto por Carlo y por mí junto con siete agentes de nuestra seguridad personal encargados de hacer la jugada maestra.

— ¿Preparados? —Pregunté a través del auricular y no demoraron en darme respuesta del otro lado.

—Esperando a la orden, comandante.

— ¿Francotiradores?

—Listos.

—Camuflaje.

—Listos. —Respondió Gio a través del auricular—. Los tenemos en la mira, están a punto de desembarcar.

—A mi orden.

Abrí el auricular a modos que todos los equipos pudiesen escuchar lo que tenía para informar.

—Lo más importante es mantenernos con vida, si vemos a un compañero en riesgo, lo dejamos todo y vamos a su ayuda. ¿Entendido? Nada de heroísmos, todo debe hacerse de acuerdo al plan.

—Entendido. —Equipo uno.

—Entendido, comandante. —Equipo dos.

Asentí e introduje el cargador en el arma, sabiendo que en ese momento, todo mi equipo haría lo mismo.

—Es hora. —Cargué el arma y cuando las puertas se abrieron, salí de la camioneta.

. . .

Camelia

Volví a ver a mi hermano después de aquel día en el panteón. Sin embargo, no lucia como aquella vez. Lucia más tímido, más nervioso y ansioso. Algunas muestras de golpes bruscos se le amontonaban en la boca y los brazos, incluso desde la distancia lo podía notar. La primera vez después de aquel sorpresivo encuentro, fue en la entrada de la mansión, se escondía acuclillado detrás de los arbustos que decoraban. La segunda, me erizó la piel verlo tan afectado a una ligera distancia desde el otro lado del hotel Napolitano. Parecía querer decirme algo, parecía querer advertirme de algo realmente malo, pese a ello, en ninguna me dejaba acercármele y, las veces que intenté hacerlo, solo hacia una cosa, salía huyendo.

Camelia +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora