Lucky Cat Cafe

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Hiro Hamada es un chico de 21 años, mitad americano mitad Asiático que es amante a morir por la tecnología, sobre todo la robótica, su ámbito favorito. Estudia en la Universidad de San Fransokyo (la escuelita de nerds)

Por otro lado está Marco De La Cruz, un chico Mexicano de 20 años quién es compañero y mejor amigo de Hiro en la Universidad; es amante de la tecnología automotriz y tiene una beca de estudio otorgada en México para estudiar en cualquier parte del mundo, y como gran apasionado de la cultura asiática, terminó estudiando en presente país.

—¡No mames, Hiro! —dijo el Mexicano en un grito de emoción al escuchar a su amigo decir correctamente la oración— ¿Ves que el español es fácil?

—¡Uf si, demasiado! —dice sarcástico el genio de la robótica

Ambos estaban sentados en unas de las mesas disponibles en el Café de la Tía de Hiro, Cass, una dulce señorita quién se dedica a atender su cafe, sus clientes y obviamente a su bebé Hiro y Tadashi, incluyendo también al moreno.

—Es sencillo, Hiro. Sólo necesitas más práctica —insistió el Mexicano mientras escribía los tipos de saludos en español sobre una hoja de papel en blanco —Lee esto y te lo aprenderás— le dió la hoja con una sonrisa

—¿Saludos? Eso es muy fácil, Marcou —se quejó devolviendole la hoja.

—¿Ah sí? —preguntó retándolo con una ceja alzada y una sonrisa maliciosa se creó en sus labios—Entonces, dime los tipos de saludos que existen en español.

—Este... —trastabilló la lengua mientras ponía su cerebro a trabajar. Aclaró su garganta y habló— Adiós...

—Escuché demasiado, me voy —Queria burlarse, pero también quería molestarlo, con lo que agarró sus papeles y carpetas, se levantó de su asiento haciendo un poco de ruido al arrastrar la silla y colocó su bolso sobre la mesa, guardando sus cosas.

—¡Hey! ¡Espera, no te vayas! —le suplicó con desesperación al ver como guardaba sus cosas— Prometo aprenderlo para mañana, pero por favor no te vayas.

El Mexicano intentando no lanzar una carcajada al aire, sólo se limitó a mirarlo entre los largos cabellos que hacían de fleco y se volvió a sentar sin decir nada. Realmente quería reír por la cara de preocupación de su mejor amigo.

—Ok, sólo... —suspiró pesado, fingiendo estar cansado y molesto—No quiero pelear contigo otra vez y lo sabes bien —Eso era cierto, por ráfagas de segundo su mente pasaba imágenes de aquella pelea de hace meses que aún seguía fría en su mente. Cruzó sus brazos y piernas.

Hiro un poco descolocado de su sitio asintió, pensando al igual que su amigo en frente suya sobre la discusión ocasionada hace un par de meses atrás, donde no se hablaron por un poco más de 6 meses. Al haber aclarado ya las cosas hace un par de semanas, se sentían un poco distanciados, pero al mismo tiempo felices de estar juntos otra vez, riendo y hablando.

—En fin —suspiró el mitad japonés al darse cuenta que no sabía nada de español. Marco por fin soltó la carcajada que tenía encima— deberíamos dejar esto para después, me duele la cabeza de tan sólo pensarlo —llevó sus manos a su sien, masajeandola con las yemas de sus dedos en un intento de relajación; Honey le había enseñado ese truco para sus momentos de estrés.

Una pequeña risita después de ese acto, unos tacones hicieron acto de presencia y cercanía hacia su alejada mesa de los clientes no comunes, era Cass, mejor como conocida como la Tía Hamada ó la dueña del Lucky Cat Café ó Tía Cass. La dulce mujer llegó hacía ellos con una bandeja metálica en sus manos y unas heladas limonadas en vasos coloridos con popotes blancos

Al final del muelle -Higuel-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora