Puzzles, puzzles, puzzles,...¿No os recuerdan a algo?
Por lo menos a mí, sí. A las relaciones.
Cada ficha es diferente, y cada puzzle es único.
Algunas, las encajamos perfectamente. Se podría decir, que están hechas la una para la otra.
Pero hay otras, que las encajamos a la fuerza. Algunas las separamos y no pasa nada, la vida sigue; otras, las hemos encajado tanto, que no se separan. Y eso no es bueno, ya que se están haciendo daño; pero hay otras, que las separamos, y se acaban rompiendo.
¿Por qué no podemos ser como los puzzles? ¿Tan complejos somos? ¿Tan complicada es la vida como para que no puedas ni estar con la persona que amas? No, no es así. Nosotros y nosotras, somos los que hacemos la vida complicada.
¿Se nos es tan complicado declararnos a esa persona que nos roba 1001 suspiros en un solo día? ¿Es enserio?
No me lo creo, y mira que estoy en esa situación.
Cada vez que queremos dar el paso, nos viene a la cabeza esas dos palabras, que nos hace tirar toda nuestra valentía por la borda. El clásico "Y si...".
Por eso me gustan los puzzles. Porque no se complican. Sí la pieza encaja, encaja. No hay más.
Además...tienes mucho intentos para saber cuál es la pieza correcta.Las piezas encajan, aunque el puzzle no esté completo...