Veo tu foto.
Esos pequeños ojos que se parecían a los de un niño. Esa sonrisa, que cada vez que la veía, automáticamente, se me posaba en mí otra. Esas gafas, que eran más viejas que " na' ", pero que las usabas como si nada. Esos tirantes negros, que combinaban tan bien con esa camisa azul que llevabas.
Si me duele tanto, ¿por qué sigo viéndola? Básicamente, porque no puedo evitar no mirarla. Es posar mi mirada, y que se me vengan todos los recuerdos que he tenido contigo. Desde los más felices, hasta los más tristes.
En mi cabeza se reproduce cuando te fuiste. Cómo si fuera ayer. Yo corriendo (sí, corriendo), desde mi casa, con el corazón en un puño y la respiración agitada. Cómo llegué al piso, y te vi tirado en el suelo, con la gente a tu alrededor, gritándome "fuera", "lárgate". Y yo no podía reaccionar. Solo podía observar la escena a cámara lenta, notando como lágrimas descendían por mis mejillas.
No conozco, ni conoceré, alguien con un corazón tan grande como el tuyo, con la alegría con la que me recibías, además, de las cosas tan bonitas que me decías. Sigo recordando ese apodo, y tú voz diciéndolo.
Princesa
Esa palabra. Esa palabra, que hacía que mi corazón se llenase de una alegrías infinita.
A veces. Muy pocas. Hay gente que me llama así. Princesa. Y me duele, porque me recuerda a tu voz. Esa voz dulce, que usabas cada vez que me veías. Esa energía, que ponías al llamarme de esa forma cariñosa. Porque, ¿sabes qué? Siempre seré tu Princesa.
Me gustaría haberte visto antes de que te fueras. Pero no fui lo suficientemente valiente como para hacerlo. O al menos, eso creo yo. Que no lo fui. Y me duele bastante. Solo te puedo recordar.
La gente me dice que así está bien, que es mejor que no te haya visto así. Pero duele.
También, me gustaría devolverte todo lo que has hecho por mí. Pero sé que eso es imposible. Porque todo lo que has hecho, no te lo voy a poder pagar, nunca.
Cada vez que estoy riendo, y hablan de ti, me pongo sería al instante. No es porque yo quiera. Es porque es inevitable no ponerse así.
Al final, me hago daño a mí misma al pensar en ti. Pero lo que quiero es verte. Aunque sea, através de una foto, por la cual, sueño que atravieses, y me des un abrazo como los que me dabas, y me digas que todo va a ir bien.
Y lo que más me duele, es que no te pude ni decir un simple "te quiero", como despedida.