Mi México Bonito

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México es un país grande con muchas ciudades, casa coloridas con plazas hermosas, parques donde predominan la flora y grandes monumentos religiosos que son parte de la cultura, los cuales se destacan entre otros países. Entre aquellas pintorescas ciudades encuentra "Santa Cecilia" un pequeño pueblecillo donde viven personas amables y humildes de escasos recursos, que se juntan con los de la clase media; pero eso si, todas se conocen entre sí y se cuidan los unos a los otros como una gran familia.

Te dije que no, Marco De La Cruz —respondió con total molestia su madre junto con el arma mortal latinoamericana más conocida entre la sociedad; la chancla.

Elena, calmate por favor —intentaba suavizar el momento su madre.

¡No me quiero calmar! —decretó con furia en sus palabras la joven mujer— No puede ser posible que apenas mi pequeño bebé Marco haya salido del colegio y ya quiera ir a la Universidad de los nerds en San Fransokyo. ¿Como es posible eso, madre? Y tú la mujer señala a su hijo con su dedo indice Ven acá, no vas a ningún lado.

El joven Marco De La Cruz con sus pocos 18 años de vida estaba en el marco de la puerta principal con su maleta casi vacía, su corazón roto y una gran valentía de enfrentar a su familia por su futuro y sus sueños, lo cual era completamente opuesto a lo que quería su madre. El moreno estaba escaso de tiempo para ir a reclamar su beca para ir a estudiar en su Universidad soñada, y nada ni nadie podría detenerlo.

Yo creo que Marco puede hacer lo que quiera, ya es mayor de edad —comentó el joven de recientes 16 años, observando la controversial escena desde el pasillo a la puerta principal donde todo estaba sucediendo.

No opines en esto, Miguel. Sólo porque acabas de cumplir 16 años, no significa que ya eres un  adulto y puedas hablar así como así en éste tipo de conversaciones —se burló entre falsas sonrisas mamá Imelda— Anda a tu habitación en este instante, deberías aprender a respetar.

¡Agh, por favor! -lanzó un quejido aquel chico, rodando los ojos- sólo hice un comentario, además, si tengo derecho a comentar y opinar ya que soy su hermano.

El ahora mayor de edad indignado toma con furia su maleta para salir junto con esta hacia la puerta del hogar, marcando un fuerte portazo que hizo estremecer todo el hogar y sus habitantes. Aquel acto encendió de furia a los adultos presentes.

Chucha, el chamaco se nos fue -comenta Hector con voz ronca levantándose del sofá de golpe al escuchar aquel mortal portazo. Había estado durmiendo durante toda la discusión y eso molestó a Imelda.

Déjate de payasadas, Hector. Y ve a buscar al niño antes de que se vaya al otro lado del mundo —gritó Imelda a su marido alborotando los brazos y dándole coscorrones en su cabeza.

Ya voy, ya voy... —con desesperación corrió hacia la puerta principal— Volveré en lo que canta un gallo —agarró su sombrero de paja del perchero, se lo coloco y salió al igual que Marco, con un portazo rápido.

Mamá Elena seguía con su adrenalina al tope, creando un terrible dolor de estomago en su lugar, por algo dicen que el estomago es el segundo cerebro y ahí es donde pasan las emociones, o la mayoría de ellas. La mujer miró al joven Miguel quién aun seguía semi-oculto en el pasillo. Haciendo que el moreno al ver esa cara de odio y rabia ocasionara miedo en su ser. Le tenía miedo a partir de entonces.

Tu llegas a seguir los pasos de tu primo y no volverás a vernos a nosotros nunca en tu vida, ¿me oyes, chamaco?

***

Al final del muelle -Higuel-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora