COMPLETA. En librerías y Wattpad. Premio WATTYS 2020.
En su segundo año de carrera, Andrés continúa siendo un estudiante ejemplar. Es aplicado, constante, trabajador y su prioridad son los exámenes. Pero todo esto cambia cuando conoce a "la chica d...
Se cruza de brazos, Verony la imita, y ambas me contemplan atentamente, mientras cenamos lomo a la plancha en la mesa del salón.
—¿Tengo monos en la cara? —Trato de quitarme las miradas de encima—. ¿Qué ocurre?
—Que estás más out que un zombi de The Walking Dead —compara Verónica.
—Sí. Te notamos ausente —traduce Maria—. ¿Se puede saber dónde estás?
—Pues aquí, frente a vosotras —digo.
Aunque soy consciente de que hoy mi cabeza no acompaña a mi cuerpo. Digamos que mi mente está en...
—¡En la luna! ¡Está en la luna! —se pronuncia Verony.
Frío. Muy frío. No está en la luna. Mi mente está en el ascensor. Concretamente, recreando una y otra vez lo mal que ha ido mi encuentro de hoy con la chica. Ya me gustaría poder olvidar el ridículo que he hecho, y quedarme con el momento en el que me ha sonreído: cuando he pulsado el botón por ella y se ha dibujado una simpática mueca en su precioso rostro lleno de pequitas...
—¡Andrés! —Otra palmada de Maria.
—¿Qué? ¿Qué? ¿¡¿Qué?!? —Aplaudo frente a su cara como un descontrolado mono con platillos—. ¿A que molesta?
—Ha perdido la cabeza —opina Verony.
No, no la he perdido, está presa en el ascensor, ¡atrapada! Tendría que ser Houdini para lograr escapar.
—¡Basta de atacarme! ¿No? —pido enfadado, pero tampoco quiero pagar con ellas mis dramas—. Dejadme en paz, por favor.
—Vale, perdona, Andresote. —Maria me da una tregua, y se dirige a Verony—: Ya que has mencionado esa serie de zombis... El otro día compraste más figuras cabezonas de sus personajes.
—¡Sí! De The Walking Dead. ¿Te gustan?
—Pues no. Y tampoco me gusta que estén colocadas por toda la casa. Me siento observada.
—Pues no pienso quitarlas. A Andrés le encantan. ¿A que sí? —busca mi complicidad.
—A mí me da igual...
Y es que, ahora mismo, me da igual todo. ¿Acaso hay una figura de ella? Con su característica melena rojiza, sus gafitas... Uf. Ojalá. Ojalá hiciesen un muñeco cabezón de la chica del ascensor, sonriendo, con la mirada fija en mí...
—¡Andrés! —Maria ha cambiado de estrategia: en vez de aplaudir, ahora moja sus dedos en el vaso de agua y me salpica—. ¡Vuelve con nosotras! ¡Despierta!
Verony se parte de risa, pero a mí no me hace ni pizca de gracia.
—¡Sois insoportables!
—Oye —Maria alza las manos en son de paz—, tranquilízate. ¿Se puede saber qué te pasa?
—¡Me pasa...! ¡Me pasa...!
Me pasa que no puedo quitarme de la cabeza una chica que apenas conozco, pero que, por lo poco que he podido conocer, me... ¿gusta? No lo sé. ¡Estoy hecho un lío! Solo sé que he quedado como un imbécil frente a ella por culpa de la señora Rodríguez.
—¿Andrés? ¿Estás bien? —se preocupa Verony.
—¡Genial! —Agarro mi plato con comida y me despido—: Pero si no os importa, voy a acabar de cenar en mi cuarto. ¡Hasta mañana!
—Joder, qué amargado está —susurra Maria cuando salgo del salón.
Agarro con rabia el primer muñeco que veo en las estanterías del pasillo, y lo lanzo hacia ellas.
—¡Dobby! ¡Noooo! —grita Verony cuando este impacta contra la mesa y rebota entre los platos—. ¡Pagarás por ello!
Sin volverme atrás, avanzo y me encierro en mi habitación.
—Maldito muggle —la escucho decir.
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