Cita

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Incluso con un ambiente tenso, Miguel y Hiro salieron a dar una vuelta como lo había previsto el moreno. En todo el camino Hiro mantenía su mirada nerviosa en el suelo, teniendo flashbacks de uno de los momentos más incómodos que sentía haber vivido en su vida; el hecho de ''casi besar a Miguel''. Por otro lado el moreno no decía nada y no hacía más que tararear alguna de sus canciones.

Al cabo de unos minutos llegaron a un pequeño restaurante cercano a la casa de playa donde se hospedaban, justo frente al mar abierto. Con un brazo Miguel detuvo los pasos de Hiro para entrar al restaurante, lo cual lo confundió y miró con curiosidad, mirada cuya cual cambió a una de sorpresa cuando este tomó su brazo como si fuera una chica.

¿Que pasa? —no dudó en preguntar Hiro al ver como este acariciaba su mano de manera suave y extraña para él, que hasta sintió incomodidad por la cercanía.

Estoy entrando en mi papel —respondió el moreno en un susurro, para luego suspirar profundamente con sus ojos cerrados, colocando la mano que usaba para acariciar al nipon, haciendo el ademan que hacen los ''italianos'' cuando algo esta rico.

¿Pa-papel de que? —se soltó inmediatamente del agarre, echándose para atrás.

Observó como el moreno estiraba su cuerpo, piernas, brazos y cuello. Aquello de alguna manera le causó gracia aunque no entendía ni la mitad de las cosas que estaba haciendo. Cuando finalizó, volteó a ver al nipon con una sonrisa.

—¡Estoy lista para mi cita! —habló con emoción en una voz chillona, igual a la de una chica. Elevó su mano en el aire, dando a entender de que debe de tomarla.

¿Que estás diciendo tú? —retrocedió un par de pasos hacia atrás, casi resbalándose por la acera. No pudo dejar de ver la mano extendida en el aire con confusión.

¡Agh! Que poco caballero eres —se quejó con la misma voz chillona, esto iba a durar.

—¿E-en serio? —enarcó una ceja antes de suspirar con una mueca— No se porque hago esto —dijo el mayor al momento de tomar la mano del moreno y pasarla dentro de su brazo como todo un caballero que se respeta — ¿Feliz? —lo miró con incomodidad y una sonrisa fingida.

Altamente agradecida de estar aquí contigo —dijo sonriendo y subiendo las escaleras de madera del restaurante para llegar a la terraza de éste, donde se dirigieron a buscar una mesa.

Localizaron una mesa con dos sillas blancas de madera, la mesa era decorada con un mantel color rojo tejido a mano con flores color blanco y encima de eso había un florero de cerámica con un ramo margaritas dentro de el. Sobre sus cabezas yacía un enorme toldo rojo brillante que cubría toda la terraza, este ayudaba a bloquear la luz solar y el agua de lluvia, pero al ser de noche era más que todo decoración.

Los chicos aun tomados por sus brazos, incomodo para Hiro y normal para el menor, se dirigieron en esa mesa; el mexicano soltó el agarre y se colocó al lado de su silla, quedando de pie, en cambio el nipon se sentó frente a él sin siquiera verlo. Al cabo de un rato Hiro levanta la miraba para verlo, confundido de que no se sentara el moreno.

¿Que sucede? —pregunta Hiro extrañado, viendo como el mexicano se cruza de brazos viendo seriamente al chico.

Aun serio, el moreno buscó con la mirada algo por toda la terraza, coincidió con una hilera de macetas decorativas con plantas y se acercó a ellas, donde tomó una gruesa rama de madera. Sin previo aviso con esa rama golpeó la blanca y huesuda mano del nipon.

Al final del muelle -Higuel-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora