23. "Decisiones" PARTE I

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"Camelia estaba a dos pasos del cielo y el infierno, el primero llevaba por nombre Dante, el segundo, ya lo conoceremos..."

. . .

Dante

Haber conseguido que Carlo tomase mi puesto dentro del departamento de antinarcóticos, no fue algo que Adriano, y el resto, tomase con tranquilidad, de hecho, el desconcierto pintaba sus facciones, pero nadie más que Adriano, se atrevió a preguntar el por qué, incluso así, no cuestionó mis decisiones.

Ahora estábamos frente al Comandante Vitale. Mi amigo aun refunfuñaba y aseguraba que no era una buena idea, y no porque no estuviese capacitado para tomar mi puesto, por supuesto que lo estaba, nadie mejor que Carlo para ser mi relevo, pero sabía que lo que le preocupaba era mi integridad física; también sabia, porque se inquietaba de sobremanera, o al menos eso creía, todavía quería estar equivocado.

—Adriano. —Me despedí con un apretón de manos y miré a mi amigo, estaba sentado en su nueva silla y no pude evitar sonreír cuando me clavó una mirada dura—. Nos vemos, comandante Vitale.

Le hice una reverencia, sabiendo que eso le tocaría los cojones.

Salí por la puerta encontrándome con una cuerda de entrometidos que fingían muy mal estar metidos dentro de sus responsabilidades, sus oídos estaban un poco más allá de la puerta de la que hasta hoy, fue mi oficina.

—A trabajar, ¡joder! —Espeté tajante, cosa que provocó que dieran respingos y metieran la cabeza dentro de la pila de documentos que crecían en sus escritorios.

—Ya no puedes darnos ordenes, ya no eres el comandante Napolitano. —Dafne no podía quedarse callada, por supuesto que no.

—Pero aun puedo clavarles una bala en la puta boca, si no la cierran.

Estaba bastante harto de sus comentarios fuera de lugar, de hecho, estaba cabreado hasta los cojones de tener que aguantar sus celos por algo que ella mismas inventó en su cabeza y que no iba a suceder. Ella no me quería, por supuesto que no, ella solo quería llevar el apellido Napolitano y que su culo apareciese en una que otra revista de farándula.

Un apellido que no era para nada lo que ella buscaba y esperaba, estaba muy lejos de querer llevar un apellido manchado de sangre, pero eso ella ni el resto lo sabía.

—Que caballeroso. —Gruñó con los dientes apretados y me cargó una mirada dura antes de irse a través del elevador común del departamento.

Para cuando llegó el medio día, había quedado en encontrarme con Faddei Jasha, Un importante hombre ruso que traficaba con armas negras y estaba dispuesto a poner a sus hombres a mi disposición por el hecho de seguir a flor pálida de cerca.

Se cernía un sol palpitante cuando salí del edificio y las calles se atestaron de gente, un grupo en particular llamó mi atención, estaban frente a un puesto de periódicos y revistas, revisando y murmurando, pero no aquello lo que verdaderamente me acercó a ellos y coger el periódico en mis manos.

La viuda de Alessandro Napolitano; Camelia Rinaldi, y su cuñado, Dante Napolitano, comandante del departamento de antinarcóticos de Florencia, se vieron involucrados en una persecución en el Aeropuerto Giovanni Battista Pastine

No sabía que me tocaba más los cojones, la mención de Alessandro en los periódicos, o que Camelia y yo tengamos que vivir bajo su sombra; joder.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2020 ⏰

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